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Se va Tumarín, ¿es posible rescatarlo?

Economistas abogan por mantener iniciativas de energía renovable

Enterprise level Tumarín. Archive / Confidencial

Iván Olivares

9 de abril 2016

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El miércoles pasado, los asistentes a la sesión del Consejo Superior de la Empresa Privada, (Cosep), recibieron la confirmación de que las empresas brasileñas Queiroz Galvão y Eletrobras, habían decidido retirarse del proyecto hidroeléctrico Tumarín.

La noticia cayó como un balde de agua fría entre los miembros de la Cámara de la Construcción, mientras en otro lado de la sala, los recién integrados miembros de la Cámara de Energía celebraban con discreción las nuevas oportunidades de negocios que tal decisión puede significar para ellos.

Para los constructores fue una mala noticia, porque si se hubiera levantado la represa hidroeléctrica Tumarín, muchos de ellos habrían tenido participación en el proyecto, además de poder mantenerse en la cresta de la ola por segundo año consecutivo como el rubro económico de mayor crecimiento.

“El sector [de la construcción] está bien, aunque el proyecto hubiera sido muy beneficioso para el país y para nosotros, porque habría significado la generación de empleo y más trabajo, hasta 2,000 puestos de trabajo” para levantar el dique de 60 metros de altura que se necesita para contener las aguas del río Grande de Matagalpa, dijo un directivo de la Cámara de la Construcción que solicitó permanecer en el anonimato.


Rodrigo Pereira, presidente de la Cámara, prefiere no especular con lo que pasaría si se cancela el proyecto, aunque sostiene que “si Tumarín no va, igual seguiremos adelante. Tuvimos un crecimiento de 25.4% en 2015, y este primer trimestre del 2016 fue bueno. Si se realiza el proyecto, bienvenido sea”, señaló, adoptando una decisión de no llorar por la leche derramada.

Del otro lado, los empresarios organizados en la Cámara de Energía ven una oportunidad para cuando Centrales Hidroeléctricas de Nicaragua (CHN, la empresa que recibió la concesión para construir la represa) capitule oficialmente, porque ello aumentará la viabilidad de un paquete de proyectos que los socios de la Cámara tienen en ciernes, esperando poder desarrollarlos.

Se trata, según lo ha explicado César Zamora, de una cartera de proyectos hidroeléctricos, eólicos, geotérmicos, y de biomasa, que juntos pueden generar 250 megavatios, y requieren una inversión (con financiamiento asegurado) de US$300 millones, y pueden estar listos entre 18 a 48 meses. Casi la cuarta parte del costo de Tumarín.

Pero no todos comparten el optimismo de los empresarios del sector energético.

Benjamín Lanzas, ex presidente de la Cámara de la Construcción, considera que el retiro de los constructores de Tumarín representa una gran pérdida para el país, tanto porque se trata de una fuente de energía renovable más barata que el combustible; porque el proyecto iba a reforestar un área enorme, y por la pérdida de empleos, tanto en el periodo de construcción, como después, para operar la represa.

“Nicaragua está creciendo de manera positiva, y ya estamos acercándonos a la necesidad de proyectos grandes para más electricidad. Tumarín nos habría asegurado energía para el crecimiento de muchos años. Ojala que otra multinacional tome el proyecto”, rogó.

Expertos: la renovable es mejor

Dos economistas consultados por Confidencial, coincidieron en las ventajas a largo plazo de insistir en el proyecto hidroeléctrico, más allá del hecho que el petróleo esté barato en este momento, sin olvidar que es mejor mover agua que quemar búnker.

Uno de ellos es Mario Arana, quien recuerda que cuando se formuló el proyecto se hizo en circunstancias diferentes a las actuales: altos precios de petróleo y planes de avanzar hacia un mayor aprovechamiento de la energía renovable, “pero los bajos precios actuales y a futuro del petróleo, nos hacen preguntarnos si este proyecto tiene vigencia”, valoró.

“El reto de Nicaragua es abaratar su matriz de energía eléctrica para aumentar los niveles de industrialización, desarrollar su infraestructura productiva, y dar mayor valor agregado a sus productos”, y plantea la oportunidad de replantearse la estrategia energética a futuro, en un panorama en el que el petróleo permanece barato, detalló.

“Una opción es que el país contrate energía barata en Centroamérica, porque hay dos centrales hídricas en Guatemala y Costa Rica que generarán a precios competitivos y tienen energía excedente; o bien, buscar las maneras de abaratar costos con nuevos proyectos y nuevas fuentes”, abundó.

Aunque su colega Juan Sebastián Chamorro, Director Ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), prefiere esperar el anuncio oficial de Tumarín, opina que “si se da ese retiro, es importante seguir manteniendo la idea de recuperarlo por medio de otro inversionista”.

Lo dice considerando una verdad de ese tipo de proyectos, a la que también hizo referencia Arana: las centrales hidroeléctricas son caras de construir, pero cuando el inversionista recupera su inversión y obtiene sus ganancias, el costo de generar energía resulta ser muy bajo.

“Lo peor que podría pasar es que se sustituyeran esos 253 MW por generación ineficiente y con base en petróleo. Incluso si el petróleo está barato ahorita, porque habrá que sustituirlo a largo plazo. Hay que pensar en la autosuficiencia energética”, recomendó.

La ventaja con Tumarín es que los inversionistas actuales han invertido grandes recursos en ingeniería (normalmente representa el 8% del costo total del proyecto); estudios de factibilidad, etc., que cuestan mucho dinero, y que estarían disponibles para el hipotético nuevo inversionista, a cuya búsqueda deberán abocarse tanto los funcionarios del sector público, como los empresarios del sector privado.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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