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Rubén Aguilar: “La dictadura de Ortega violenta el derecho a la libertad religiosa”

Politólogo mexicano analiza la “prudencia diplomática” del Vaticano, la “división” en la jerarquía de la Iglesia, y la complicidad de López Obrador

Daniel Ortega y Papa Francisco

Politólogo mexicano analiza la “prudencia diplomática” del Vaticano con Ortega y la “división” en la jerarquía de la Iglesia

Carlos F. Chamorro

20 de marzo 2023

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La crisis desatada por la dictadura en Nicaragua, con el recrudecimiento de la persecución contra la Iglesia católica y la suspensión de relaciones diplomáticas con el Vaticano, plantea una situación “muy complicada” para el papa Francisco y los obispos nicaragüenses, por los niveles de “confrontación” que promueven Daniel Ortega y Rosario Murillo “que están dispuestos a cualquier cosa”, considera el politólogo mexicano Rubén Aguilar.  

“La persecución sistemática a la Iglesia daña la imagen internacional del Gobierno de Ortega, revela el carácter brutal de esta dictadura que violenta uno de los derechos fundamentales del hombre, que es la libertad religiosa,”, dice Aguilar, experto en comunicación política, exjesuita, investigador de las relaciones Iglesia-Estado en México, y profesor de la UNAM y la Universidad Iberoamericana. Pero al mismo tiempo, la Iglesia y el Vaticano tienen que evaluar y decidir “si al defender las libertades, van a ganar o les va a tocar martirizarse, con más religiosos expulsados, o incluso la posibilidad de que sean asesinados”, advirtió.

En esta entrevista con CONFIDENCIAL y Esta Semana, Aguilar analizó la estrategia de “prudencia diplomática” del Vaticano y las divisiones en el seno de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, y cuestionó la “complicidad” de Alberto Fernández (presidente de Argentina) Lula da Silva (presidente de Brasil), y Andrés Manuel López Obrador (presidente de México), que se rehúsan a condenar a la dictadura de Daniel Ortega. 

 Hace un año, el régimen de Daniel Ortega expulsó de Nicaragua al nuncio apostólico sin brindar una justificación. Ahora ha suspendido las relaciones diplomáticas con el Vaticano, después de las declaraciones que brindó el papa Francisco a Infobae. ¿Cómo valoras la repercusión de este conflicto entre el régimen de Ortega y la Santa Sede a nivel internacional? 


Es complicada la situación de Nicaragua para la Iglesia católica. La persecución sistemática a la Iglesia católica en los últimos años por parte del régimen, en particular después del 2018, golpea la imagen claramente del Gobierno del presidente (Ortega) y su esposa la vicepresidenta Murillo, y le hace daño a la imagen internacional. Se ve como un gobierno que violenta uno de los derechos fundamentales, sagrado, como es la libertad religiosa. 

Rubén Aguilar Valenzuela, sociólogo y analista mexicano. Foto: Tomada de El Universal de México

La persecución contra la Iglesia

Con frecuencia se asocia la política de Ortega con la de sus principales aliados en América Latina, Cuba y Venezuela, que también han tenido tensiones con la Iglesia y conflictos con el Vaticano, pero nunca han llegado a imponer una suspensión de relaciones diplomáticas. ¿A qué atribuyes este radicalismo confrontativo de Ortega? 

Yo pienso que hay tres posibilidades. Una, que son mucho más hombres de Estado los gobernantes en el caso de Venezuela y de Cuba, y se ve como más pueblerino el de Ortega y su mujer. Dos, porque la debilidad estructural del régimen nicaragüense es mucho mayor que en Venezuela y Cuba, pues simplemente los siete posibles candidatos a la Presidencia que estuvieron encarcelados y ahora liberados, cualquiera de ellos hubiera ganado la elección. Entonces la debilidad es brutal y reacciona con una enorme fuerza contra la única posibilidad de una palabra distinta, diferente, que sería la Iglesia católica. Y tres, por una todavía mayor actitud autoritaria, arbitraria, que va caracterizando a esta dictadura que encabeza Ortega y su mujer. 

