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Ortega impone a la JS como el "relevo de la revolución"

Ortega no habló de elecciones, crisis del INSS o denuncias de lavado de dinero, y se solidarizó con el régimen represivo de Maduro

Daniel Ortega junto a miembros de la JS en el acto oficial del 19 de julio. W. Miranda | Confidencial.

Wilfredo Miranda Aburto

20 de julio 2017

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Fue discreto. La entrada del comandante Daniel Ortega a la Plaza la Fe este 19 de julio, durante el 38 aniversario del triunfo de la revolución sandinista, no fue tan pomposa como en otras ocasiones. No llegó a caballo como en 2006 o sobresaliendo por el techo de su Mercedes Benz blindado como el año pasado, por ejemplo. Sin preámbulos, el mandatario apareció en la tarima principal a las 3:30 de la tarde, acompañado del presidente boliviano Evo Morales. Habría de ser un acto particular. El mandatario daría por finalizada la cita a causa de la lluvia, que tampoco le permitió dar un largo discurso.

Fue un discurso brevísimo en realidad. Probablemente, el más corto del mandatario sandinista un 19 de julio: 17 minutos. En lo poco que dijo, el comandante Ortega aupó a la Juventud Sandinista como relevo del liderazgo de la revolución que, supuestamente, su gobierno impulsa.

“Esta juventud que ya está haciendo historia, esta juventud que ya está relevando la conducción de este proceso revolucionario. Ya tenemos una nueva generación en pie de lucha por la paz, por el trabajo, que es la juventud nicaragüense”, afirmó Ortega. De esa manera, reconocía el nuevo partido que su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, ha erigido en detrimento de la vieja guardia del partido que todavía acompaña al caudillo sandinista en la actualidad.


Murillo se miraba ansiosa a esa hora. La brisa caía sobre Plaza la Fe y un fuerte viento proveniente del lago Xolotlán aumentaban más la sensación de torrencial. La primera dama puso sobre su vestido con motivos morados un impermeable gris, y desde el podio principal miraba cómo los asistentes abandonaban el acto. Era la primera vez que Murillo participaba en un 19 de julio como una autoridad electa por el voto popular tras unas cuestionadas elecciones que tuvieron un alto índice de abstención. Sin embargo, ella no fue el centro de atención esa tarde. De hecho, lo más notorio fue la ausencia del presidente Nicolás Maduro, que en enfrenta una grave crisis política, social y humanitaria. El "heredero" de Hugo Chávez es un asiduo en los actos partidarios del Frente Sandinista. Participó en 2016 en el del 19 de julio, y a principios de este año en la toma de posesión de los Ortega-Murillo.

Carlos Herrera | Confidencial

Tanto como Murillo y Ortega respaldaron a Maduro en sus intervenciones. El mandatario sandinista fue más explícito y condenó las críticas del gobierno de Donald Trump y otros países, como México, que exigen al régimen chavista suspender la Asamblea Constituyente prevista para este 30 de julio, y que pretende anular los poderes públicos de ese país petrolero.

“Estamos con ustedes, el gobierno de Nicolás fue electo por el pueblo venezolano, no fue electo en otro país. No fue electo en otro país. Las votaciones para elegir a Chávez y a Nicolás se realizaron en Venezuela, no se realizaron en otro país”, argumentó Ortega.

Pocas figuras relevantes 

Evo Morales fue la figura de más peso que acompañó a la pareja presidencial durante este 19 de julio. El segundo y último presidente que acudió a Managua fue Salvador Sánchez Cerén, un viejo aliado ideológico salvadoreño del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Cuba, como siempre, mandó a su vicepresidente Miguel Díaz Canel.

