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Sergio Ramírez: “El régimen ha llegado a un punto de no retorno”

“No están cediendo ningún espacio político. Daniel Ortega no tiene nada que ofrecerle a los Estados Unidos, más que los presos políticos”

“No están cediendo ningún espacio político

Carlos F. Chamorro

23 de mayo 2022

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San José, Costa Rica. El escritor Sergio Ramírez, exiliado en España tras la persecución política del régimen, agradeció los doctorados honoris causa que le otorgaron la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad Nacional (UNA), y su incorporación a la Academia Costarricense de la Lengua, como “una especie de ciudadanía cultural que estoy recibiendo de Costa Rica”, y recordó los catorce años que vivió inmerso en la vida cultural de este país entre 1964 y 1978, como gestor cultural, que le permitieron construirse a sí mismo como escritor.

Ramírez dedicó el doctorado honoris causa de la UNA a los presos políticos de Nicaragua y conversó ampliamente en el programa Esta Semana sobre el agravamiento de la crisis política nacional, en la que el régimen “ha llegado a un punto de no retorno, en el cual la apertura hacia espacios políticos que den participación a otros, que concedan libertades mínimas a los ciudadanos, no están dispuestos a aceptarlo”. Eso no puede durar, advirtió el escritor, “tiene que llegar un momento de inflexión en que las cosas se recompongan”.

Sergio Ramírez llamó a la Conferencia Episcopal a brindarle “un respaldo unánime, firme y sin dobleces a monseñor Rolando Álvarez, cuya vida y seguridad se encuentran en peligro, la de él y de su propia familia, como él mismo lo ha denunciado; y el Vaticano debería hacer una expresión muy clara de repudio y condena a estos hechos de persecución a una de sus pastores más señalados en Nicaragua. Porque aquí tenemos detrás a una feligresía que está respaldando a monseñor Álvarez, quizás no en las calles porque hay mucho temor, y es justificado este temor, pero sí hay un enorme respaldo moral de los nicaragüenses hacia monseñor Álvarez”.

Este jueves la Universidad Nacional (UNA) te otorgó un doctorado honoris causa, mañana recibirás otro de la Universidad de Costa Rica (UCR),  y el martes serás investido como miembro de la Academia Costarricense de la Lengua. ¿Qué significan para vos estos reconocimientos de estas tres grandes instituciones educativas y culturales costarricenses?


Esta es una especie de ciudadanía cultural la que estoy recibiendo de Costa Rica, sus dos instituciones educativas de gran prestigio,  la Universidad de Costa Rica,  la Universidad Nacional, la Academia de la Lengua,  por otra parte,  y  esto me reincorpora a la vida cultural de Costa Rica, a la que yo pertenecí tantos años en mi juventud.  Los catorce años que viví en Costa Rica participé de esta vida cultural,  fui testigo de la creación de sus instituciones culturales más importantes,  como el Ministerio de Cultura, la Orquesta Sinfónica Nacional, la Compañía Nacional de Teatro;  el  auge que tomó la Universidad de Costa Rica en la vida cultural académica del país,  la creación de la Universidad Nacional.  Es decir, viví años de oro en la cultura costarricense,  aquí yo me siento que regreso a esos años y que me reincorporo a la vida cultural de Costa Rica.

¿Cómo impactaron esos años en tu carrera como escritor?

Muchísimo,  porque yo venía de Nicaragua, un país culturalmente muy pobre, sin librerías casi. En Managua había un par de librerías, en León ninguna; una universidad pequeña, muy buena pero pequeña;  un guía, que ya lo quisiera cualquiera como el doctor Mariano Fiallos Gil,  eso era un gran privilegio para mí. Pero aquí en Costa Rica me encontré con una vida institucional, cultural, librerías, bibliotecas,  la universidad, que era un gran referente cultural.

La universidad vivía todavía bajo la impronta de Rodrigo Facio, que creó la Universidad moderna en Costa Rica,  creó aquí los estudios generales, que eran una novedad académica, que fue copiada después en el resto de Centroamérica.

La universidad estaba conglomerada allá en la ciudad universitaria, que fue la primera ciudad universitaria que hubo en Centroamérica; me tocaron dos rectorados brillantes, el de don Carlos Monge Alfaro y el de Eugenio Rodríguez, de manera que eso fue un gran privilegio para mí, y me permitió  construirme a mí mismo como escritor.

