15 de enero 2022
La participación como invitado de honor en los actos de la nueva investidura del gobernante de Nicaragua Daniel Ortega de Mohsen Rezai, un alto funcionario iraní acusado de la planificación intelectual del peor atentado de la historia de Argentina —dejó 84 muertos en 1994— fue repudiado por los familiares de las víctimas.
Tomás Farini Duggan, abogado de las víctimas, cuestionó este viernes a Irán por el atentado, a Argentina la acusó de encubrirlo y al Ejecutivo nicaragüense de convalidarlo al aceptar la visita y una reunión privada con Mohsen, a pesar de que existe una alerta roja de Interpol por ser uno de los involucrados en el atentado de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
“Hay una lógica oculta. El poder de los símbolos es muy fuerte. Traer a uno de los imputados, presentarlo como hermano y hacerlo adelante del embajador argentino, y el Gobierno argentino guarda silencio, es un símbolo, no es cualquier cosa. Lo que nos están queriendo decir es que Irán es el autor del atentado y Argentina calla. Y Nicaragua lo convalida totalmente; (y) Cuba y Venezuela”, sostuvo Farini.
Farini explicó que el diputado de la oposición Waldo Wolff y él denunciaron ante un juez federal al canciller argentino Santiago Cafiero y al embajador de ese país en Nicaragua, Danilo Capitanich, ya que debieron enterarse previamente de la presencia del iraní y pedir su arresto.
También tiene conocimiento de otra denuncia, en que se involucra a Ortega, de la que no ofreció detalles y de la que no está claro sobre el alcance que pueda tener la justicia argentina al investigar a un gobernante extranjero.
Para él, refiriéndose a Argentina, un “Gobierno normal” hubiese roto relaciones diplomáticas ante el agravio y se hubiese renunciado a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una comunidad de 33 países en la que el mandatario argentino Alberto Fernández acaba de ser elegido presidente pro tempore con el voto de Nicaragua, y donde participan también Cuba y Venezuela, cuyos líderes se encontraron también con Rezai en Managua.
El jurista insistió en calificar como incomprensible lo ocurrido y se preguntó por qué Irán decide enviar a un funcionario imputado a un acto oficial de un país que se identifica como socio de Argentina; y también al gobernante anfitrión que pudo pedir que no se lo mandaran ante las circunstancias. Para él, existió alevosía.
Aunque la Cancillería del país suramericano emitió un comunicado de condena el 11 de enero pasado y calificó como una “afrenta” a la justicia lo de Rezai, el abogado interpretó que intentaron “salvar los papeles”. “Lo que tenía que ocurrir es el pedido de detención”, agregó.
La Argentina expresa su más enérgica condena a la presencia de Mohsen Rezai en el acto de toma de posesión del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Su presencia constituye una afrenta a la justicia argentina y a las víctimas del brutal atentado terrorista contra la AMIA.
— Cancillería Argentina 🇦🇷 (@CancilleriaARG) January 11, 2022
El expediente del amigo de Ortega
En los últimos días, diario El Clarín ha publicado los antecedentes de Rezai, excomandante del cuerpo de los Guardianes de la Revolución de Irán entre 1993 y 1994.
Los expedientes judiciales argentinos citados en el rotativo afirman que Rezai es acusado de participar en un grupo selecto de inteligencia, entre ellos el ministro del interior Ahmad Vahidi, que evaluaron la propuesta de atentar contra Argentina en esos años.
Vahidi fue objeto de escándalo por un evento parecido al de Rezai en 2011 en Bolivia cuando Evo Morales le pidió el abandono inmediato de su país cuando Argentina se quejó por la presencia del ministro en un acto militar en Santa Cruz.
La Guardia de la Revolución tiene la misión de exportar la revolución iraní y la yihad (guerra santa). Farini explicó que existe algo que llama la “cuestión AMIA”, integrada por actos terroristas que conmovieron a Argentina en la década de 1990.
Los principales hechos son dos estallidos que causaron centenares de víctimas. El primer atentado es atribuido a Yihad islámica, brazo armado de Hezbollah, y fue contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992. Dejó 22 muertos y 350 lesionados; el segundo es la explosión a la Mutual en 1994 con 84 fallecidos y más de 150 heridos, la que fue planificada por Irán y ejecutada por el grupo libanés.
La firma en 2013 de un memorándum de entendimiento bajo el gobierno de Cristina Fernández—hoy vicepresidenta—entre la Casa Rosada e Irán marcó otro punto importante de esta historia. Según el abogado Farini, se procuró la impunidad a los ciudadanos iraníes imputados, la que estaría dada por otorgar la operatividad autónoma del levantamiento de las capturas internacionales que pesaban sobre los responsables, según la cláusula séptima del acuerdo.
