La pérdida del control de las calles en Nicaragua “ha pesado mucho” al régimen de Daniel Ortega, que con sus fuerzas de choque y paramilitares intenta desarticular y desmotivar cualquier medida de presión en su contra, pero en menos de 48 horas el número de tranques y barricadas que impulsan un paro ciudadano subió de 87 a más de 125, destaca la líder campesina, Francisca Ramírez, quien cuestiona la pasividad de los empresarios nicaragüenses ante la actual crisis, y sobre todo del gran capital.
Los tranques y barricadas prácticamente han paralizados decenas de ciudades, como Masaya, Granada, Carazo, Rivas, partes de Estelí, Matagalpa, Tipitapa y la misma capital. Al llamado del paro ciudadano se ha sumado también la exhortación a la desobediencia civil con los tributos e impuestos en el populoso Mercado Oriental.
Sin embargo, Ramírez considera que el gran capital “tiene una deuda con el pueblo”, porque “por once años mantuvieron una alianza con el Gobierno” y durante todo este tiempo “solo han pensado en el dinero”.
“Hoy ellos también están en problemas. El gran capital tiene que hacer una alianza con el pueblo, para proteger ellos sus bienes y el pueblo proteger sus vidas”, propone la líder del movimiento campesino anticanal, próximo a los cinco años de lucha y reclamos contra la concesión de un proyecto canalero prácticamente en el olvido, pues durante más de un año en Nicaragua no ha habido noticias del misterioso concesionario chino Wang Jing.
Del campo a las barricadas y tranques
Francisca Ramírez ahora ha trasladado su lucha y liderazgo de la zona rural de Nueva Guinea, en el Caribe Sur, a los tranques y barricadas, que define como los nuevos mecanismos de defensa y protesta ciudadana.
La líder campesina está convencida de que un paro ciudadano es una medida de presión eficaz contra el Gobierno, e insiste en que los tranques se deben de fortalecer y multiplicar para la protección de las familias.
“Si vemos en un recorrido, de Juigalpa para adelante, no hay personas muertas o asediadas por paramilitares, porque ahí están los tranques, en esa zona comenzaron”, argumenta Ramírez, en una entrevista en el programa de televisión Esta Semana.
Este mismo domingo, “doña Chica” —como es llamada popularmente— encabezó una “Caravana Azul y Blanco”, que recorrió 17 barrios de la capital, partiendo del monumento de Alexis Arguello, en carretera a Masaya, hacia la Pista Solidaridad, en dirección a la rotonda de la Centroamérica.
Esta ha sido la convocatoria con mayor asistencia, después de la matanza oficial y paramilitar en la multitudinaria marcha del pasado 30 de mayo, organizada en solidaridad con las madres de las ahora más de 140 víctimas de la masacre orteguista, de acuerdo con cifras más recientes del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Según Ramírez, la “Caravana Azul y Blanco” sirvió para medir “el pulso” de los capitalinos en el apoyo a la búsqueda de justicia y democratización, pese a las acciones represivas del Gobierno en manifestaciones anteriores, y sostiene que la actividad “fue exitosa”.
Pero la líder campesina critica la postura “pasiva” de la empresa privada ante la crisis, porque a su juicio no han hecho más que “pronunciamientos”, pero se han quedado cortos de acciones en las calles.
Ramírez lo declara revestida con el liderazgo ganado al frente de la mayoría de las más de cien marchas campesinas (al menos media docena fuertemente reprimidas) en contra de la concesión canalera y también en reclamo a las violaciones de los derechos humanos y de la Constitución Política en contra de la pareja presidencial, mientras —sostiene— los empresarios y el gran capital guardaban silencio.
No cederán al miedo y la zozobra, asegura
La noche de este domingo, en el tranque de Las Maderas, uno de los primeros y más firmes entre los más de cien instalados en todo el país, fue atacado por presuntos paramilitares y antimotines. Un saldo preliminar menciona a dos muertos y al menos cuatro heridos, entre una población compuesta principalmente por mujeres y niños.
Desde que los tranques se han multiplicado y endurecido en respuesta a la represión y como autodefensa, también se han registrado varios enfrentamientos. En días pasados ocurrió en León y Chinandega. Y este fin de semana también ocurrió en Jinotega y Sébaco (Matagalpa). En todos se ha registrado un saldo de víctimas mortales.
Otros tranques, como los de Ticuantepe, también han sido atacados, deshabilitados e reforzados nuevamente, ahora en apoyo a la ciudad de Masaya, que resiste el pie de más de 200 barricadas por toda la ciudad.
A pesar de que el número de tranques y barricadas aumentan, también entre la población circula el temor de un ataque generalizado en contra de estas “autodefensas”, a manos de los grupos paramilitares y agentes policiales y antimotines, que obedecen al Gobierno de Ortega, bajo el argumento de “despejar las vías”.
“Cualquier posibilidad con Daniel Ortega existe, porque es una persona que no es pensante, pero que tenga claro que son más de 125 tranques los que hay a nivel nacional (…) Daniel Ortega y Rosario Murillo están apostando al temor, quieren que la gente no proteste, pero en muchos tranques ya tenemos más de un mes y seguiremos, porque no nos van a meter en zozobra”, advierte Ramírez.
Pero la líder campesina también está clara del costo que paga la gente. Al menos 6,000 transportistas de carga están varados en las carreteras, y asegura que las personas en los tranques también están afectadas y expuestas a la lluvia, a las necesidades, a no poder trabajar y no tener dinero.
Sin embargo, considera que este es “el sacrificio” a pagar para detener la masacre, evitar “el error de otra guerra”, y presionar para la salida del régimen Ortega – Murillo, “porque cosas más difíciles vendrían para Nicaragua”.
Los “Comités Azul y Blanco”
La líder campesina considera que la kilométrica caravana de este domingo en Managua le permitió observar que en Managua también hay solidaridad con las personas que han estado al frente de los tranques y barricadas de los distintos barrios de la capital y del territorio nacional. Y al final de la caravana, al menos ocho barrios más levantaron sus propias nuevas barricadas.
Ante lo que consideran una falta de garantías de protección y de cumplimiento de los derechos fundamentales, el Movimiento Campesino y otros sectores de la sociedad civil han empezado a promover la creación de los llamados “Comités Azul y Blanco”, que definen como ciudadanos organizados en cada barrio para proteger sus territorios de saqueos, hostigamientos y violencia, y también para tomar medidas ante posibles escenarios como un paro nacional u organizar movimientos de desobediencia civil.
La propuesta fue promovida en la caravana por los barrios de Managua, invitando a la organización de comisiones que se ocupen de temas y necesidades como el abastecimiento, seguridad, salud, comunicación y administración del barrio.
Para Mónica López Baltodano, abogada y defensora ambiental, los tranques han sido el preámbulo para la organización de la gente en las calles.
La ciudadanía, dice, “está cinco pasos más adelante que los actores políticos y económicos”, y coincide en que mientras los empresarios están evaluando la pertinencia de un paro y cuantificando los costos económicos, la población hace una estimación humana del daño que significa dejar pasar un día más a Ortega en el poder.
“Si avanza esa lógica de que la gente tome control de sus territorios, por una parte se va a reducir la capacidad del régimen de destruir vidas, que es el primer objetivo de la población, y segundo, eso va a permitir una mayor fuerza social para sacar a Ortega del poder e iniciar un proceso de democratización de Nicaragua”, afirma López.