2 de enero 2019
1ro de enero 2019
Ya acercándose las tres de la tarde del 31 de diciembre, un desfile de cientos de familiares de los presos políticos salimos de la plaza de actos de la Cárcel Modelo, en Tipitapa. Las caras son tristes. Los rostros de las mujeres están cubiertos de lágrimas. Niños ya más conscientes también lloran. Una madre se me acerca con un niño de unos cinco años en brazos que llora desconsoladamente y me dice: –¡Dígale usted! ¿Verdad que su papá se tiene que quedar porque aquí trabaja? Yo no sé qué contestarle, solo muevo afirmativamente la cabeza.
Algunos presos también lloran. Les están poniendo las “chachas” y subiéndolos a autobuses que los llevan a la Galería 300, de máxima seguridad. El desfile es primero de mujeres y niños, pues los varones son revisados al final. La procesión ahora toma una calle adoquinada que nos lleva a las puertas del penal. Llevamos canastas y bolsas vacías donde tuvimos que cargar los alimentos. Se me acercan algunas madres y me abrazan con afecto. En un momento el desfile me parece una manifestación y bromeo: “ya que no nos dejan manifestarnos en las calles, aquí juntas podríamos gritar las consignas que nos salen de nuestra alma: libertad para los presos políticos.” Y ríen y bromean también.
Una madre en silla de rueda se me acerca. Quien empuja la silla es una hija de Tobías Gadea Medina. Se me identifica. Su sobrino está entre los presos. Le digo: "Tu papá es un héroe. Está luchando desde antes que se supiera el nombre de Daniel Ortega". –Sí– me responde y me recuerda que anduvo en la Guerrilla de Manuel Díaz y Sotelo, y también en la Columna 15 de Septiembre de Julio Alonso Leclaire.
Así termina una visita especial, que con motivo del Año Nuevo concedieron los gobernantes a los prisioneros políticos.
La visita especial permitía que a partir de las diez de la mañana los familiares previamente autorizados pudieran llegar con alimentos preparados para compartir con su preso político en una mesa colocada debajo de unas carpas. Una familia por mesa. Prohibido la comunicación entre mesa y mesa. Mientras sonaba una bullanguera música, los oficiales están atentos. En algunas de las mesas hay una vigilancia especial.
Al entrar con mis hermanas y cuñada, veo en primer lugar al coronel Carlos Brenes. Tiene vigilancia cercana, así que solo puedo gritarle: “¡Carlos, te quiero, Te admiramos, Fuerza!” mientras hago señas de abrazarlo. Al dirigirnos a la mesa que nos asignaron no puedo dejar de ver a Víctor Díaz, el líder campesino de la Comunidad de El Fajardo, en San Miguelito. Lo conozco muy bien porque mi hija lo ha llevado a nuestra casa en algunas ocasiones. Era parte de la dirigencia del Movimiento Campesino por la Defensa de la Tierra, Lago y Soberanía. Sin pensarla me voy directo donde él y lo cubro de besos, mientras le digo que Nicaragua pronto será libre, que resistan. Más tarde intercambiamos alimentos, él nos lleva atol de maíz tierno, que le han llevado sus familiares campesinos, nosotros le regresamos el traste con ensalada de frutas frescas.
Cada gesto de fraternidad entre las familias y los presos es una forma también de resistir al aislamiento en que son mantenidos en particular los presos que hoy vemos cara a cara. Entre ellos esta Medardo Mairena, Lenner Fonseca, Jonh Amort, con su cabeza cana y más de cien presos políticos. Nardo Sequeira ubicado al lado nuestro, cautiva con su sonrisa tranquila y segura. Nos regala rosquillas, nosotros le correspondemos con frutas.
Antes de ingresar a la visita tenemos que esperar el minucioso registro de todo lo que se lleva, y de las personas. También enfrentar ordenes absurdas… que todos acatan, pero en muchos casos con protestas. Ahí pude encontrarme con Myriam Perez Amador, una de las heroínas de las insurrecciones de Estelí, y cuyo testimonio rescaté en las Memorias de la Lucha Sandinista. Me sorprende verla, pues hasta hacia poco se expresaba en favor del régimen. Pero me cuenta que su hermano fue apresado en julio, y después sus dos sobrinos. En total tiene 3 presos. Investigando leo que los jóvenes estilianos fueron apresados en el Barrio el Rosario en septiembre, después que ya no había tranques, cuando pretendían movilizarse por la libertad y la democracia. Ente ellos están Kevin de 24 años, Kitzel de 22, y Tobías Gadea, de 19. Este es el nieto del héroe del que hablé.