Los presos políticos del régimen: símbolo de resistencia

Al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Costa Rica hablaste sobre la ficción, la imaginación, la realidad y Cervantes, pero dedicaste este premio a los presos políticos de Nicaragua, demandando su libertad. ¿Qué representan hoy los presos políticos en la crisis nacional?

Para mí son un gran símbolo. Yo hablo como literato sobre mi oficio creativo; sobre lo que he leído; sobre los fundamentos que tiene la creación literaria frente a la realidad. Pero, siempre me siento comprometido con la realidad que me circunda, y siento que mi palabra siempre debe tener consecuencias, que no sea ajeno a la vida que llevo, de cara a mi país, sufrido, atormentado por dictaduras. Y, por lo tanto, tal como lo hice cuando recibí el Premio Cervantes, yo dediqué el premio a los jóvenes que estaban luchando en Nicaragua a brazo partido por la democracia, desarmados, fueron asesinados.

Y  ahora,  los presos políticos para mí son un símbolo de la resistencia del país, es una resistencia silenciosa, obligada, pero están ahí, no se han rendido, tienen una gran entereza ciudadana; nunca ha conseguido la dictadura que ninguno de estos presos haga de soplón o que salga reconociendo culpas políticas o pidiendo perdón, qué es lo que ellos hubieran querido, sino que, esta entereza es un gran ejemplo para el país, a pesar del sufrimiento a que han sido sometidos, del aislamiento, de la falta de acceso a libros, de la dureza de las celdas donde viven, de la incomunicación con sus familiares, son un verdadero ejemplo.

Alguna gente pensaba que después de la autoproclamación de Daniel Ortega como presidente, y de haber encarcelado y condenado en estos simulacros de juicios en las cárceles, a los presos políticos, se abriría un espacio político en el país. Pero bueno, vimos esta semana capturaron a Yubrank Suazo, sigue la represión, los presos siguen en aislamiento.

Es que yo creo que el régimen ha llegado a un punto de no retorno, en el cual la apertura hacia espacios políticos que den participación a otros, que concedan libertades mínimas a los ciudadanos, eso no están dispuestos a aceptarlo. Y si tienen a estos prisioneros políticos como rehenes, es para negociar levantamiento de sanciones, pero no apertura de espacios políticos; porque más bien, lo que los hechos nos han demostrado es que esos espacios políticos se han seguido cerrando, no solo respecto a la intransigencia con los presos políticos, de no aliviar sus condiciones carcelarias y enviar con la casa por cárcel, en condiciones duras también de incomunicación a los que corren peligro de muerte. Pero no solo eso: el cierre de las de las oenegés, de las fundaciones, de las organizaciones de la sociedad civil, es para cerrar los espacios de la sociedad civil totalmente.

Entonces, cerrar los espacios políticos con los prisioneros y con la cancelación de personerías de partidos políticos y tener en el Parlamento solo representaciones zancudas; cerrar los espacios de la sociedad civil; cerrar los espacios internacionales rompiendo prácticamente relaciones diplomáticas con España, con el Vaticano, con Colombia, y aun con países que les han tendido la mano, mostrando dureza como México y Argentina. Entonces ¿esto a qué nos conduce? A mí me conduce a la conclusión de que no están cediendo ningún espacio político, que están endureciendo la situación, y que la única salida que ellos ven es que lo reconozcan como son, es decir, un partido único, con una familia en el poder.

La situación va a empeorar, antes que comience a mejorar

Estados Unidos suavizó algunas de sus sanciones ante Venezuela, en el contexto de que Venezuela está reanudando las negociaciones con la oposición para buscar una salida electoral; en el caso de Nicaragua no hay absolutamente ningún proceso en curso, precisamente porque la oposición está encarcelada, en el exilio; Ortega se autoproclamó presidente, pero más de 50 países no reconocieron los resultados de esta elección. ¿Cómo ves esta crisis seis meses después del 7 de noviembre?

En relación con los Estados Unidos, no veo ninguna posibilidad de que la Administración Biden tenga alguna iniciativa para aliviar la situación de sanciones personales o institucionales contra el régimen en Nicaragua, porque realmente Ortega no tiene nada que ofrecer, más que los presos políticos.

