19 de julio 2018
Por la presente, como intelectuales, activistas sociales y académicos, queremos manifestar nuestro profundo rechazo frente a la gravísima situación de violencia política estatal y violación de los Derechos Humanos que atraviesa Nicaragua, responsabilidad del actual régimen de Ortega-Murillo, lo cual se ha traducido en unos trescientos muertos en los últimos tres meses.
La indignación, el dolor, el sentido de frustración histórica es doble cuando semejante aberración política es producto de líderes y gobiernos que se dicen de izquierda. ¡Qué puede doler más que la ironía de un líder que se dice revolucionario, emulando las prácticas criminales de aquel dictador contra el que se supo levantar! Y esa indignación se hace más intensa aún cuando este panorama de violencia política estatal es completado con el silencio cómplice de líderes políticos y referentes intelectuales (auto)proclamados de izquierda. La connivencia de cierto establishment intelectual -una izquierda oficialista que suele arrogarse la representación exclusiva de la ‘izquierda’-, ha mutado al calor del poder gubernamental en un sucedáneo del más desbocado cinismo.
Denunciar esta situación tan dolorosa como inaceptable, alzar la voz contra los atropellos a las más elementales libertades y derechos que el actual gobierno nicaragüense viene realizando, no es sólo un deber de solidaridad humanitaria. Es también un acto y un llamado colectivo a defender la Memoria revolucionaria; a procurar evitar la consumación de esta degeneración política en curso.
No hay peor latrocinio que la defraudación política de la esperanza de los pueblos.
No hay peor saqueo que aquel que va dirigido a depredar las energías rebeldes por un mundo justo.
No hay peor imperialismo que el colonialismo interno que se torna violencia opresiva revestido con retórica anti-imperial.
Todo eso está aconteciendo en Nicaragua.
La Tierra que fuera símbolo fértil de la esperanza emancipatoria a fines de los ’70, se ha convertido en un campo más de autoritarismo.
La memoria mancillada de una de las revoluciones más nobles y esperanzadoras de Nuestra América, como lo fue y sigue siendo Sandino; la memoria de luchas anti-capitalistas de un pueblo sufrido pero valiente, ahora pisoteada para (intentar) encubrir la típica violencia ordinaria de un régimen dictatorial más, de esos que sobran y se repiten en nuestra historia. El otrora líder revolucionario, honrado por la confianza de su pueblo, hoy convertido en dictador, ciego de poder y con sus manos manchadas de sangre joven. Tal, el paisaje violentamente amargo de nuestra querida Nicaragua.
Alzamos nuestra voz para condenar públicamente la dictadura en la que se ha convertido el gobierno de Ortega-Murillo. Expresamos nuestra solidaridad para con el pueblo y la juventud hoy, una vez más, levantados en resistencia. Para apoyar y acompañar sus exigencias de diálogo y de paz, de poner fin a un gobierno ilegítimo y criminal que hoy usurpa la memoria sandinista. Lo hacemos con la convicción de que lo se trata no es sólo “salvar el honor” del pasado, sino sobre todo, de rescatar y cuidar las semillas emancipatorias del futuro, que hoy se han puesto en riesgo.
Primeras Firmas
Alberto Acosta (economista, Ecuador)
Maristella Svampa (socióloga y escritora, Argentina)
Raúl Zibechi (ensayista y escritor, Uruguay)
Horacio Machado Araoz (politólogo, Argentina)
Hugo Blanco (activista, director de “Lucha indígena”, Perú)
Joan Martinez Alier (Revista Ecología política, España)
Pierre Salama (economista, Francia)
Raphael Hoetmer (historiador, Perú)
Manfred Max-Neef (Universidad Austral de Chile)
Yaku Pérez Guartambel (presidente de la Confederación de los Pueblos Kichwas del Ecuador - ECUARUNARI y de Coordinadora Andina de Organizaciones Indìgenas- CAOI)
Decio Machado (Sociólogo, periodista español radicado en Ecuador),
Pablo Solon (Fund. Solon, Bolivia)
Roberto Gargarella (abogado, constitucionalista, Argentina)
Massimo Modonesi (Unam, México)
Edgardo Lander (sociólogo, Venezuela)
Arturo Escobar (antropólogo, ambientalista, Colombia/USA)
Enrique Leff (filósofo, ambientalista, México)
Pierre Beaudet (Profesor Cs Sociales, Quebec, Canada),
Más firmantes de la declaración ver aquí
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