19 de marzo 2016
En algún momento de finales del siglo XX, la cultura popular elevó la cocina al panteón del entretenimiento aspiracional. Échele la culpa al canal de cable The Food Network, o a la conversión del chef en celebridad. En el cine, esta tendencia se cristalizó a través de una serie de películas que ensalzan al cocinero como artista, y el consumo de la comida por placer. Véase “El Festín de Babette” (Gabriel Axel, 1987), la película sueca ganadora del Óscar; la mexicana “Como Agua para Chocolate” (Alfonso Arau, 1992); la taiwanesa “Eat, Drink, Man, Woman” (Ang Lee, 1994); o la alemana “Mostly Martha” (Sandra Nettelbeck, 2001). La nueva película de John Wells cruza el fetichismo gastronómico con la tradicional trama de superación personal: un “chico malo” aprende a ser un buen ser humano. Si, es como “Chef” (Jon Favreau, 2014) pero con genérico sabor europeo.
Adam Jones (Bradley Cooper) es un rebelde de la cocina, guardando penitencia por transgreciones que desconocemos. Su castigo auto-impuesto implica pasar tres años abriendo ostras en un restaurante anónimo de Nueva Orleans. Tras cumplir su sentencia, viaja a Londres para reinvindicarse ante las personas que defraudó: Tony (Daniel Bruhl), administrador y enamorado platónico; Reece (Matthew Rhys), amigo y rival abriendo su nuevo espacio; Michel (Omar Sy), el sous-chef que se marchitó en su sombra; Simone Forth (Uma Thurman), la periodista que lo sepultó con una crítica; y Anne Marie (Alicia Vikander), su amante e hija de su mentor, cómplice en su auto-destrucción. La redención depende de sacar a flote un nuevo restaurante, donde emplea a Helene (Sienna Miller), talentosa chef en ciernes. En los márgenes, la psicóloga Dra. Rosshilde (Emma Thompson) dispensa perlas de diálogo terapéutico, que telegrafían las grandes lecciones de la película.
El guión de Steven Knight conduce a Adam rumbo a una colisión con su ego. El desarrollo de la trama es tan sutil como los dos mafiosos que aparecen de vez en cuando para darle un vapuleada al anti-héroe. Por lo menos, la película trata de no verbalizar las pistas mas obvias. Hay demasiados personajes, consignados a buenos actores que demandan tiempo y atención. Nadie recibe lo que merece. Vea como desperdicia a Alicia Vikander, la ganadora del Óscar a Mejor Actriz de Reparto por “La Chica Danesa” (Tom Hopper, 2015), que en el mismo año brillo como el arquetipo de “chica Bond” en “The Mand from U.N.C.L.E.” (Guy Ritchie, 2015); y la “robot fatale” de “Ex Machina” (Alex Garland, 2015). Aquí es una misteriosa sombra del pasado, introducida para funcionar como agente de intervención divina. La actriz más notable del año es una pálida sombra. Lilly James, genuino rayo de sol en “Cinderella” (Kenneth Branagh, 2015) y la serie de TV “Downton Abbey” (2010-2015), reducida a ser la novia de un personaje secundario, interrogando a su hombre para ilustrarnos sobre el carácter del macho protagonista.
Las escenas que se desarrollan en la cocina, en hora pico, tienen algo del sentido de urgencia que el director John Wells supo infundir en capítulos de las series de TV “E.R” (1994-2009), donde fungió como productor. Aquí, no logra balancear los ingredientes de comedia romántica tradicional con el pretendido realismo de su historia de recuperación. La estructura de poder del restaurante es interesante, pero las piezas de este juego son desechables. Esta es una película con crisis de identidad, perdida a medio camino entre el objetivo de entretener al público masivo, y la intención de marchar al ritmo de su propio tambor. El cortísimo metraje de “Una Buena Receta”, la densidad de la narrativa y la superficialidad del tratamiento, delatan película cortada y re editada hasta la muerte.
Y es una lástima. Bradley Cooper tiene madera para interpretar a un chico malo. Es gracioso ver como, por primera vez, puede aprovechar su dominio del francés. Sienna Miller, tan efectiva como su atribulada esposa en “American Sniper” (Clint Eastwood, 2014), se desdibuja como pálido interés romántico, condicionada por el lastre sentimanental de ser madre soltera con una nena apropiadamente adorable y precoz. “Una Buena Receta” tiene los mejores ingredientes, pero fracasa en su ejecución.
—
“Una Buena Receta”
(Burnt)
Dirección: John Wells
Duración: 1 hora, 41 minutos
Clasificación: * * (Regular)