 En el siglo 19, México rompió relaciones con el Vaticano y se mantuvo así hasta 1992. ¿Se puede hacer alguna clase de paralelismo entre esa época mexicana, la revolución y luego el gobierno del PRI, y la dictadura de Ortega

No, de ninguna manera, porque aunque México no mantuvo relaciones oficiales, no teníamos una Nunciatura, pero siempre hubo un delegado. No había relaciones oficiales entre la Iglesia mexicana y el Estado mexicano, pues no era una Nunciatura la representación, pero siempre hubo una delegación. De hecho, el último delegado, (Girolamo) Prigione, antes de que hubiera relaciones oficiales en el Gobierno de (Carlos) Salinas, tenía una enorme influencia y presencia en la vida pública mexicana, y con un gran reconocimiento de parte del Gobierno. Me parece que es bien distinto. 

Esa persecución del régimen de Ortega contra la Iglesia católica, que incluye el encarcelamiento del obispo Rolando Álvarez, condenado a 26 años de cárcel, otro obispo exiliado, varios sacerdotes condenados y ahora desterrados, medios de comunicación de la Iglesia que han sido cerrados y hasta las procesiones religiosas, hasta los viacrucis, han sido prohibidos. ¿Puede mantenerse esta persecución en impunidad? 

No debería de mantenerse la impunidad que revela el nivel de persecución religiosa y el carácter brutal de esta dictadura que violenta uno de los derechos fundamentales de la Carta de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas, que es la libertad religiosa que no respeta el régimen nicaragüense. Yo, de todos modos, siento que la fuerza que tiene este régimen, que no la tiene por sí misma, la deriva de las fuerzas de Seguridad. Cualquier proceso de una elección que pudiera ser validada como tal, pienso que el Gobierno perdería la elección. En ese sentido, se mantiene sólo porque puede hacer fraude electoral y que detrás de esa posibilidad está que cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas. 

La Iglesia católica en Nicaragua, o al menos la Conferencia Episcopal, se mantiene en silencio ante esta situación, con mucho temor. Algunos dicen con mucha prudencia, ¿cómo analizas el desafío que enfrenta la Iglesia en Nicaragua frente a una dictadura totalitaria? 

Una característica de la Iglesia nicaragüense, que se expresa en la Conferencia Episcopal, es que hay división en la Iglesia. Hay un sector que ve con mucha claridad que el papel de la Iglesia debería ser crítico, defender de manera pública los derechos humanos, las libertades. Y hay otro sector de la jerarquía nicaragüense, que piensa que hay que llevarla en paz con el régimen y que mejor no meterse a eso con tal de que los dejen celebrar la misa, relacionar el servicio que tradicionalmente hace la Iglesia, sobre todo esta Iglesia con menos compromiso social. Y en ese sentido, probablemente la no definición de la Conferencia es no hacer evidente a su vez las divisiones al interior de la Jerarquía y la Iglesia en Nicaragua.

De otro lado, es posible también considerar que esta no intervención pública de denuncia, ante esta brutal dictadura, tenga que ver también en cómo conservan su espacio de movimiento, porque saben que cada declaración implicaría más cerrazón. Y no sé si estas decisiones de la conferencia tienen que ver más con un análisis político de la situación del país y el espacio que se cerraría teniendo una posición mucho más fuerte, y ceden a esa crítica a cambio de comprar espacio, de poderse mover en en las funciones tipo litúrgico y sacramental. 

Pero incluso en esas funciones litúrgicas, las parroquias están sometidas a espionaje político, las procesiones religiosas están prohibidas, y hay una confrontación abierta del régimen con el papa Francisco. Durante varios años, el Papa estuvo siendo criticado por su silencio en la crisis de Nicaragua. Ahora el Papa dijo: el Gobierno de Ortega es como una dictadura hitleriana o comunista. La reacción de Ortega ha sido la suspensión de relaciones. ¿Podemos esperar una política de mayor activismo de parte de Francisco y del Vaticano o de prudencia diplomática? 