“María Libertad” una sandinista incuestionable no duda ahora de las prisiones injustas que sufren los nicaragüenses. Lo está sufriendo en carne propia. Mi hermano Ricardo me dice –más tarde- que según su cálculo hay un 70 % de los detenidos que tienen raíces sandinistas… y probablemente lo mismo ocurre con los asesinados. Y no es extraño, según pienso, porque el verdadero sandinismo nos enseñó a luchar contra las injusticias, y nada más injusto y criminal que el régimen de Ortega y Murillo, que estamos aun soportando.
A lo largo de la visita, mientras hablamos sin parar con nuestro hermano, puedo ver las distintas mesas. En muchas hay niños de distintas edades, incluso tiernos, recién nacidos, que seguramente vinieron al mundo cuando su padre ya estaba injustamente preso. Hay mujeres que se ven cansadas. Según me explican algunas vienen viajando desde el día anterior, pues el régimen ha impuesto que todos los juicios sean en Managua, y no en su jurisdicción como mandan la leyes. Así que realmente las familias enteras sufren una situación de tortura.
Desde que el preso entra a El Chipote, las madres tuvieron que llevarle los tres tiempos de comida. Muchas tuvieron que pernoctar en la Catedral, para otras se organizaron comités de apoyo. Nosotros en Popol Na dábamos cama y alojamiento a madres que venían de lejos, como la madre de Víctor Díaz. Pero además de la persecución del régimen a los comités, mientras llegan a El Chipote las madres son hostigadas por grupos de choque, ubicados a las entradas de Auxilio Judicial, después que desalojaron a las madres de los presos que pernoctaban ahí.
Cuando ya el preso es pasado a La Modelo, la frecuencia de la visita cambia. Ahora según la galería donde esté ubicado el reo, la visita puede ser semanal, quincenal o mensual. Para los detenidos en la Galería 300 la visita es mensual. Los de la Galería 300 sufren un brutal aislamiento, permanecido en régimen de castigo de forma indefinida. Se trata de celdas completamente cerradas, sin ninguna entrada de luz. Hasta hace poco colocaron unas bujías. Pero el calor es asfixiante, la misma bujía resulta incómoda. Los presos nunca reciben sol. Por esos su piel ya se torna mallete. Examino a mi hermano, quien ya ajusta más de 100 días y su piel se ha vuelto como traslúcida, las manos se ven un poco moradas, porque las venas se ven claritas por la delgadez de la piel. No pueden escribir, no tienen acceso a libros. Ninguna distracción. Pasan 24 horas en encierro brutal. Estas medidas de ultraje y castigo a los prisioneros son orientadas directamente desde la presidencia.
En esta mañana del 31 de diciembre, los presos de la Galería 16 y sus familiares fueron ubicados en un salón techado, al lado de la cancha de actos donde nos encontrábamos.
Los de la Galería 16 se atreven a levantarse y entonces diviso a Jonathan y a Hansel, dos de los dirigentes estudiantiles de la protesta. Cuando voy intencionalmente al baño puedo acercarme a ellos y abrazarlos.
En estas galerías hay ventajas y desventajas. La ventaja es que pueden caminar a lo largo de un mayor espacio. Entre presos políticos y presos comunes. Pero en la galería hay más de 100 prisioneros. Eso vuelve asfixiante el hacinamiento, y además hay algunos peligros, como se puede deducir. Aunque me explicaron los familiares que los comunes respetan a los políticos. En esa galería abundan los presos políticos más jovencitos. Aunque en la 300 también hay jóvenes como Yubrank Suazo a quien también abrazamos y Edwin Carcache, a quien no pudimos ver, pues le tocaba visita hasta este primero de enero.
A los muchachos que están visibles desde nuestra mesa los identificó por las fotos que hemos visto en los periódicos o en la TV, pero son mucho más jovencitos que como lucen en las grotescas fotografías que divulga el régimen. El alma la tenemos en un hilo viendo tanto joven aprisionado, como reitero, castigados por ejercer sus derechos a protestar y rebelarse contra el sistema.
La hora de la separación está llegando. El primero en ser llevado es Carlos Brenes. No logré ver su partida, pero luego lo hace Medardo, y ya cuando va caminando, le grito:- ¡Adiós Medardo, Fuerza Medardo! Mi grito resuena en todo el espacio y entonces la gente también grita y comienzan a aplaudir. Medardo nos mira, siente el homenaje y sonríe levantando el puño. La gente aplaude y toca la mesa como si fuera un tambor. Los guardas se mueven nerviosos.
El desfile de familiares comienza… con llantos en sus ojos. Yo también lloro, pero no voy triste. Siento que la libertad de los presos políticos será el motor principal de las luchas del nuevo año, que comienza, 2019, año de la liberación.