Pero el New York Times dijo, hace dos semanas, que el Gobierno de Ortega había buscado a la Administración Biden y que después habían dejado esperando a los enviados que llegaron a Managua.

Claro, se arrepintieron o hubo un cambio de seña. Pero de parte de la Administración Biden, si Ortega le dice —queremos hablar—, ellos irán a hablar. Pero Ortega no tiene nada que ofrecerle a Biden, más que los presos políticos.

Yo lo digo esto porque Venezuela tiene el petróleo que ofrecer, y los Estados Unidos en el juego geopolítico que tienen hoy día, de cara a la guerra de agresión de Putin contra Ucrania, la escasez de petróleo y gas en Europa Occidental, y las restricciones que esto presenta en la economía mundial, pues a pesar de que no ven en Venezuela un socio político confiable, van en busca del petróleo por razones pragmáticas, digamos, de necesidades políticas, pero a Nicaragua no tienen nada que ir a buscar.

¿Cuál es, entonces, la perspectiva de este año y el próximo? Estamos viendo que la gente está saliendo del país, exponencialmente, todos los días centenares de personas a Estados Unidos, a Costa Rica, tomando enormes riesgos, falleciendo, gente que intenta cruzar el Río Bravo, la migración va a continuar.

Creo que la situación, voy a decir una perogrullada, va a empeorar antes que comience a mejorar, porque esto no tiene sentido, ninguno. Y si Ortega y su esposa piensan que la consolidación del poder depende de mayores restricciones a las libertades públicas y de acaparar todo el poder, y de cancelar las libertades públicas, los espacios de la sociedad civil, de eso va a depender su sobrevivencia, es al revés, está totalmente equivocado. Es decir, si no se arriesgan a abrir espacios políticos, no van a poder sobrevivir.

Es decir, aún una dictadura necesita espacios de consenso, necesita ciertos respaldos en la población y en las fuerzas de la sociedad civil, y de la sociedad en general. Pero fíjate lo que está ocurriendo: enfrentamiento frontal con la Iglesia católica, persecución de obispos, que no sabemos si a monseñor Álvarez lo van a sacar a la fuerza de| la iglesia de las Colinas y lo van a llevar al Chipote, o lo van a obligar a salir del país, como obligaron a salir, por otros métodos seudodiplomáticos, a monseñor Báez, exiliado hacia Miami; el presidente del Cosep y un presidente de una de las cámaras del Cosep, presos. Ahora no sé por qué a Michael Healy le dicen expresidente del Cosep. No, lo metieron preso como presidente del Cosep, y es el presidente del Cosep el que está preso; está preso uno de los banqueros más importantes del país, Luis Rivas.

Entonces, confrontación con la Iglesia católica; confrontación con la empresa privada; agresión a la sociedad civil; exilio permanente. Eso no puede durar.  Tiene que llegar un momento de inflexión en que las cosas se recompongan.

La persecución del régimen contra el obispo Álvarez y las oenegés

Esta persecución política contra el obispo Álvarez, que él denunció, y que se fue a resguardar a la iglesia de las Colinas, también está acompañada de un gesto dramático de protesta. El obispo dice: voy a hacer un ayuno indefinido. Es decir, está haciendo una huelga de hambre, convoca a los feligreses en Matagalpa, en Jinotega, a acompañarlo.

Lo que pasa es que cuando ordenan estos actos de represión, presuponen debilidad en los reprimidos, presuponen que el reprimido va ceder, que se va a someter, o que se va a callar. Y yo creo que con monseñor Álvarez se han equivocado palmariamente, porque ya debían haber sido advertidos de cuál es la actitud férrea de monseñor Álvarez, cuando perseguían a uno de sus sacerdotes, y él dijo: “no lo busquen a él, búsquenme a mí, aquí estoy yo”.  Entonces, esta actitud de entereza debió haberlos prevenido que no tienen a un hombre que se va a doblegar, y que está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias. Cuando aparecen, en la historia de un país, personas como estas, las cosas cambian.

La calle principal a la parroquia Santo Cristo de Las Colinas se encuentra cerrada por oficiales de la Policía Nacional. Foto: Confidencial

¿Qué se puede esperar del liderazgo moral de la Iglesia católica, de la Conferencia Episcopal, de otros sectores que también están bajo presión?

