22 de diciembre 2021
Una foto de uno de los hijos de Daniel Ortega, Laureano —su asesor de inversiones— y el viceministro de relaciones exteriores de la República Popular de China, Ma Zhaoxu, selló el acuerdo con el cual el régimen de Nicaragua reconoció a la República Popular de China como la única China en el mundo. Así dejaron atrás las relaciones con Taiwán, al que Nicaragua reconoció en 1990, cuando la presidenta Violeta Barrios inició la transición democrática tras el primer gobierno sandinista de los ochenta.
El retorno a los brazos del gigante asiático confirmó también la reactivación de una serie de contactos antidemocráticos del gobernante nicaragüense, cuya legitimidad ha sido puesta en duda por una amplia mayoría de países de la comunidad internacional desde las votaciones de noviembre pasado, marcadas por la represión y la falta de garantías democráticas.
Para el profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Panamá, Euclides Tapia, la geopolítica de Ortega coloca a Nicaragua en medio de un conflicto entre naciones grandes, se trate de China con Estados Unidos o de Rusia contra los mismos estadounidenses, lo que evoca alineamientos del pasado como los ocurridos en los años de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), aunque han cambiado los contextos.
“Quedan en medio de la disputa. En la pelea de los elefantes, son la hierba. Ortega entiende que la manera de sobrevivir es teniendo apoyo externo de los enemigos de su enemigo para que pueda contar al menos con la promesa del apoyo de que si hay una amenaza de invasión, ellos me van a defender”, explicó Tapia, quien agrega que esta situaciones puede ser convenientes para él a nivel personal, pero no para el país.
El reconocimiento a Pekín fue expresado por su ministro de Relaciones Exteriores Denis Moncada Colindres en Managua, mientras el hijo de Ortega se hacía la foto en Oriente, una movida diplomática con lo que se abre la oportunidad de una serie de negocios para la élite cercana al mandatario.
El profesor de Estudios Latinoamericanos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos y experto de las relaciones de China con América Latina, Evan Ellis, considera que Ortega se mantuvo con Taiwán, mientras consolidaba su poder, por el cálculo económico de que obtendría mayores recursos de Taipéi, que luego cambió al ritmo de las circunstancias políticas.
“Con la bajada del país (Nicaragua) a un autoritarismo corrupto cada vez más obvio, y el aumento de las sanciones por los EE. UU. y la Unión Europea, esos cálculos empezaron a cambiar, especialmente en el contexto de la reacción de la comunidad internacional democrática a las “elecciones” de noviembre de 2021. Los Ortegas necesitaban recursos para reemplazar los del Occidente y sus inversionistas”, añadió Ellis.
En este punto, coincidió con el politólogo costarricense Constantino Urcuyo, quien dijo a mediados de diciembre, en una entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL, que el régimen busca recursos y apoyo político en un tablero político mundial en que China no busca precisamente una confrontación con EE. UU., sino ganar influencia para desplazar a Taiwán.
“En cuanto a China, en Nicaragua esto probablemente incluya una apertura para empresas chinas en telecomunicaciones, generación y transmisión de electricidad, construcción, rastreo y vigilancia y ‘ciudades inteligentes’, entre otros, y también acceso a cantidades limitadas de azúcar y otros proyectos agrícolas”, expresó Ellis.
La corrupción en regímenes de partido único
Lo que en apariencia puede verse como buenas noticias, también conlleva otras situaciones de cuidado. La ventana de negocios, en un país que comparte el sistema político de partido único, los beneficios pueden ser para empresarios nicas conectados con el gobernante nicaragüense; el país puede acceder a préstamos para desarrollar proyectos de infraestructura en un ambiente opaco que puede fomentar la corrupción para "repartir las coimas y otros beneficios a actores cuyo respaldo es crítico para la continuidad en el poder de los Ortega". También supone la posibilidad de apoyo en infraestructuras en rastreo y vigilancia de telecomunicaciones que ayudan al ejecutivo nicaragüense a mantener el control, en un esquema similar al desarrollado en otros países como Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia.
Ellis también considera que la llegada de China Continental puede darle un nuevo aire al canal interoceánico, entregado en concesión por el Gobierno de Nicaragua al empresario chino Wang Jing, que reapareció recientemente, y cuyos resultados hasta el momento son considerados un enorme fracaso.
“Todavía no hay evidencia que el canal es más rentable que cuando fue parado por falta de interés de los inversionistas occidentales en 2016, pero HKND (la concesionaria de Wang) todavía tiene la autorización legal por el congreso sandinista, y el cambio en relaciones lo hace más factible”, ponderó el experto estadounidense.
