11 de julio 2016
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El comandante Daniel Ortega está frente a un dilema que no es, precisamente, ganar las elecciones de noviembre próximo, sino cómo seguir gobernando en el futuro, planteó Manuel Orozco, politólogo e investigador del Diálogo Interamericano basado en Washington. Pese a que el caudillo sandinista ejerce un poder “monopólico casi completo” de la fuerza, la economía y la sociedad, la represión “sistemática” parece ser el camino para resolver problemas internos en el país. Y eso plantea muchas dificultades.
A las dictaduras –apuntó Orozco en el programa Esta Semana–cuando la “ecuación perfecta” no les resulta, se quedan con dos opciones: la represión, que ya se vive en Nicaragua, o se reforman.
“En la historia de Daniel Ortega la tradición de reforma política es cero. Es un PRI represivo”, sostuvo el experto, en referencia al Partido Revolucionario Institucional mexicano, que gobernó ese país de forma hegemónica.
El análisis de Orozco apunta que desde las elecciones de 2011, cuando Ortega fue reelegido en un proceso electoral opaco, el Frente Sandinista tuvo una conversión. “Cambió de cara”, en sus palabras. Es decir, “ya no es Frente Sandinista sino un Frente Ortega-Murillista”, opinó el también experto en temas de desarrollo, migración, remesas familiares.
“Quien está gobernando no es el partido, ni los cuadros claves. Es básicamente un pequeño círculo de poder alrededor del señor Ortega y su esposa (Rosario Murillo). Las realidades son diferentes en ese sentido: no es un PRI al estilo mexicano, sino que es un partido dominante, único, con un fuerte recurso a la represión”, analizó Orozco.
Orozco vuelve al “dilema de Ortega”, porque ganar las elecciones generales no será mayor problema, ya que controla el engranaje electoral y ha cerrado la puerta a la oposición real, representada en la Coalición Nacional por la Democracia, quien utilizaba la casilla del Partido Liberal Independiente (PLI) de Eduardo Montealegre. El conflicto lo plantea que tanta represión acarrea “muchos costos”.
“La sostenibilidad a través de la represión de cualquier régimen solamente ocurre en el corto plazo. Tiene una función táctica no de estrategia de mantenerse permanentemente en el poder. Es para resolver problemas internos, protesta social”, señaló Orozco.
De acuerdo a su análisis, en el caso de la Nicaragua gobernada por el caudillo sandinista, la represión se está usando de “una manera sistemática y extendida”, que va más allá de una estrategia táctica, sino que tiene que ver con una mezcla de desesperación para tratar de mantener el control ante una situación real.
“Cuando se tiene el monopolio casi completo de la fuerza, la economía y la sociedad, ya no sabes qué más recursos utilizar para controlar a la sociedad y al país”, afirmó el experto.
El comandante Ortega asumiría su tercer periodo consecutivo en un ambiente no tan amigable para su causa. Enfrenta el tema de la sucesión en el propio FSLN, los problemas económicos de la población y el incierto futuro del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, que le ha surtido de tres mil 500 millones de dólares para mantener a flote su proyecto autoritario.
“El dilema es continuar gobernando bajo esas circunstancias. Los métodos a mano son la represión que puede acarrearle mucho costo, la alianza con sectores nuevos, porque los cuadros políticos de oposición fuera y dentro del partido están envejeciéndose, se están jubilando, saliendo de la vida política. Entonces hay que renovar”, sostuvo.
Los dilemas de el COSEP
Ortega ya ha entendido esa renovación, dice el estudioso, al forjar una alianza con el sector privado aglutinado bajo las siglas del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP).
“El COSEP es un actor importante en esa renovación. Otro actor puede ser uno dentro del sandinismo que le permita re energizar el apoyo de la militancia del FSLN, porque es un partido que lleva más de 40 años de estar activo, y se desgasta con el tiempo. Y para renovar el desgaste se busca hacer alianzas desde adentro, con alguien que sea leal a Ortega”, añadió.
Pero el COSEP también tiene sus propios dilemas. Por ahora la relación de diálogo, que Orozco llama privilegiada sobre otros sectores sociales y políticos, “está perpleja” porque Ortega “les ha cerrado las puertas”.
“La relación que se mantenía ha desaparecido de alguna manera. Y esa es la interrogante más grande en este momento. Y es lo que el presidente Ortega está tratando de decir con ese cierre de puertas”, dijo Orozco. “¿Será que quiere un balance de poder con una tercera fuerza económica que viene de su familia o sus círculos, e independiente del COSEP y el gobierno? ¿O será que simplemente hay un problema de cálculo político de Ortega de no valorar al COSEP?”, planteó.
Por otro lado, el COSEP no tiene capital político per se, sino que ha ejercido un rol subordinado de revisar los temas económicos, según el investigador del Diálogo Interamericano. “Es la interrogante más grande y el tema más importante que determinará el éxito de la gobernabilidad de Ortega”, dijo.
Orozco subrayó que si bien el rol de la empresa privada está circunscrito a lo económico, las declaraciones del COSEP en apoyo a la observación y al proceso electoral justo, los catapulta al plano político.
“La pregunta es qué tanto estarán dispuestos a arriesgar para presentar o plantear reformas importantes en los próximos años. Dentro del COSEP no hay una perspectiva de qué planteamientos hay que hacer al señor presidente para hacer reformas al país”, aseveró Orozco.
Elites centroamericanas contra la corrupción
El investigador Manuel Orozco explicó que en Centroamérica las élites económicas son más proactivas ya que impulsan, de cierta manera, una agenda anti corrupción. Aunque el COSEP tenga convicción por la democracia y el cambio político, no tienen “perspectiva de qué rumbo debe llevar al país”.
“El ambiente de cuáles son las posibilidades, las recomendaciones de reformas políticas, no ha sido puesto sobre la mesa. ¿Qué podría decir el gobierno? Trabajemos juntos en temas concretos. Corrupción puede ser uno, reforma a la ley electoral puede ser otro. Hay propuestas que podría plantear COSEP que no se están haciendo. Mi teoría hay una falta de imaginación de qué se puede proponer”, insistió.
Molestia en EEUU
La expulsión del catedrático Evan Ellis y de otros dos funcionarios estadounidenses por parte del gobierno de Daniel Ortega, no rompió las relaciones entre ambas naciones, pero sí creó una fisura, a juicio de Orozco.
“Hay una oferta de cooperación con expertos que tienen que manejar todo lo que tiene ver con el tema comercial, a través de aduanas, control de acciones terroristas, temas globales y un gobierno amigo los expulsa. Tiene muchas consecuencias, de contrólales de mercancías, que tienen que pasar por estos tipo de control que no van a poder ser monitoreados, porque la asistencia técnica fue rechazada”, advirtió el investigador.
Orozco dijo que Estados Unidos tiene “reconocimiento claro” que todo lo que Ortega ha estado haciendo va en contra del proceso democrático nicaragüense. Y eso, dijo, va a tener un efecto directo en la legitimidad de las elecciones.
“Para Estados Unidos eso es claro y el significado de todo esto es que cualquier proceso electoral que ocurra bajo estas circunstancias, no tendrá el peso de legitimidad que el país ha tenido en otros momentos”, afirmó.