La historia cobró un giro aún más inesperado cuando el fiscal Alberto Nisman denunciaría en el caso de Irán a la entonces presidenta Fernández ante el Congreso de la Nación el 19 de enero de 2015, pero ya no pudo hacerlo, porque un día antes del evento lo encontraron sin vida. Lo mataron.
Las condenas internacionales
El subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Brian A. Nichols, denunció a Ortega por socavar la seguridad regional.
En su "inauguración", Ortega-Murillo estuvieron acompañados por @DiazCanelB, @NicolasMaduro y Mohsen Rezaei, un iraní implicado en el atentado a la AMIA en Argentina. El hemisferio no puede mirar al otro lado mientras Ortega-Murillo socavan la democracia y seguridad regional. pic.twitter.com/bHgwZ7o46q
— Brian A. Nichols (@WHAAsstSecty) January 14, 2022
“En su 'inauguración', Ortega-Murillo estuvieron acompañados por Díaz Canel, Nicolás Maduro y Mohsen Rezai, un iraní implicado en el atentado a la AMIA en Argentina. El hemisferio no puede mirar al otro lado mientras Ortega-Murillo socavan la democracia y la seguridad regional”, sostuvo Nichols.
En la semana posterior a la toma de posesión, la OEA e Israel reaccionaron también con duras críticas. Tel Aviv se centró en el embajador argentino Daniel Capitanich, a quien señalaron por “compartir la ceremonia con el iraní, sin retirarse del evento ni dar aviso a las autoridades de tan grave situación”.
Desde días atrás, Capitanich se colocó en la tormenta diplomática desatada por los encuentros y desencuentros entre Nicaragua y Argentina. El diplomático había confirmado al diario La Prensa que su país enviaría una delegación a la toma de posesión de Ortega, lo que no ocurrió.
Asistir o no a la investidura se convirtió en un tema regional, porque la reelección de Ortega es considerada ilegítima por Argentina y 24 países más de que votaron una resolución de la OEA en noviembre pasado. Dos meses antes, incluso Managua acusó a Buenos Aires de ser “instrumento del imperialismo” y negó el respaldo para que el presidente argentino fuese el presidente de la CELAC. Sin embargo, en una prueba de que lo que se dice hoy en la política latinoamericana puede ser lo contrario mañana, finalmente lo respaldaron el mismo día en que Capitanich curiosamente anunció que habría delegación.
Un diplomático nicaragüense explicó que Ortega fue “guatuseado (engañado)”, tanto por Argentina como por México. Sobre el caso del iraní, explicó que la Cancillería no hizo nada porque tenían la necesidad que llegarse al evento alguien de alto nivel político y también por el desaire argentino.
“El estrechamiento de relaciones con Irán forma parte de la política de Ortega de aliarse con los enemigos de los EE. UU.: el viejo eje Moscú, La Habana, Teherán, al que ahora se une la República Popular China. Piensa, erróneamente, que su amistad con estos países le dará protección y reconocimiento internacional”, agregó la fuente, quien dijo que Rezai tiene inmunidad diplomática en su carácter de emisario de Irán.
Detención dependía de la Policía de Nicaragua
Farini dijo que hubo un pedido de detención que realizó posteriormente la Interpol de Argentina a la de Nicaragua, pero reconoció que esta última pertenece a las estructuras de la Policía nicaragüense. El jefe supremo de la misma es Ortega.
“La Interpol de Nicaragua no respondió, porque sus funcionarios dependen de la Policía nicaragüense. Era lógico que esto iba a ocurrir. (Los argentinos) lo hicieron de manera tardía cuando el escándalo estalló”, remarcó.
Otros amigos de Ortega, igualmente cuestionados en la comunidad internacional, asistieron como invitados de honor. Los expresidentes salvadoreños Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, acusados de corrupción en su país, y nacionalizados en Nicaragua, fueron dos de ellos. El mismo Maduro es acusado por narcotráfico en EE. UU.
En contraste con el protagonismo de sus polémicos invitados, la toma de posesión de Ortega, que marcó el inicio del año número 15 en el poder, se caracterizó por el aislamiento.
Más de 40 países no reconocieron los resultados electorales, demandaron la liberación de los presos políticos y el cese de la represión a la ciudadanía. Tampoco asistieron al evento presidencial otros representantes de la sociedad civil. Ortega se rodeó únicamente de aliados.
En su reunión en la secretaría del gobernante FSLN, Rezai le dijo que ellos sintieron la necesidad de venir a Nicaragua. “Los buenos amigos tienen que acompañarse unos a otros”, cita la nota publicada por agencias internacionales.
“Tenemos toda la disposición de colaborar y cooperar para que podamos vencer al imperialismo norteamericano, y ese es nuestro deber como hermanos, nuestra obligación como hermanos, venir y cooperar juntos”, afirmó Rezai, uno de los protagonistas de un caso marcado por la impunidad en Argentina.