“La inserción económica no es tan fácil”
Según el exministro ecuatoriano César Verduga, de 77 años, el tema de Nicaragua, a partir de la decisión de Ortega, es la inserción del país en un mundo tripolar e identifica como bloques a Estados Unidos y la OTAN en un lado, y a la alianza Rusia y China en el otro.
El exministro indicó que, aunque hay acercamientos políticos entre Nicaragua y China, el tema económico no es tan fácil, sobre todo cuando más de la mitad de las exportaciones nicaragüenses tienen como destino a Estados Unidos.
“A nivel económico, (Nicaragua) está inserta en la zona de influencia de EE. UU. y Occidente. No creo que nadie con sentido común intentaría romper eso rápidamente (…) no es fácil dejar una inserción económica en una zona de influencia e irse a otra. Ese proceso a nivel económico toma años, a nivel político puede ser corto”, reiteró.
Además de China Continental, Nicaragua se ha acercado a Rusia. Ortega y Putin tienen una relación personal. A inicios de diciembre, dos hijos del mandatario nicaragüense, sancionados por la comunidad internacional, Laureano y Rafael Ortega Murillo, fueron recibidos como parte de una delegación oficial por el vicecanciller Sergei Ryabkov.
De acuerdo con el informe de cooperación externa de Nicaragua, publicado en el Banco Central de Nicaragua en 2020, las relaciones con Rusia significaron donaciones de 149.8 millones de dólares para el Ejecutivo nicaragüense en el período 2007-2015.
La cooperación de ambos países se ha centrado también en el área militar. En 2016, se conoció la compra de 50 tanques de guerra T-72B1. Al año siguiente, se inauguró la estación Glonass en Nejapa, un dispositivo que enlaza con 24 satélites rusos desde Managua y que funciona como tecnología rusa similar al Sistema de Posicionamiento Global (GPS).
Esta base de telecomunicaciones ubicada en el sur de Managua ha sido denunciada como enigmática en la prensa internacional y como un probable centro de espionaje. En Nicaragua, también hay un centro de adiestramiento policial, en la lucha antinarcóticos, con alcance regional lo que forma parte de las relaciones estrechas entre el Kremlin y la secretaría del FSLN.
El analista en temas internacionales, Euclides Tapia, insistió en que tanto el caso de China y Rusia demuestra que estas potencias se aprovechan de mínimas fisuras para colar sus intereses en todos los países de la región, lo que incluye también a Nicaragua.
En el caso de Ortega, por otra parte, Tapia expone otro elemento a tomar en cuenta para el análisis. Dice que el gobernante forma parte de una liga de países totalitarios que hacen una apuesta continental, ahora desde el lado chino, para contrarrestar a Estados Unidos.
“Ortega es parte de un arco de países que no respetan los derechos humanos, que son países autoritarios y pretende con ellos consolidar una alianza permanente de Gobiernos eternos, elecciones de por vida, es parte de lo mismo: lo que hay en China, Rusia y Cuba, él quiere quedarse de por vida ahí o heredar el poder a la mujer”, agregó el experto panameño, refiriéndose a la vicepresidenta Rosario Murillo.
Sin embargo, Tapia duda hasta dónde pueden ser exitosos los cálculos de Ortega en estas alianzas internacionales. A criterio del profesor, ni Rusia ni China están dispuestos a arriesgar la seguridad de sus poblaciones por Ortega, o por Nicolás Maduro, en Venezuela, una posición que parece solo está en la imaginación de estos políticos aliados.
Como asegura Tapia, puede haber apoyos diplomáticos entre Nicaragua y sus países cercanos, pero hay un límite, es decir, “no se van a tirar a un hueco para defenderlo”.
En contravía con las nuevas alianzas tejidas por el régimen de Nicaragua, 25 países de la Organización de Estados Americanos denunciaron la ilegitimidad de las votaciones en que Ortega y Murillo se reeligieron y demandaron la libertad de los presos políticos. Sin embargo, el dictador insiste en que es víctima del “intervencionismo” de las potencias occidentales, a quienes califica como colonizadores, sin reconocer las violaciones a los derechos humanos perpetradas por el Estado y documentadas por los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales. Esas críticas son “malas”, mientras las relaciones con Rusia y China son vistas en el oficialismo como puentes para fortalecer la “amistad de los pueblos”.