Dos ex presidentes centroamericanos, Manuel Zelaya (Honduras) y Álvaro Colom (Guatemala), fueron saludados por Murillo. El nuevo gobierno de Lenin Moreno en Ecuador envió a su cancillera María Fernanda Espinoza a la Plaza de la Fe, mientras que el resto de lugares fueron llenados con los asistentes del Foro de Sao Paulo, celebrado previo al 38 aniversario de la revolución en Managua: Decenas de representantes de partidos políticos y movimientos de izquierda de la región.

En la tarima izquierda estaban congregados las jefaturas del Ejército y la Policía, magistrados de los poderes públicos, y los diputados de la Asamblea Nacional. En la tarima derecha estaban algunos sacerdotes católicos cercanos al régimen, como Neguib Eslaquit. El párroco se puso de pie cuando Murillo saludó al clero. Se le hinchó el pecho y, con su celular en modo video, esperó que la vicepresidenta lo llamara por su nombre. No fue así. Fue un saludo general y Eslaquit regresó al asiento, un tanto desilusionado.

A quienes sí llamó por su nombre, y de hecho fueron condecorados con las órdenes Augusto C. Sandino y Rubén Darío, fueron el independentista puertorriqueño Oscar López Rivera, y los dos periodistas mexicanos Edgard Hernández y Pedro Talavera. Los reporteros son los autores del documental La Ofensiva Final, que documentó la insurrección sandinista contra la dictadura de Somoza.

Ellos fueron invitados, confesó Ortega, después que leyeron un reportaje en el diario La Prensa sobre el documental. De esa forma se convirtieron en invitados especiales, tan escasos este 19 de julio. Todos los invitados adularon a "Daniel y Rosario" en sus arengas. Casi no fueron mencionados los héroes y mártires que protagonizaron la caída del somocismo. Fue un acto para la pareja.

Antes que el comandante Ortega tomara la palabra sonó un mix de canciones testimoniales y, como siempre, uno de los "hits" preferidos: El Gallo ennavajado. Preludio de las intervenciones del eterno candidato del Frente Sandinista. La letra salía estridente de los parlantes: "Se fueron esos tiempones que los viejos barrigones engañaban a mi pueblo robando las elecciones". En la tarima izquierda el magistrado del Poder Electoral, Roberto Rivas, vestido con una guayabera color menta, agitaba su puño en el aire.

 Ortega presumió en su discurso “de la gran unidad nacional”, que en sus palabras existe entre “los trabajadores de la ciudad y el campo, obreros, campesinos, los productores, los emprendedores, los pequeños empresarios, y los grandes empresarios”.

Este esquema ha contribuido con la reducción de la pobreza, según el caudillo sandinista. A medida que la lluvia arreciaba, la plaza iba quedando vacía. Ortega lo notó y cuando el aguacero era un hecho, abortó su discurso. “¡Llegó la lluvia! ¡Llegó la lluvia! ¡Bendita lluvia!”, exclamó el comandante Ortega, y dando por finalizado el acto.

¿Habría contemplado el comandante Ortega en su discurso abordar la crisis del Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS), el escándalo de corrupción en Guatemala y lavado de dinero que envuelve a Nicaragua? ¿Habría informado sobre el proyecto del Canal Interoceánico u otro tema de interés nacional? Tampoco mencionó las próximas elecciones municipales y quiénes serán candidatos a alcaldes por su partido. No lo sabremos. La lluvia calló al presidente Ortega.

El guion final del acto fue acelerado por el mal tiempo. El brillo de los fuegos artificiales eran sofocados en el cielo por las gotas. De pronto, en la Plaza la Fe hubo caos: Feroces pleitos entre los asistentes, desmayados y confusión. Minutos después en las tarimas principales no quedaba nadie. Solo la música del régimen y los Árboles de la Vida brillando como lentejuelas mojadas.


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Wilfredo Miranda Aburto

Wilfredo Miranda Aburto

Periodista. Destaca en cobertura a violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal en territorios indígenas, medio ambiente, conflictos mineros y ejecuciones extrajudiciales. Premio Iberoamericano Rey de España 2018.

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