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¿Por qué ahora duran tanto las películas?

Nos ha pasado a todos. Últimamente, cuando queremos ver una película, la sensación es que todas son más largas que hace unos años. Pero ¿por qué?

Foto: Agencias | Niú

The Conversation

28 de enero 2023

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Una mirada rápida al ecosistema audiovisual nos bastará para darnos cuenta de que sus contenidos son cada vez más numerosos, rápidos y, sobre todo, breves.

Nuestra atención se ve constantemente desafiada por el incesante flujo de tuits, reels, vídeos de TikTok, etc. Ante esta saturación –por no decir hipertrofia– del espacio audiovisual, algunos autores han señalado el riesgo de que nuestra capacidad de atención se vea comprometida, reducida. Tal es el caso de Nicholas Carr y su ya clásico Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?.

A la luz de esta circunstancia, cabría suponer que el diseño de material audiovisual, como películas o series, tendería a reducir su duración –como sucede, por ejemplo, en Autodefensa (Prieto, Barenys y Blanca, 2022), cuyos capítulos no exceden los 15 minutos de duración–.

Pero lo cierto es que la duración de las películas no para de crecer.

Minutos, más minutos por favor


El aumento de minutos en pantalla se advierte en películas destinadas a las salas de cine. Así ocurre en Avatar: El sentido del agua (James Cameron, 2022), con 192 minutos de duración, la recientemente estrenada Babylon (Damien Chazelle, 2022), con 188 minutos, o el éxito Vengadores: Endgame (Anthony y Joe Russo, 2019) y sus 181 minutos.

Pero también se puede ver esta tendencia en películas diseñadas principalmente para ser explotadas por plataformas de streaming –como El Irlandés (Martin Scorsese, 2019), con 209 minutos de metraje, y Bardo (Alejandro González Iñárritu, 2022) y sus 159 minutos– o aquellas orientadas a circuitos más minoritarios, ligados tradicionalmente al cine independiente o de autor. En este sentido podemos mencionar Pacifiction (2022), la obra de Albert Serra que se desarrolla a lo largo de 166 minutos.

¿A qué puede deberse, pues, este incremento en la duración de las películas?

Antes de nada, cabe señalar que siempre ha habido películas con una duración superior a la media. Pensemos por ejemplo en los clásicos como Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, George Cukor y Sam Wood, 1939), con una duración de 238 minutos, y Ben-Hur (William Wyler, 1959) y sus 211 minutos, por poner tan sólo un par de conocidos ejemplos.

La cuestión que trata de discutirse en el presente artículo es el motivo del aumento en la duración de las películas en una época en la que todo –las series, las guerras entre las plataformas de streaming, la pérdida de la capacidad de atención y la oferta inabarcable que incita al consumo acelerado– indica que la tendencia debería ir hacia el lado opuesto.

Una variedad de causas

La hipótesis de partida es que la razón atiende a tres fines: por una parte el deseo de ampliar las narrativas, por otra, la necesidad de diferenciarse de la ficción televisiva (o vía streaming) y, por último, el intento de justificar el creciente precio de una entrada a la sala de cine.

Esta problemática, no obstante, no supone una novedad absoluta, sino que acentúa rasgos ya presentes en la industria cinematográfica desde el Hollywood de los años 50. Ya en aquella época, la necesidad de desmarcarse de la oferta televisiva llevó a los estudios a apostar por obras de mayor extensión, con más estrellas, con más efectos, más espectáculo. Algo así como lo que sucede a día de hoy con las producciones del tipo Avatar o el cine de Marvel.

En décadas anteriores los cines habían apostado por un modelo de sesiones dobles, heredado del pasado, o por tres proyecciones seguidas. Ésta era una de las razones por las que la duración media de una película era de 90 o 100 minutos de duración.

Irónicamente, las producciones con espíritu blockbuster, cuya duración excedía en algunos minutos la media –como Alien: El octavo pasajero (Ridley Scott, 1979; 116 minutos), Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985; 116 minutos), Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984; 107 minutos) y Los Goonies (Richard Donner, 1985; 114 minutos), por mencionar tan sólo unos pocos ejemplos que seguro siguen muy presentes en la memoria de los lectores– pasaron de ser excepciones a convertirse en la norma y acabaron marcando el nuevo rumbo de la industria.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original titulado:¿Por qué ahora duran tanto las películas?. Gabri Ródenas Profesor de Comunicación Audiovisual, Universidad de Murcia

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