21 de febrero 2023
Hablar con la verdad puede ser una cualidad que tiene consecuencias inimaginables, cuando vives en un país como Nicaragua, donde tener una opinión crítica es un delito que se paga con cárcel.
Miguel Mendoza siempre ha sido un periodista deportivo que expresaba sus críticas en su programa radial y redes sociales de forma muy abierta. Sus opiniones no se limitaban a lo deportivo. Siempre señalaba lo que estaba mal en Nicaragua.
Cuando estalló la insurrección cívica, el 18 de abril de 2018, Miguel y el periodismo crítico en general, no dudaron en señalar la represión criminal que ejercía el régimen Ortega-Murillo. Para Miguel Mendoza hubiese sido fácil voltear la cara, dedicarse a narrar los partidos de béisbol e ignorar lo que ocurría a las afueras de los estadios.
Contrario a la apatía, y seguir en esa burbuja donde se piensa que en Nicaragua no pasaba nada, Mendoza ejerció el uso de su derecho a decir lo que ocurría en el país. Sus señalamientos al sistema dictatorial eran directos, denunciando la crueldad con la que fueron asesinados más de 300 civiles durante las protestas.
Tales opiniones le causaron un asedio sistemático que culminó con su secuestro el 21 de junio de 2021. La Fiscalía, controlada por el partido de Gobierno, lo acusó de “conspirar para cometer menoscabo a la integridad nacional” y lo sentenció a nueve años de prisión. Fue la única forma que encontró el régimen para amordazar a Miguel Mendoza, pero una inútil manera de doblegarlo, porque a pesar de la oscuridad y soledad de las celdas de El Chipote, siempre estuvo consciente que en su deber como periodista y ciudadano hizo lo correcto.
“Yo no hice nada malo, nunca me probaron nada, opinar y criticar a la dictadura fue el pecado que cometí. No tengo que arrepentirme de decir la verdad”, afirma.
Luego de estar 597 días en la cárcel, Miguel Mendoza se encuentra en tierras estadounidenses, junto a otros 221 presos políticos desterrados y despojados de su nacionalidad, el 9 de febrero. Obligado al exilio trata de retomar su vida, su trabajo en el periodismo deportivo, pero sin perder esa peculiar forma de dar sus puntos de vista sobre lo que ocurre en Nicaragua.
“Yo siempre seré nicaragüense, eso nadie me lo va a quitar”, expresa ante la ilegalidad de su destierro.
Miguel Mendoza: La familia lo es todo
Quizás lo que más le ha dolido a Mendoza es haber perdido dos años sin ver a su hija Alejandra, quien tiene ocho años de edad. Pasar por esta terrible experiencia le recordó que existen cosas en la vida que en libertad quizás no le damos tanto valor.
“Le doy más valor a la familia, tengo mayor apego a ellos. Valoro la paz, pero sobre todo la vida y tener un mayor compromiso con mis convicciones. Me entristece saber que mi hija perdió un poco de esa inocencia de infancia por mi encarcelamiento. A su edad se dio cuenta de muchas cosas, de la triste realidad”, reflexiona.
La familia es el pilar más importante en la vida de Miguel. El apoyo de su compañera de vida, Margin Pozo, fue clave en este proceso, a la espera de reencontrarse nuevamente en Estados Unidos.
“Margin nunca salió de Managua para estar atenta a lo que pasaba. Iba dos veces por día a la cárcel, aunque no me viera, a dejar comida y esperar a ver si le daban chance de verme. Esta situación nos ha unido más, ahora queremos disfrutar de nuestro amor, compartir y construir”, comenta.
El silencio de la Asociación de Cronistas Deportivos de Nicaragua
Es lamentable admitir que gran parte del periodismo deportivo en Nicaragua siempre ha sido carente de la empatía para su mismo gremio. Cuando Miguel Mendoza fue encarcelado, la institución que se dice representar el periodismo deportivo en el país, no emitió palabra alguna ni demandó la libertad del periodista que en varias ocasiones recibió el premio a mejor comentarista del país.
No es secreto que quienes presiden la Asociación de Cronistas Deportivos en Nicaragua (ACDN) son servidores en los medios de comunicación del régimen. Por lo tanto, el organismo está politizado al igual que todas las instituciones deportivas del país. Una Asociación que en líneas generales carece de ética y que únicamente ha trabajado para el bienestar de unos pocos.
La realidad es que ante la injusticia, los periodistas deportivos que se atreven a criticar más allá de las líneas establecidas, están sujetos a ser encarcelados e ignorados del círculo de la ACDN. Tristemente este organismo se ha convertido en un miserable reflejo de quienes hoy tienen secuestrada a la nación.
Miguel Mendoza se atrevió a opinar más allá del deporte y señaló los problemas de fondo que agobian al país. Nunca pretendió tener un cargo público, no tenía aspiraciones políticas, solo ejerció su derecho a expresarse. Su delito fue no ser indiferente, ser ante todo un ciudadano nicaragüense que se preocupa por el país donde vive.
“Es increíble la cantidad de apoyo, mensajes que me ha mandado la gente. Me siento agradecido y apreciado. Hoy mis convicciones son más fuertes tras estar en la cárcel”, reivindica Miguel Mendoza.