22 de junio 2024
De jueves a domingo, un sector de la Zona Rosa ---que concentra varios bares en Managua--- se convierte en uno de los lugares más cercados e intimidados por la Policía en Nicaragua. Agentes de tránsito bloquean las cinco entradas al sector con dispositivos policiales que revisan a cada conductor que transita por el lugar. Los bares y establecimientos de entretenimiento pierden clientes por la intimidación policial.
A Franklin, de 27 años, los agentes de tránsito lo retuvieron y amenazaron con quitarle el vehículo en el que se trasladaba, un domingo de mayo después de compartir una cena con sus amigos en uno de los restaurantes del lugar.
“Solo me tomé dos cervezas, entonces dije que no pasaba nada. Pero cuando voy pasando por el retén que está en la entrada de Plaza Cuba me agarran y me dicen que iba en estado de ebriedad y que se iban a llevar el vehículo, pero al final lo que querían era que les diera dinero”, contó a CONFIDENCIAL.
Franklin recuerda que siempre observó la presencia de policías en la zona, pero desde 2023 dice que el sector de Planes de Altamira parece El Carmen, en referencia al reparto de Managua donde vive y despacha el dictador Daniel Ortega, custodiado por vallas y policías.
“Bloquean todas las pasadas, no hay ni por dónde salir. Lo malo es que quienes pierden son los negocios, porque muchos de los que vamos a esos lugares ya no pensamos en llegar y peor con vehículo propio”, afirma Franklin.
Los agentes de tránsito se instalan en los accesos desde las ocho de la noche, y pasan más de seis horas en la zona haciendo "revisión de rutina” a todo tipo de vehículos.
"La gente tiene miedo" de ir a la zona rosa
Un guarda de seguridad de uno de los negocios ubicados en la zona rosa, que por motivos de seguridad pidió omitir su identidad, explicó que debido al “exceso” de la presencia policial, los negocios ya no cuentan con la misma afluencia de clientes que tenían antes.
“Cuando empecé a trabajar por estos lados esto se ponía a reventar de tanta gente. No digo que ahora se vea vacío, pero vienen menos, porque la gente tiene miedo de que al irse la Policía los pare y se les lleve los carros o las motos”, detalla.
El guarda afirma que la cantidad de retenes en la zona no beneficia a los negocios, porque no lo ve como una medida que garantice seguridad, sino que genera una sensación de “vigilancia y hostigamiento” para quienes llegan a consumir y disfrutar una noche.
“Es cierto que la gente tiene que medirse con el consumo de alcohol y peor si andan manejando, pero pienso que, siendo una zona de fiesta, ellos (la Policía) tienen que relajar eso, ser más suaves y dejar que la gente disfrute”, opina.
Agrega que muchos de los clientes salen multados, se les llevan los carros o motos al depósito vehicular y muchos de los conductores son trasladados a estaciones policiales.
Multas de tránsito, el negocio millonario de la Policía
Un reportaje de CONFIDENCIAL, publicado en 2023, reveló que la aplicación de multas y el curso de adiestramiento se ha vuelto una fuente directa de ingresos de la Policía Nacional. Hasta septiembre de 2023, esta institución había recaudado 258 millones de córdobas solamente en la aplicación de infracciones de tránsito.
Nada más en marzo de 2024, la Policía se embolsó al menos 2.2 millones de córdobas, con 450 multas de 5000 córdobas cada una a conductores ebrios, según declaraciones del comisionado general Jaime Vanegas, inspector general de la Policía. Aunque los accidentes y sus saldos no disminuyen.
En la zona rosa, quienes ganan menos son los bares y restaurantes. Por la falta de clientes y la fuerte presencia de policías al menos tres negocios cerraron en el último año.
En octubre de 2023, los negocios en la zona rosa cerraron por más de una semana de manera repentina. Representantes de bares y restaurantes anunciaron el cierre temporal por “fuerza mayor”. En redes sociales, la gente comentó que era porque los habitantes aledaños al sector se quejaban del ruido y el desorden durante las noches. Otros también comentaron la excesiva presencial policial.
Ninoska, una trabajadora de uno de los bares, dijo que la presencia policial es un “acoso” para los clientes. “A veces tenemos que avisar a los clientes que ya están los policías”, indicó.
Pero los dueños de los negocios no pueden reclamar por las medidas de control. “Con la Policía no pueden hacer nada porque ellos son la autoridad", lamenta Ninoska, quien resiente cómo esas "revisiones de rutina" causan inestabilidad para los bares y restaurantes, "porque el cliente prefiere ir a otro lado".