El teléfono sonó a las 06:00. “Tu padre no está bien, el PH está en 6 % y lo normal sería de 30 % para arriba. Necesito que tomen una decisión sobre entubarlo. Él quiere hacerlo”, le dijo el doctor Marvin Sánchez a Kimberly León. “Si él accedió, respeto su palabra”, contestó ella desesperada y la esperanza de una mejoría se desvaneció. A las 09:35 del 14 de junio, tres horas y media más tarde, Sergio León dejó de respirar en el hospital Ernesto Sequeira Blanco de Bluefields, la capital de la región autónoma de la costa sur atlántica de Nicaragua.
El Director de La Costeñísima (radio y tv) luchó contra la COVID-19 durante 21 días. Pero su estado de salud se complicó debido a la hipertensión y el lupus. Días antes había prometido a familiares y amigos que ganaría la batalla.
Sergio fue un hombre querido y respetado en Bluefields, una de las zonas más olvidadas de Nicaragua, en donde el crimen organizado, el narcotráfico, la corrupción estatal y no estatal son cotidianas en la vida de sus 43000 habitantes. Investigaciones de la organización Insight Crime de 2012 y 2017 concluyen que esa zona de la costa caribe nicaragüense es un corredor directo para el envío de cocaína al norte y sur de América.
En la ciudad, el 63,1% de la población vive en la extrema pobreza y el 33,1% en la pobreza, según el Observatorio de la Autonomía Regional Multiétnica. Hay comunidades que aún no tienen agua potable y hace tan solo un año se inauguró una carretera que unió -por primera vez- la costa pacífica con la atlántica de Nicaragua.
Aún así ‘Bam Bam’, como lo llamaban, quería a su tierra y estaba convencido de que la lucha empezaba desde casa. En 2001 fundó la radio que, actualmente, se mantiene como el único medio independiente en la Costa Caribe sur, la voz más disidente en contra del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Su frontalidad y deseo de una “Nicaragua libre” le significaron amenazas, hostigamiento y asedio constante contra él, su familia y los trabajadores de la radio desde hace dos años.
En abril de 2018, Radio La Costeñisima informó en primera línea sobre las protestas del pueblo nicaragüense que desataron una ola de represión violenta del Gobierno. Desde entonces y hasta el 30 de septiembre de 2019, los datos de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos exponen que 651 personas murieron, 4922 resultaron heridas, 516 fueron secuestradas y 853 están desaparecidas. Además, cerca de un centenar de periodistas se exiliaron.
La valentía para denunciar esa realidad y cuestionar las acciones orteguistas le pasaron factura a quien también fue corresponsal del diario La Prensa por 15 años. En 2019 denunció una estrategia oficial en contra de La Costeñísima, que prohibía sintonizar la radio y afirmaba que Sergio y sus periodistas “mienten, crean zozobra y promueven el caos y la desestabilización”. La Policía lo asedió con patrullajes nocturnos a su vivienda, recibió amenazas de muerte y, en varias ocasiones, las paredes de su casa y de la radio amanecieron con rayones e insultos.
En 2019 Sergio recibió medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El 25 de septiembre de ese año, en el 173 periodo de sesiones, denunció que el Estado nicaragüense no acató esas garantías para protegerlo a él y a su familia, tampoco investigó las amenazas en su contra.
“Era un hombre entregado a la lucha por la libertad de expresión. Uno de los principales pilares de la radiodifusión nicaragüense. La voz de Sergio fue de las pocas que podían defender las libertades públicas y la democracia de este país”. Así lo recuerda Aníbal Toruño, director de radio Darío, otro medio perseguido por el régimen de Ortega.
Ambos vivían en la costa. Aníbal en el norte y Sergio en el sur. Pese a la distancia, los unía la lucha por la libertad de expresión. En 2001, año en que se conocieron, fundaron la Cámara de Periodistas Nicaragüenses; y cuando Aníbal tuvo que exiliarse por la persecución y refugiarse en Estados Unidos, Sergio lo visitó en 2019.
