4 de junio 2016
El Congreso Nacional Sandinista ratificó en voto a mano alzada y por unanimidad la séptima candidatura presidencial del comandante Daniel Ortega y le autorizó a designar a su compañero de fórmula y la lista de diputados departamentales y nacionales ante la Asamblea Nacional y ante el Parlamento Centroamericano para las elecciones generales del próximo 6 de noviembre.
El evento sobre el cual se mantuvo un absoluto hermetismo se desarrolló sin sorpresas en el antiguo Olof Palme, donde Ortega revivió su discurso antimperialista y rechazó la posibilidad de permitir la presencia de observadores electorales independientes en los comicios.
Para al menos tres exmiembros del FSLN que ocuparon posiciones destacadas dentro de la antigua estructura de ese partido, el evento no depara ninguna sorpresa sobre el comportamiento del aparato familiar en el que consideran que Ortega ha convertido al Frente Sandinista.
“No sé cómo le pueden llamar a eso congreso. Es una reunión de levanta manos. Ni se sabe quiénes son los delegados (porque) todos son mudos, ninguno habla. Lo tienen prohibido”, critica la comandante guerrillera y exdiputada Mónica Baltodano.
El comandante de la Revolución, Henry Ruiz, también conocido como comandante Modesto, considera que en la actualidad, el congreso del partido de gobierno solamente “es una formalidad para cumplir con las obligaciones de partidos políticos que exige el Consejo Supremo Electoral”, pero sostiene que este carece de mecanismos y posibilidades para promover cualquier debate.
Fundando en 1961, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), encabezó la insurrección popular que derrocó a la dictadura somocista en 1979 y cinco años más tarde, en 1984, asumió el poder por la vía de las urnas, con Ortega como presidente. Desde entonces han ocurrido cinco elecciones presidenciales más y el FSLN no ha tenido otro candidato a la Presidencia de la República.
Téllez estima que el FSLN actual dejó de ser un partido revolucionario y “ahora es una maquinaria política al servicio de una familia en el poder”.
Ortega tampoco ha permitido competencia al frente del FSLN. En 1994, Henry Ruiz aceptó disputar a Ortega la secretaría general del partido. El intento de quien fue uno de los nueve comandantes de la Revolución y líder de la guerrilla sandinista en la montaña fue frustrado y años más tarde, cuando Ortega iniciaba las negociaciones del pacto con el caudillo liberal Arnoldo Alemán, "Modesto" se retiró del partido.
Ruiz afirma que "el Frente Sandinista no nació de una concepción democrática, sino bajo las condiciones de una lucha clandestina y frontal en contra de la dictadura somocista y en esa lógica su estructura era política-militar, de disciplina vertical".
Sin embargo, tras la derrota electoral de 1990, el partido necesitaba autoevaluarse y precisaba iniciar un proceso de democratización, al cual Téllez afirma que Ortega se opuso.
"Para mediados de los años 90 Daniel Ortega ya había logrado imponerse en el Frente Sandinista. Lo hizo por dos vías. Por tener el poder de ser la figura pública del Frente de mayor relieve. Y por la ya conocida estrategia de que cada vez que alguno no estaba de acuerdo con él le montaba la campaña: 'traidor', 'vendido', 'agente de la CIA, del imperialismo, de la socialdemocracia internacional…'", aseguró Téllez en enero de 2013, en una entrevista publicada por la Revista Envío.
La también historiadora considera que "el orteguismo ha llevado al Frente Sandinista a abandonar totalmente su afán transformador de la sociedad para convertirlo en una continuidad del modelo de actuación política de la dictadura somocista". Y sentencia: "Lo que ha experimentado el Frente Sandinista no es propiamente un proceso de involución. Es un colapso".
Baltodano, por su parte, autora de los cuatro tomos de Memoria de la Lucha Sandinista, valora que "es una tristeza que tantos muertos y tanta lucha terminen en patrañas tan grandes como lo es todo el funcionamiento actual de lo que antes fue el FSLN".
"Lo que hoy vemos es una corte que va a dar supuesta legalidad a algo que no la tiene", dice Baltodano en relación al Congreso.
"En realidad, no existe el Frente Sandinista --estima-- lo que hay es un aparato del comandante Ortega y Rosario Murillo para controlar todo hacia abajo. El FSLN ya ni siquiera es una organización, porque no tiene los más mínimos procedimientos de una. Lo que hemos visto es cómo cualquiera que se sale de esa correa de ordeno y mando de Ortega ha sido expulsado".