La Conferencia Episcopal no debería vacilar en darle un respaldo unánime, firme y sin dobleces a monseñor Álvarez, cuya vida y seguridad se encuentran en peligro, la de él y de su propia familia, como él mismo lo ha denunciado; y el Vaticano debería hacer una expresión muy clara de repudio y condena a estos hechos de persecución a una de sus pastores más señalados en Nicaragua. Porque aquí tenemos detrás a una feligresía que está respaldando a monseñor Álvarez, quizás no en las calles porque hay mucho temor, y es justificado este temor, pero sí hay un enorme respaldo moral de los nicaragüenses hacia monseñor Álvarez.

Esta semana eliminaron el Festival Internacional de Poesía de Granada, hay otras que promueven servicios médicos, servicios culturales, en total son 267 organizaciones no gubernamentales. ¿Qué gana Daniel Ortega eliminando Operación Sonrisa, cancelando la Fundación Luisa Mercado, o la Familia Padre Fabretto?

No se trata de la calidad de cada Fundación, de qué hace cada Fundación. Cerraron un asilo de ancianos; han cerrado los clubes sociales; han cerrado entidades deportivas, culturales; el Festival de Poesía de Granada; han cerrado la Operación Sonrisa. Es decir, lo que no quieren es dejar respirar a la sociedad civil, y estas, fundaciones y organizaciones no gubernamentales que han sido cerradas, la lista está pendiente, no va a quedar una sola que no sea fiel a los intereses del régimen. Y, por lo tanto, desmantelar a la sociedad civil, que es solo una pieza de todo el esquema de absorción absoluta, no solo del poder político sino también de los espacios de la sociedad.

Amenaza de ruina sobre el sector privado

Hasta ahora, uno de los factores que diferencia la naturaleza de esta dictadura con Cuba y Venezuela está relacionado con la naturaleza privada de la economía de Nicaragua que está liderada por productores: pequeños, medianos, grandes, por el sector privado; aunque también hay una operación de asfixia, de confiscación de ganancias, de confiscación de la liquidez, a través de política extorsivas, tributarias y de aduanas, pero no los están confiscando de forma generalizada.

Sí, pero todo esto es una sinrazón. El régimen se presenta como un Gobierno que tiene una macroeconomía saludable; el crecimiento económico moderado; la balanza de pagos y la balanza comercial en orden, no hay devaluación. Pero es una economía donde el régimen tiene distintas formas de confiscación contra los empresarios privados, de cualquier tamaño que sean. La principal forma de confiscación es crear desconfianza, es decir, es hacer que las empresas disminuyan sus ganancias y sus posibilidades operativas a través de las amenazas en que se encuentran; a través de agresiones y represiones impositivas, las hay muchas; usar los instrumentos fiscales como instrumentos de represión, por ejemplo.

Entonces, esto desmantela la capacidad productiva de un país, y un país de una economía tan pequeña como la de Nicaragua, la economía más pequeña de Centroamérica, con la generación de bienes y servicios que llegará a trece, catorce mil millones de dólares, y que no es ni la mitad de lo que produce en bienes y servicios Costa Rica, por ejemplo; y el producto interno bruto de Nicaragua equivale a la deuda externa. Esa economía no puede sobrevivir de esa manera, si cada dólar que el país genera ya está comprometido con un acreedor internacional. A eso yo no le veo ninguna salida a mediano plazo.

En gran parte está sobreviviendo por el flujo de remesas que envían los nicaragüenses en el exterior.

Claro. Eso es contradictorio, porque mientras más exiliados, más dinero recibe el país. Entonces, parecería que ese es un negocio para el régimen, hacer que la gente se vaya para que mande más dinero.

¿Puede este sector privado pequeño, mediano, grande, los comerciantes, los productores, los empresarios, ejercer alguna suerte de contrapeso frente a esta deriva dictatorial, como de alguna forma lo están haciendo los representantes de la Iglesia católica?

Creo que el contrapeso va a ser la ruina de estas pequeñas y medianas empresas, cuando ya no puedan respirar más. Y si de repente se cerrara algún mercado para Nicaragua, de sus mercados, tradicionales, o viniera la guerra de Ucrania creara algún otro problema adicional en el comercio internacional, los que sufrirían serían los pequeños, los medianos y los pocos grandes que hay en el país, la economía se iría al descalabro.

