17 de enero 2017
En la trayectoria del nuevo presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, hay más que el sindicalista que lideró las temibles asonadas entre 1990 y 1999, cuando el Frente Sandinista “gobernó desde abajo”, antes del pacto con Arnoldo Alemán que le abrió las puertas del poder en todas las instituciones. Del 2007 a la fecha, recibiendo salario como miembro del Parlamento, Porras ha sido un operador político de la pareja presidencial e interventor de un amplio sector del “área social” del Gobierno.
El eterno secretario general de la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetsalud) —al igual que Daniel Ortega lo ha sido del FSLN—, y dirigente del Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) —que actúa como brazo sindical del FSLN— es quien ha ejecutado las órdenes presidenciales en los Ministerios de Salud y Educación, el Ministerio de Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa (MEFCCA), el Instituto Nacional Tecnológico (Inatec), Turismo, Trabajo y Agricultura.
Además, en coordinación con el también médico Roberto López, con quien comparte una estrecha amistad, Gustavo Porras dirige los hilos del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que según investigaciones periodísticas ha otorgado préstamos millonarios para la adquisición de medicinas a una empresa que dirige una vecina que trabaja para él.
Electo unánimemente por un plenario que el nueve de enero sesionó sin energía eléctrica, Porras está calificado como una ficha fiel de la primera dama y vicepresidenta Rosario Murillo, y junto con el secretario de la Alcaldía de Managua, Fidel Moreno — también subordinado inmediato de Murillo—, Porras se encarga de supervisar los programas sociales de impacto político que ejecutan distintos ministerios con las estructuras territoriales del FSLN, como el Bono Productivo, Hambre Cero, Usura Cero, Plan Techo y Calles para el Pueblo.
Otra de sus funciones es representar “los intereses de los trabajadores” en el Sistema Nacional de Producción, Consumo y Comercio, que coordina los acuerdos entre el gobierno y el sector privado. Una instancia técnicamente presidida el presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN), Ovidio Reyes, y el Ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, en la que Gustavo Porras representa el mando político de Murillo, a pesar de figurar como un miembro más junto a otros funcionarios del gobierno.
El ascenso de Gustavo Porras
El general en retiro y entonces vicepresidente de la República, Omar Halleslevens, era el candidato natural del Frente Sandinista para presidir la Asamblea Nacional, en los meses previos a su instalación. La candidatura de Halleslevens se percibía como un “guiño” de Ortega al Ejército de Nicaragua, para llenar la vacante que dejó el fallecido René Núñez Téllez, cuya línea de mando dependía directamente de Ortega y nunca de Murillo. Sin embargo, horas antes de la elección circuló el dato de que Porras sería el electo.
Una vez electo, adquirieron importancia dos detalles que pasaron un poco desapercibidos por los analistas. El primero es que tras la muerte del expresidente de la Asamblea Nacional, René Núñez, Porras fue ascendido de la quinta a la primera posición en la lista de diputados nacionales del FSLN, que antes ocupaba Núñez. El segundo, que al menos una veintena de diputados electos, entre propietarios y suplentes, pertenecen a los antiguos sindicatos sandinistas, y varios como la ahora expresidenta en funciones del Parlamento, Iris Montenegro, directiva de Fetsalud, son estrechos colaboradores de Porras.
Precisamente fue a Montenegro a quien semanas antes de las elecciones de noviembre de 2006, en las que Ortega se impuso con el 38% de los votos válidos, Porras le dirigió una carta indicándole que debían “continuar la tarea de lograr que Fetsalud disminuya su beligerancia para que al estar en el gobierno contemos con una fuerza sindical adormecida”. Gustavo Porras negó días después la carta y afirmó que los sindicatos serían “críticos y beligerantes”, pero a los sindicatos que en los noventa pusieron el país de cabeza con barricadas, protestas y quemas de llantas, no se les ha visto actuar más que en los actos del Día de los Trabajadores, al lado de Ortega.
Un exmiembro de la Asamblea Sandinista, que habló con Confidencial bajo condición de anonimato, considera que Porras usó Fetsalud y el FNT como el trampolín para hacerse camino en el gobierno. “Él no es un líder genuinamente interesado en las necesidades de los sindicatos. Esos solo han sido su trampolín político. Ni siquiera es una persona con historia política previo al triunfo de la Revolución, en 1979, a pesar de que entonces ya tenía 25 años”, criticó la fuente.
El exdirector general de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud, Leonel Argüello, estima que al mando de Fetsalud, Porras “no era subordinado, ni callado frente a las autoridades del Minsa ni frente al partido FSLN”.
