22 de julio 2022
Vivimos en un mundo cada vez más hipersexualizado donde el cuerpo de la mujer es cosificado y mercantilizado, dejando de lado los deseos y la autonomía de las mujeres y, cómo no, su libertad. Se centra toda la atención en su cuerpo, pasan a ser objetos o meros instrumentos de placer para la mirada y el consumo masculino.
Los investigadores llevamos años advirtiendo de los peligros de mirar hacia otro lado mientras nuestros hijos e hijas disponen de un dispositivo donde pueden acceder a la pornografía sin buscarla (aproximadamente a los 8 años de edad). Por esta razón, la necesidad de una educación afectivo sexual es sumamente necesaria, ya que nuestros y nuestras menores de edad están accediendo a una información inadecuada y errónea sobre lo que es la sexualidad y las relaciones sexoafectivas.
Aprenden desde la pornografía a relacionarse con el otro, a través de un vínculo sexual donde no hay normas ni cuidados y se borra, en ese imaginario, el consentimiento. Asimismo, la pornografía es la única cinematográfica real, es decir, que se realiza de verdad. Si están viendo una violación grupal, la actriz esta siendo violada por un grupo en la vida real, es una performance de la realidad.
El consumo aumentó en un 61 % durante el confinamiento
Los datos más recientes nos muestran cómo durante la pandemia el consumo de pornografía se ha visto incrementado en los periodos de confinamiento. En España durante los periodos del primer confinamiento se observó un aumento del 61 % del consumo, que volvió a la normalidad tras el fin de los periodos de encierro.
El consumo de pornografía ha demostrado tener diversas consecuencias perjudiciales en la persona que la consume, a pesar de que el debate científico sigue sobre la mesa y existen posiciones enfrentadas. Se puede destacar un estudio actual donde se relaciona el uso de pornografía con la cosificación, lo cual indica una mayor instrumentalización de las personas asociado a este uso de pornografía.
Respecto al impacto de la pornografía en las relaciones sexuales, podríamos destacar la asociación entre el uso de pornografía y la satisfacción sexual, haciendo que aquellas personas con un uso más frecuente presenten una satisfacción más baja en sus relaciones sexuales. Incluso haciendo que tengan mayor preferencia por el uso de pornografía que por las relaciones sexuales reales.
Otros estudios de tipo neurobiológico ya nos vienen diciendo desde hace años que áreas relacionadas con las adicciones como el sistema de recompensa y córtex frontal, además del cingulado dorsal, pueden estar alterados debido a uso frecuente de pornografía. También destacan cambios en funciones neuropsicológicas como la memoria de trabajo, la atención y el control inhibitorio.
¿Qué ocurre si se consume durante más de tres horas semanales?
Otros estudios puntualizan que el hecho de consumir pornografía más de tres horas semanales tiene efectos en la distorsión perceptiva, deformación y formación de actitudes sin maduración previa para comprender y analizar críticamente lo que están viendo.
Los tiempos han cambiado. Las nuevas tecnologías, junto a las redes sociales, han invadido rápidamente nuestro entorno y la sexualidad sugiere que con frecuencia existe una desconexión entre las formas en que los jóvenes la entienden y se involucran en temas sexuales (actitudes, experiencias) y las formas en que los adultos, figuras parentales, profesorado y otros creen que lo hacen.
Los roles de género se aprenden mediante la educación, la cultura y, como señala este estudio, mediante la socialización de género. Este es un proceso donde cada individuo interioriza actitudes y valores de su género, aprendiendo a ser un niño o una niña e incorporándolo a su manera de vivir.
Cómo se fomenta la desigualdad
Esto hace que arraigue la desigualdad, fomentando la violencia. Por esta razón se puede decir que la socialización de género perpetúa la masculinidad hegemónica y que es desde la socialización de los géneros desde donde debemos educar, ya que los géneros no son naturales y se pueden aprender de una manera natural y saludable sin que el hecho de pertenecer a uno u otro oprima.
Las jerarquías de poder fomentan desigualdades y, para no seguir reproduciéndolas, todas las personas y agentes profesionales que trabajan con individuos menores de edad deberían deconstruir y desaprender. Esto significa que deberían realizar un autoconocimiento de los estereotipos y roles de género que tenemos arraigados y observar esto desde una perspectiva que les garantice analizar la realidad e intervenir desde un punto de vista feminista e interseccional que garantice el bienestar de todas las personas independiente del género, la etnia y la cultura.
Sin embargo, en un sistema heteropatriarcal hegemónico como este en el que vivimos es difícil darse cuenta de ciertas manifestaciones sutiles e invisibles para los ojos de algunas personas. Este tipo de violencia se puede identificar en la publicidad, mediante un lenguaje sexista, en las redes sociales, en memes… Otras violencias son explicitas y son las que se dan en la pornografía, la violencia sexual o las violaciones.
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Por esta razón es necesario acompañar a las personas menores de edad en el aprendizaje afectivo sexual, así como prestar especial atención a los factores motivacionales, ya que escuchar las motivaciones de las personas menores de edad puede ayudar a plantear programas de educación afectivo sexual efectivos y que tengan un impacto en los menores.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original con el titular: El abuso del porno afecta seriamente la salud y daña el aprendizaje afectivo de los jóvenes. María Dosil-Santamaría, Profesora en el Departamento de Ciencias de la Educación en el área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Alejandro Villena Moya, Investigador en las consecuencias del consumo de pornografía., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja ; Beatriz Benavente, Profesora asociada. Doctoranda en Psicología. Especialidad Explotación en la Sexual Infancia y Adolescencia, Universitat de les Illes Balears y Lluís Ballester Brage, Professor de Mètodes d'Investigació. Facultat d'Educació., Universitat de les Illes Balears.