“Me acuerdo la última vez en Washington que nos hospedaron en el mismo hotel sin pedirlo. Vivimos momentos de risas y carcajadas de las cosas que nos habían pasado, de la valija que él había perdido porque no tenía qué ropa ponerse (…). Sergio era un hombre muy alto y dentro del grupo habían amigos que así lo eran también. Conseguimos un saco, una chaqueta, se fue a una tienda y compró una camisa. Nos olvidamos de los momentos difíciles que pasábamos y regresamos a ser los humanos, los amigos que charlábamos, que nos tomábamos un café y hablábamos de cosas triviales y comunes”, rememora Aníbal con la voz entrecortada.
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En medio de la pandemia, el caso de Sergio en Bluefields es el único en que se ha permitido que la familia retire el cuerpo y lo entierre en el cementerio de San Juan.
Su hija de 23 años, Kimberly León, recuerda que abrieron el ataúd blanco y lo miraron por última vez a través del vidrio. “Él quería ser enterrado en la tierra, con la bandera de Nicaragua. Así lo hicimos. Le cantamos el himno nacional por su lucha y su anhelo de ver a su país libre”.
‘Bam Bam’ nació el 11 de noviembre de 1969. Estudió sociología en la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN) y, en la capital, cursó periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de Managua (UNAN). Tuvo cinco hijos.
Kimberly León, quien se exilió durante cuatro meses en EE. UU. debido a las amenazas en contra de su padre, es la nueva directora de La Costeñísima. El 18 de mayo, en la última reunión de planificación, su padre le designó esta tarea.
“Nunca quiero que dejes caer esta empresa, lo que yo más anhelo es que vos sigas haciendo lo que he hecho en todos estos años y que siempre abras los micrófonos a las personas que necesitan, sin ningún temor, sin miedo”, le aconsejó Sergio.
Kalúa Salazar, reportera de la radio, fue designada como Jefa de Prensa y desde el 22 de junio, será una de las voces del noticiero principal, al que llegó a los 17 años para realizar tareas administrativas. Ocho años después, sabe hacer periodismo y por mucho tiempo reportó codo a codo con el ‘jefe’ como ella aún lo llama.
Sergio León fue un referente de la radiodifusión en Nicaragua, un defensor de los Derechos Humanos y la libertad de prensa. Deja un gran vacío pero sobre todo el legado de que la existencia de medios independientes que cuestionan al poder de turno aún es posible.
Nicaragua es una de las naciones más difíciles para ejercer el periodismo. Según Reporteros sin Fronteras, en 2020 se situó en el puesto 117 de 180 países con menor apertura a la libertad de prensa.
Entre 2019 y este año, las detenciones contra reporteros aumentaron. Miguel Mora y Lucía Pineda de 100% Noticias fueron detenidos antes de navidad. Pineda fue la primera periodista en ser encarcelada en el continente americano por ser una voz crítica al gobierno. Por más de un año, Daniel Ortega impuso restricciones de papel que acabaron con medios como Metro, Nuevo Diario y Q’Hubo. No contento con ello, sigue censurando a todos los medios independientes que han buscado un espacio en el ámbito digital. Alegando derechos de autor ha exigido el cierre y limitaciones de sus canales de Youtube a Investiga Nicaragua, CONFIDENCIAL, Nicaragua Actual y 100% Noticias.
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Una denuncia por injurias y calumnias quedó abierta en contra de Sergio. Lo acusan de divulgar en su noticiero declaraciones del alcalde liberal de la Cruz de Río Grande, Juan Ramón Espinoza, quien expresó su preocupación por el fallecimiento de dos personas por la COVID-19.
El 28 de mayo debía asistir a una mediación, pero su salud no lo permitió. Su amigo y abogado Boanerge Fornos reprogramó la cita. Dijo que en el caso de concretarse la demanda se sentaría un precedente grave para el trabajo de la prensa independiente que informa sobre la pandemia.
Con la muerte de Sergio León, se apaga una de las principales voces del periodismo independiente de Nicaragua, y con él muere una luz de libertad en las Américas.
Texto original publicado por Fundamedios