A mí me sorprendió la declaración del Papa. Yo pienso que habían tomado la línea de los que manejan la política de la Iglesia en la Secretaría de Estado, hacia América Latina y en particular los que tiene que ver con Nicaragua de la prudencia diplomática. Las declaraciones del Papa tienen una consecuencia objetiva de esta forma rarísima de suspensión de relaciones que en el marco de la diplomacia internacional no existen. Existe ruptura o existe relación. Pero esta cosa que ya había aplicado el presidente es López Obrador, también de suspensión de nuestras relaciones con España, no sé si Ortega está copiando esta fórmula del presidente López Obrador. 

Me parece muy complicada la situación misma de la Iglesia porque ahí está la evidencia de la dictadura y se va cerrando el espacio. A pesar de esta prudencia, se cierra su espacio y no sé si es un mal cálculo de la Iglesia y que no tiene mayor resultado el aguantar, mantener el silencio, dejar que las cosas ocurran y que debería tener una acción más decidida, abierta, de parte de la Secretaría de Estado y del propio Papa. 

Por lo pronto, pienso que esta declaración sólo fue única y puntual, y que no se expresa una nueva política de la Secretaría de Estado y del Papa para relacionarse con Nicaragua y elevar la voz y el tono para hacer patente la brutal represión y persecución religiosa que vive. Yo me atrevería a decir con los elementos que tengo, que fue una acción puntual como advertencia, pero mantendrá la política de prudencia diplomática.

¿Pero cuál es la línea divisoria entre prudencia y complacencia frente a un régimen que está, no solamente increpando al Papa, sino también persiguiendo a la Iglesia católica en Nicaragua? 

Yo te diría que ninguna, pero te diría que mucha. Es una actitud complaciente de la Iglesia, desde luego. Pero uno podría decir ¿a cambio de qué?. ¿Si se eleva su nivel de confrontación, habrá sacerdotes asesinados, habrá fieles asesinados, habrá más obispos expulsados, se elevarán los niveles de represión?, que me parece que es lo que está pensando la Secretaría de Estado y el Papa. ¿Cuál es el costo, con un loco de la dimensión de Ortega y otra loca de remate que es su esposa, y que están dispuestos a cualquier cosa? Si en la relación costo-beneficio tiene sentido hacer esto, cuando se ve que el régimen está fuerte con el apoyo de las Fuerzas Armadas desde atrás, entonces me parece que ese es el cálculo de todos los días. ¿Tiene sentido? ¿Vamos a ganar o nada más nos va a tocar martirizarnos? Y a mí me parece también que la lógica del martirio no tiene mayor caso y que hay que pensar con mucho cuidado cada acción que tomes.

Por otro lado, Gobiernos como España y otros de América Latina han reaccionado con mucha fuerza ante la radicalización de la dictadura de Ortega, el despojo de nacionalidades a 317 ciudadanos, la condena al obispo Álvarez, y hay una demanda de justicia en el  informe de los expertos de la ONU, que han documentado pruebas de crímenes de lesa humanidad en Nicaragua. ¿Pueden el Vaticano, y la Iglesia, acompañar esta demanda de verdad y justicia contra el régimen de Ortega?

Yo pienso que sí y que lo deberían de hacer. Pero hay una diferencia brutal en el costo a pagar. El que un país diga que es dictador Ortega y que viola los derechos humanos, pues no tiene ningún costo para ese país en particular. Para la Iglesia, en particular, si tiene costo, que es más sacerdotes expulsados, más religiosos expulsados y la posibilidad incluso del asesinato de estos personajes por parte del régimen. En ese sentido, sí pienso que siendo (el Vaticano) reconocido como un Estado con embajadores en muchos países, en el caso de Nicaragua hasta con el nuncio expulsado, pues tiene que medir todos los días las decisiones. Porque para él sí tiene consecuencias en razón a sus fieles y a los sacerdotes, religiosos, con los que cuenta en Nicaragua.

Apátridas Nicaragua, México

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante su conferencia de prensa matutina en el Palacio Nacional de la Ciudad de México. EFE | Confidencial

La izquierda democrática y López Obrador 

¿Cómo valoras la reacción de los gobiernos de América Latina que se identifican en una tendencia progresista, y algunos claramente de izquierda democrática como Boric y Petro, que han cuestionado frontalmente a la dictadura de Ortega, otros como Argentina y México, que han sido en algún momento complacientes, y en otro han sido bastante ambiguos, y Lula, que en este momento no se conoce claramente cuál es su posición? 