Hubo una gran ola migratoria en la crisis política de 2018-19, y ahora empezó otra a mediados de 2022 que sigue en 2022. ¿Qué  esperas del nuevo gobierno de Costa Rica, del presidente Rodrigo Chaves, frente a este nuevo flujo de refugiados nicaragüenses?

Hay dos actores críticos, respecto a los refugiados, Costa Rica y México. Solo el año pasado entraron a Costa Rica 40 000 más; el flujo migratorio de nicaragüenses hacia Estados Unidos a través del territorio de México es el que más creció exponencialmente,  pasó de dos o tres mil a setenta mil,  que son los migrantes registrados en los puestos fronterizos de los Estados Unidos con México,  esto es dramático. Y  cuando el presidente López Obrador visita los países del Triángulo del Norte para hablar del problema migratorio, deliberadamente está ignorando que el problema no está más en Honduras,  El Salvador o Guatemala,  sino en Nicaragua,  que es donde la situación migratoria se ha vuelto verdaderamente crítica. Quizás no quiso ir a Nicaragua por razones de contención política.

Respecto a Costa Rica, yo confío y espero que no habrá cambios fundamentales respecto a la política migratoria. Hay que descomponer a los migrantes en las calidades distintas que tienen: están los braseros,  que vienen a cosechar la piña,  la naranja, el café, el banano;  están los emigrantes que vienen a los asentamientos urbanos.  Pero  ese flujo migratorio no se va a detener mientras en Nicaragua no haya condiciones de estabilidad económica y social y condiciones de estabilidad política.  Entonces a mí me parece que la actitud de Costa Rica hasta ahora ha sido ejemplar en cuanto a la acogida que se le da a los emigrantes nicaragüenses,  yo tengo la confianza de  que la Administración del presidente Chaves no va a cambiar esta conducta.

El próximo libro: Ese día cayó en domingo

¿Cómo han recibido los lectores tu novela prohibida en Nicaragua, Tongolele no sabía bailar?

Bueno, pues, se ha leído por miles en Nicaragua. Ha llegado a ser leída por gente que no es lectora habitual de novelas, cómo ha circulado a través del PDF, esto no es muy legal, pero eso no, nadie puede intervenir en eso, la editorial tampoco. Internacionalmente también, solo en España se han hecho cinco ediciones y otras cinco en México. Y me parece que esta es una novela que ha cumplido el propósito que yo tenía al escribirla, que es que a través de una obra artística se conociera lo que realmente está ocurriendo en Nicaragua.

¿Y qué hay en este momento en la cocina del escritor exiliado?

Ahora va a salir en Madrid, el 15 de septiembre aparece mi nuevo libro de cuentos que se llama Ese día cayó en domingo, es el título. Contiene 12 cuentos distintos, algunos son sobre los acontecimientos de 2018 en Nicaragua, otros se apartan hacia otros temas.

¿Y el inspector Morales tiene vida después de Tongolele?

Eso dependerá de los acontecimientos en Nicaragua. No hay que olvidar que el inspector Morales va al día con los acontecimientos, y estamos esperando qué es lo que ocurre en Nicaragua para darle un sesgo a su vida y a sus aventuras.

De Costa Rica vas a Guatemala a la nueva edición de Centroamérica Cuenta que se convirtió ya en un festival  itinerante en todo Centroamérica.

Es uno de los festivales de mayor prestigio en América Latina, yo diría que al lado del Hay Festival, que se realiza en Cartagena, también en Arequipa, y en México. Tiene una gran categoría, un gran respeto internacional, aúna la presencia de escritores centroamericanos con la presencia de escritores de otros países, lo cual le da esta doble virtud, puente de ida y vuelta de comunicación.

A partir de la pandemia empezamos a hacerlo a distancia, hoy es la primera vez que vamos a hacer una convocatoria presencial, no tan grande como siempre, pero ya representativa; y esperamos que el próximo festival, que esperamos también realizarlo en Panamá el año próximo, para hacer otro después en República Dominicana, sea más nutrido, es decir que ya volemos con alas plenas. Pero yo me siento muy contento de que este es un legado muy importante para la cultura centroamericana, el Festival Centroamérica Cuenta.

¿Te imaginás Centroamérica Cuenta retornando a Nicaragua?

Sí, volveremos, volveremos todos, no solo Centroamérica Cuenta.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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