“Creo —agrega— que tenía interés genuino por los trabajadores, pero no había el concepto de la renovación en la década del ochenta” y recuerda que Porras “se ponía rojo en las discusiones y gesticulaba mucho, cosas que a la gente le llamaba la atención y que le ayudaban a conseguir apoyo para los trabajadores”.
Sin embargo, el autor de Breve historia del movimiento obrero en Nicaragua, Onofre Guevara, afirma en otra de sus obras titulada Nicaragua, mi lectura de su historia contemporánea, que tras la derrota electoral de Ortega, en 1990, el FNT “pasó a ser en cuerpo y alma un instrumento político del Frente Sandinista en el campo sindical, se convirtió en movilizador de los trabajadores para el desempeño de actividades huelguísticas y otras formas de presión social, incluyendo la violencia callejera”.
“Sandinista del 20 de julio” y próspero empresario
A pesar de la “popularidad” en los años noventa, que le ganaron el apodo de “desestabilizador”, Porras carece de trayectoria en la lucha contra la dictadura somocista, previo al triunfo de la Revolución, el 19 de julio de 1979.
La comandante guerrillera Mónica Baltodano, autora de Memorias de la lucha sandinista, precisa que durante sus investigaciones sobre la gesta revolucionaria, nadie le ubica a Porras en esa lucha. “No lo ubican en ninguna organización, ni como colaborador. En absoluto, no tiene ninguna trayectoria”, sostiene Baltodano.
Un excompañero de Gustavo Porras en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León), asegura que a pesar de tener la edad para involucrarse, Porras no participaba en ninguna protesta estudiantil contra la dictadura, y que incluso criticaba y calificaba de “vagancia”, las protestas del Frente Sandinista.
Pero al incorporarse al FSLN, en el que los miembros históricos le llaman “un sandinista del 20 de julio”, es decir, posterior al triunfo de la revolución, Porras también ha hecho una meteórica “carrera política” de ascenso y ahora también está vinculado a una distribuidora de medicinas llamada Universal Marketing Associattes, SA (Unimark), registrada a nombre de Alicia Sáenz Marenco, ex vice presidenta del INSS, amiga, asesora y vecina de Porras.
En 2006, Unimark fue inscrita como un call center, sin embargo en los últimos años se ha visto favorecida por contratos sin licitación y préstamos millonarios con el gobierno.
En enero de 2012, una investigación de Confidencial confirmó que el presidente ejecutivo del INSS asignó a Unimark catorce contratos por más de cinco millones de córdobas y el equipamiento de Laboratorios Ramos.
La empresa que representa en el país a laboratorios de China e India también suministró en 2010 medicinas al Minsa por un monto superior a los 570 mil dólares, según documentos oficiales, divulgados por otra investigación periodística.
El operador-interventor
Porras siempre ha sobresalido por su carácter “volcánico” y su estilo prepotente. En 2007, tras la denuncia por extorsión en contra del exdiputado sandinista Gerardo Miranda, denunciada por el programa Esta Semana, Porras intervino contra la investigación con un discurso “antiburgués”, reclamando que el problema no era la extorsión, sino que nunca se ha investigado la compra de propiedades de otras familias y en pleno hemiciclo exigió que debería investigarse a todos. “A todos”, gritó, enrojecido y sudando.
El exmiembro de la Asamblea Sandinista que conversó con Confidencial agrega que a cargo de los ministerios del área social del gobierno, Porras ha utilizado su carácter y trayectoria huelguista para imponerse incluso por encima de los titulares, desestabilizando, por ejemplo, la administración de la exministra del Trabajo, Jeanette Chávez, una institución que habría utilizado para “torcer el brazo” de sindicatos no sandinistas.
“Es un injerencista para desestabilizar, un geófago del poder, a él lo mandan para desgastar instituciones”, subraya la fuente.
El analista político Oscar René Vargas asegura que el papel que Porras desempeñará en la Asamblea “está por verse”, aunque no cree que el antiguo sindicalista tenga mucho margen de maniobra, en un Parlamento reducido a la voluntad de Ortega, donde las once de quince comisiones que presidirá el FSLN seguirán esa misma tónica.
Bajo la presidencia de Porras, y sin ninguna oposición parlamentaria, Murillo podrá manejar la Asamblea Nacional a control remoto “en automático”. Solo queda por ver si Gustavo Porras, como presidente del legislativo, seguirá ejerciendo sus funciones como superministro de facto en al menos siete instituciones del Ejecutivo.