24 de julio 2016
Las culpas del antimperialismo que “quiere humillar a los pueblos de nuestra América”, las consecuencias del capitalismo salvaje “que oprime al pueblo”, y por otra parte sus méritos revolucionarios, los elogios a su esposa y vocera Rosario Murillo y las acusaciones de “ratas” y “traidores” a los sandinistas que se separaron del FSLN y hoy cuestionan el rumbo autoritario de su gobierno, fueron durante casi una hora los únicos temas en torno a los cuales el comandante Daniel Ortega se dirigió a sus seguidores concentrados en la Plaza de la Fe el pasado 19 de julio, durante la celebración del 37 aniversario de la revolución de 1979.
Opositores sandinistas y liberales coindicen en que Ortega no abordó ninguno de los temas importantes para el país o para un gobernante que busca mantenerse en el poder.
Por el contrario, afirman, mantuvo un discurso vacío y rencoroso, que únicamente está a la medida de sus pretensiones de ser reconocido como un ¨líder mundial de izquierda¨, su visión de ser la supuesta cabeza de una revolución, y de afirmarse como el todopoderoso secretario general del gobernante Frente Sandinista, donde no ocurre nada si no es su voluntad.
La expectativa principal con el discurso de Ortega era si anunciaría o no a Murillo como su compañera de fórmula. El caudillo elogió a su esposa en su discurso, pero no la anunció a ella ni a nadie más, dejando la incógnita que debería responder a más tardar el próximo 2 de agosto, cuando se vence el plazo para la inscripción de las candidaturas para los comicios del 6 de noviembre, un proceso para el cual el mandatario mantiene conculcado el derecho a la observación y ordenó sacar del camino a la opositora Coalición Nacional por la Democracia, para una contienda sin competencia.
“No le importan los pobres ni la pobreza”
Nicaragua está a menos de cuatro meses del día de la votación, pero Ortega tampoco se refirió al tema electoral ni a los desafíos que enfrenta su gobierno en el país, entre estos la reducción real y tangible de la pobreza, que fue su principal promesa de campaña cuando regresó al poder en 2007.
Al economista y excandidato presidencial Edmundo Jarquín no le sorprende que Ortega haya callado sobre los principales problemas del país ni de los pobres que ese partido asegura representar.
“Yo creo que no los menciona porque en primer lugar, después de diez años de gobierno, Ortega no tiene nada que decir al respecto”, afirma. La segunda razón que advierte es que “desde el observatorio blindado con el cual (Ortega) mira a Nicaragua, a él ya no le importan los pobres ni la pobreza”.
En una entrevista con el programa de televisión Esta Noche, Jarquín citó la encuesta más reciente sobre medición de pobreza realizada por la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (Fideg) y señaló que esta ubicó la pobreza en un 39%, pero considerando que hay un ingreso de 70 córdobas por persona al día. “Si subimos a 85 córdobas ese ingreso (entonces) la tasa de pobreza se va arriba del 50%, de tal manera que Ortega no puede mencionar nada absolutamente de la pobreza”, sentencia.
Jarquín estima que la celebración oficial del 19 de julio se ha convertido en un acto de culto a la personalidad de Ortega, al mismo tiempo que se ha intentado reducir la revolución de 1979 a una gesta de él y su esposa.
“Teme a la cohesión interna”
Ortega sí aprovechó su discurso para insistir en las críticas a los exmiembros del Frente Sandinista, sobre todo a quienes han criticado sus políticas de gobierno durante esta nueva década. El caudillo del FSLN afirmó que después de la derrota electoral de 1990, “cuando se ve que se está hundiendo el barco saltan las ratas”.
“Empezaron a criticar al Frente Sandinista… Después de tener los discursos más radicales, después de tener las posiciones más extremistas, ahora los vemos caminando del brazo de la derecha… Increíble que quienes juraron antimperialismo en estas plazas, del 79 al 90, entonces no vieron errores cuando estaban en el Gobierno, no vieron fallas”, acusó.
Disidentes y críticos del FSLN reaccionaron a sus descalificaciones.
La comandante guerrillera y exdiputada del FSLN en el período 1997-2001, Mónica Baltodano, calificó las acusaciones de Ortega como “groseras e irrespetuosas con quienes lucharon, se jugaron la vida, entregaron lo mejor de sí” y que a su juicio “se han mantenido fieles a los principios sandinistas”.
Baltodano se separó del FSLN diez años después de la derrota electoral, tras criticar y denunciar el pacto de Ortega con el caudillo liberal Arnoldo Alemán en el año 2000. En 2006, participó en la alianza electoral del MRS que postuló primero al exalcalde Herty Lewites, expulsado del FSLN, y fallecido en julio 2006, y luego la fórmula Edmundo Jarquín-Carlos Mejía Godoy, desde el Movimiento por el Rescate al Sandinismo. Desde entonces, se ha dedicado a recopilar y escribir las memorias de la lucha sandinista en una colección que ya suma cuatro tomos.
“Descalifica que (Ortega y Murillo) intenten convertirse en los únicos protagonistas de la revolución o cómo que ellos la hicieron. Esa es otra estafa más, como la estafa de decirse de izquierda y antimperialismo”, critica Baltodano.
La comandante guerrillera considera que Ortega se empeña en la crítica virulenta con los demás protagonistas de le revolución y antiguos miembros del partido que ahora controla porque “el riesgo más grande que él tiene es con el propio sandinismo”.
“Ortega tiene mucho temor a la cohesión interna y él sabe que adentro hay muchas heridas por varios factores”, asegura Baltodano.
La ahora historiadora añade que si Ortega quisiera asemejar el proyecto revolucionario a un barco, lo que cabe preguntarse es “¿quién es el que lo abandonó?”. “Él debería de tener cuidado con esas palabras porque se le pueden voltear”, advirtió. “Nada de lo que él está haciendo —agregó—tiene que ver con aquel proyecto histórico. Entonces en todo caso, el que ha abandonado es él y no nosotros”.
Un mensaje para su oposición interior
El político liberal Eliseo Núñez Morales valora que el discurso de Ortega no solo fue “anacrónico” porque a su juicio el caudillo no entiende que “son tiempos diferentes” a los años en los que se culpaba por todo al “imperialismo”.
Además, considera que se trató de un mensaje para su oposición interna. “Decir yo soy leal a mis leales es un mensaje que en política se da porque hay conflictos internos. El discurso de Ortega va para quienes de alguna manera él siente que pueden salirse de su línea dentro del partido (….), le está diciendo a su oposición interior yo soy lo suficientemente fuerte como para hacer lo que quiera en este país”, afirma Núñez.
Sin embargo, Baltodano estima al respecto que a diferencia del 2006, cuando ella opinó que el proyecto de Ortega estaba en ascenso y expansión, “ahora está llegando a sus puntos máximos” y cree que “vamos a poder asistir a procesos de descenso y deterioro”.
Núñez y Baltodano coincidieron por separado en que bajo estas condiciones es que se explican los recientes actos que Ortega ha dirigido contra el proceso electoral actual. “Por eso es que está atropellando de manera tan brutal los pocos mecanismos de democracia o la poca apariencia de democracia que aún quedaban”, lamenta Baltodano.