A mí me parece que la nueva izquierda y el nuevo discurso de izquierda lo representa Gabriel Boric, en Chile. Yo no diría que el presidente López Obrador es de izquierda, es un priista como siempre. Ahí se pasó 15 años de su vida, y es un hombre muy ambiguo que en el caso de Nicaragua, de Venezuela, en el caso mismo de Cuba, pues vive en un viejo esquema y no se atreve a denunciar las dictaduras. A mí me parece que la fuerza de Boric, que la siento muy importante en su claridad y su posicionamiento. Igual que un hombre que sí viene de la izquierda como Petro, que no es el caso ni de Fernández ni de López Obrador, si de Lula, pues me parece que están equivocados estos Gobiernos de no denunciar las dictaduras como debiera de ser y no parecer como cómplices de estas dictaduras en razón no sé de qué, porque, ¿qué implica en los intereses de una economía como la mexicana en Nicaragua? Ninguna. Entonces, yo pienso que es condenable la posición de los gobernantes de Lula, de Fernández y de López Obrador respecto a las dictaduras en América Latina. Y muy respetable ahora la posición de Boric y de Petro, con razón al caso particular de Nicaragua. 

En el caso de Nicaragua, López Obrador invoca la doctrina Estrada para evitar condenar las violaciones a los derechos humanos y la demolición de la democracia. Pero en el caso de Perú no solamente opina, sino que interviene políticamente. 

Descaradamente. Es un hipócrita, para mí, el presidente López Obrador. Él no debe de saber ni qué es la doctrina Estrada, porque la doctrina Estrada no es exactamente eso que algunos plantean, que México no puede meterse en ninguna... La mejor política exterior de México, a lo largo de su historia, es precisamente cuando intervino, cuando intervino para desconocer a la dictadura de Franco, cuando intervino para desconocer a la dictadura de Pinochet, cuando intervino para desconocer a la dictadura de Somoza, cuando intervino para reconocer como fuerza beligerante en la declaración mexicana francesa a la guerrilla salvadoreña. Esta es la gran buena política exterior mexicana, la del presidente López Obrador da vergüenza. Es una política exterior pueblerina. Él mismo ha dicho, toda la vida, que la mejor política exterior es la interior. Claro que interviene y ha intervenido, violando toda norma en el caso de Perú y ahora se hace tonto para el caso de Nicaragua. 

¿Esta política de López Obrador, llamémosle de neutralidad o complicidad hacia la dictadura de Nicaragua  es invariable? ¿Podría cambiarla algún candidato de Morena a la Presidencia, que parecieran ser los favoritos a la presidencia de México en la próxima elección?

Yo pienso que tiene ventaja el partido oficial, Morena, en razón a la elección de 2024, pero no lo veo como determinismo. A mí me parece que hay un espacio de lucha real. Ahora vamos a ver qué pasa en la elección de Coahuila y en la elección del Estado de México. Todavía dos Estados que nunca ha perdido el PRI. Pero, yo sí pensaría que, algo semejante a lo que ocurrió en el caso de Bolivia, donde gana el partido de Evo Morales, pero con un personaje (Luis Arce) que había estudiado su doctorado de Economía en Harvard, que fue ministro de Hacienda, que no es un populista. Yo pienso que cualquiera de los candidatos de Morena, las tres “corcholatas” de las que habla el propio presidente, no serían populistas y que este tono de ambigüedad del presidente de López Obrador, pues pienso que habría que entrar en otro estadio de las cosas. Pero no doy por hecho que necesariamente Morena va a ganar en 2024. Pienso que la oposición tiene muy buenos candidatos que todavía no los hace presentes por la agresión frontal que les haría el presidente. A mí me parece que, en el momento en que la oposición lance a sus candidatos, va a empezar a crecer y vamos a ver una contienda competida en 2024 y esperaría que haya un cambio de la política exterior de México. Lo deseo profundamente. 


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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