19 de enero 2017
Daniel Ortega aspira a gobernar Nicaragua por diez años más. El mandatario, que fue designado por el Consejo Supremo Electoral (CSE) como ganador de las pasadas elecciones presidenciales y legislativas del seis de noviembre, dijo durante la juramentación de su gabinete que él gobierna "por jornadas de diez años", con lo que este -que es su cuarto mandato- sería el inicio de una nueva década en el poder, hasta el año 2027.
"Nuestras jornadas son de 10 años, una jornada de 10 años del 79 al 90, hubo una jornada de 10 años del 2007 al 2017, y ahora vamos a la otra jornada porque hay que trabajar pensando hacia el futuro, o sea no se puede conducir un país, no se pueden conducir programas económicos de mediano y largo plazo sin trabajar con una proyección de largo plazo y ternemos que trabajar con proyecciones de largo plazo para beneficio de todos los nicaragüenses", dijo Ortega.
Daniel Ortega -que controla todos los poderes del Estado- ha usado su poder e influencia en la Corte Suprema de Justicia y en la Asamblea Nacional, para garantizarse fallos judiciales que le permitieran perpetuarse en el poder, así como una reforma constitucional que le despejó las prohibiciones que le impedían reelegirse, con lo que pudo participar en las elecciones de 2011 y repetir en las de 2016, y ahora, aparentemente, hasta la eternidad.
El presidente, que desde el 10 de enero gobierna con su esposa Rosario Murillo como su vicepresidenta en un gobierno familiar, enfrenta este cuarto mandato en un ambiente de incertidumbre, con la llegada de Donald Trump en Washington a partir de mañana y la gran interrogante que plantea sobre las relaciones con Centroamérica y las políticas migratorias. Además, pesa sobre Nicaragua la amenaza de la iniciativa conocida como Nicaragua Act, impulsada por congresistas republicanos, que condiciona préstamos de organismos multilaterales. A eso se suma la disminución de la cooperación petrolera venezolana, el combustible que le permitió a Ortega sortear la crisis económica y desarrollar un gobierno clientelar, con dádivas a los más pobres.
Además, el gobernante demostró que se ha quedado solo. En diez años ha logrado aislar a Nicaragua. Una muestra fue su toma de posesión, a la que solo asistieron cinco presidentes y no hubo alta representación de regiones tradicionalmente amigas del país, como los países del norte de Europa, España o Benelux.
El comandante es un personaje permanente en la historia reciente de Nicaragua y ha estado involucrado en la vida política del país desde 1979, tras el triunfo de la revolución popular sandinista. Ya gobernó en 1984, luego pasó a ser líder de la oposición durante el gobierno de la ex presidenta Violeta Barrios Chamorro -encabezando una oposición que intentó desestabilizar la Administración Barrios Chamorro con asonadas y manifestaciones cotidianas-, regresó al poder en 2006 después de tres fracasos electorales y se perpetúo en él tras las reformas que impulsó de cara a las elecciones de 2011.
Lejos de creer en la importancia de la alternancia en el poder para fortalecer la democracia, Ortega, mesiánico, se ve él mismo como la única persona capaz de gobernar a Nicaragua, imponiendo en el país un modelo autoritario, corporativista y autocrático, donde las decisiones se toman en familia y las cumplen un círculo cercano de operadores.
En diez años en el poder Ortega no solo ha destruido las instituciones democráticas, sino que prácticamente acabó con la autonomía municipal y mantiene un castigo permanente con aquellas alcaldías consideradas opositoras, que no reciben de parte del gobierno las transferencias establecidas en la ley.
"Independientemente de quiénes estén en diferentes responsabilidades en nuestro país, lo importante es que se van estableciendo las bases que permiten marcar una ruta de bienestar, de futuro para los nicaragüenses", dijo Ortega en la ceremonia realizada este miércoles en Managua en la que, dejó claro, inauguraba una nueva década en el poder.
Moncada, el nuevo canciller
Ortega juramentó al general retirado Denis Moncada Colindres como su nuevo canciller, como parte de una serie de cambios anunciados este miércoles en su Gabinete de Gobierno.
Moncada, de 68 años, vicecanciller desde 2013 y embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA) desde 2007, cuando Ortega retornó al poder, sustituirá a Samuel Santos, quien ocupó el cargo durante 10 años.
El nuevo canciller fue fundador del extinto Ejército Popular Sandinista, en 1979, donde fue segundo jefe de la Dirección de Contra Inteligencia Militar, y Auditor General de las Fuerzas Armadas, entre otros cargos, según su biografía oficial.
Ortega, junto a su esposa y vicepresidente, Rosario Murillo, juramentaron al nuevo Gabinete de Gobierno de su periodo, al que le hicieron leves cambios respecto al periodo anterior.
El mandatario exguerrillero, que asumió su cuarto mandato y tercero consecutivo el 10 de enero pasado, realizó cambios en la Cancillería, la Presidencia y el Ministerio de Gobernación.
Ortega nombró a Santos, su anterior canciller, en el cargo de asesor de la Presidencia con rango de ministro para Políticas y Asuntos Internacionales.
El gobernante de Nicaragua nombró al exvicepresidente Moisés Omar Halleslevens como ministro delegado para asuntos específicos de la Presidencia, pese a que debía ocupar una plaza como diputado, según la ley.
En su nuevo cargo, Halleslevens prácticamente desempeñará las funciones que realizó como vicepresidente de Nicaragua entre enero de 2012 y enero de 2017, como es dirigir el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conicyt) y asistir a reuniones y actos a nivel de representación de Ortega.
El mandatario también nombró a María Amelia Coronel Kinloch como ministra de Gobernación, en sustitución de Ana Morales.
(Con información de EFE).