10 de octubre 2018
El Fondo Monetario Internacional (FMI), se unió a la lista de organismos y entidades que confirma lo que hasta hace solo unos meses no era nada más que un vaticinio funesto: el desplome de casi nueve puntos porcentuales de la economía nicaragüense, que pasó de crecer 4.9% el año pasado, a marcar un decrecimiento esperado de -4.0% para 2018.
Según la teoría económica, luego de dos trimestres consecutivos sin que el producto interno bruto (PIB) mostrara señales de crecimiento, a partir del 1 de octubre, técnicamente el país está en recesión económica, y aunque es a la autoridad monetaria (el Banco Central de Nicaragua, BCN, o en su defecto, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, MHCP) a quienes corresponde advertir al país de la situación en que se encuentra la economía nacional, es muy poco probable que ninguna voz oficial enuncie lo que ya anunciaron los economistas independientes.
En vez de eso, el BCN no solo dejó de publicar datos (en algunos casos, desde hace varios trimestres, mientras que en otros, desde hace varias semanas), sino que mantiene su previsión (o al menos no la ha cambiado) de que la economía nicaragüense crecerá 1.0%, a pesar de lo que indican todas las señales, y remarcan todos los estudios serios que se han hecho.
Todos los demás pronósticos muestran crecimiento negativo: desde el -2.1% al -4.0% que prevé Funides en dependencia de cuál escenario se imponga en el resto del año, hasta el -3.4% del Economist Intelligence Unit, pasando por el -3.8% que augura el Banco Mundial, o el -3.5% que anuncia Copades. Solo la Cepal emitió un vaticinio similar al del BCN, al indicar que el PIB nica podría crecer 0.5% este año.
Si continúa la debacle que sufre el país, la Nicaragua de 2019 corre el riesgo de parecerse a la Venezuela actual. O a la Nicaragua que estaba en guerra en 1979 y en 1988, cuando la economía se vino a pique. Solo hace falta que el país se siga hundiendo, y que siga profundizándose el decrecimiento que calculan todos los organismos serios, hasta llegar a -10.0%.
“Una depresión es una recesión severa y prolongada. Es severa, cuando la caída del PIB real es de 10% o más; se considera prolongada cuando esa caída se mantiene por más de dos años”, detalló el economista Néstor Avendaño, presidente de Consultores Para el Desarrollo Empresarial (Copades).
“El retiro de depósitos, la semiparalización de la actividad productiva provocada por la represión, la inseguridad, las amenazas, etc. han creado las condiciones para una prolongada recesión que podría convertirse en una depresión económica de por lo menos tres a cinco años”, añadió su colega Alejandro Aráuz.
Ese desempeño que grafica Aráuz ya se tradujo en recesión económica, que para los expertos “es un estado de decrecimiento de la actividad económica durante un periodo de tiempo”, pero para los nicaragüenses que la sufren, no es más que una desgracia que deprime sus negocios, merma sus ingresos, y pone en riesgo el bienestar de sus familias.
Michael Healy, primer vicepresidente del Cosep, advierte que "si no se llega a un acuerdo lo más rápido posible, las afectaciones van a ser mucho mayores, especialmente en el sector agropecuario, que tiene problemas con el financiamiento que solo cubre los proyectos de agroexportación. Si esta crisis continúa, el sistema financiero puede eventualmente quedarse sin capacidad de ofrecer créditos el año que viene, a la mayoría de proyectos", advirtió.
Healy comparte las conclusiones de la encuesta efectuada por Funides y el Cosep, que muestran pérdidas por 1,180 millones de dólares, lo que "tendrá un impacto negativo en el crecimiento del país", por lo que "sin arreglo político, la situación económica seguirá degradándose hasta llegar a ser una piedra en el zapato de todos los nicaragüenses", graficó.
El vicepresidente del Cosep recordó que 347,000 trabajadores sin ingresos, significa que se disminuye el consumo de ellos y de sus familias, igual que el de los campesinos, afectados por la canícula, que duró 45 días, o por las intensas lluvias de los últimos días, por lo que corren un gran riesgo de caer en la pobreza, tal como lo muestra la Encuesta de Hogares para medir la Pobreza, conducida por Fideg.
“Me dieron mi carta (de despido)”
El contador público Róger Zamora López, que se quedó sin trabajo en junio pasado, es uno de los miles de ciudadanos que sufre los efectos de esta debacle económica.
Él laboró por más de siete años como cajero en una tienda de repuestos automotrices en Managua, donde solo le dijeron que “si las cosas mejoraban” lo volverían a llamar. A diario espera esa llamada.
A un año de cumplir los 60, Zamora temió por su trabajo cuando, a mediados de mayo pasado, comenzó a ver la tienda sin clientes. “Muchas veces nos pusieron a limpiar los repuestos o adelantar inventarios para que, por lo menos, desquitáramos el sueldo”, señaló.
A inicios de junio nos dijeron que las cosas estaban difíciles y que no pretendían hacer recorte de personal, por lo que comenzarían a mandarnos de vacaciones. “En mi caso limpié mis vacaciones, laboré una semana más y a finales del mes me dieron la carta (de despido)”, dijo el capitalino, quien resaltó que tiene la “buena suerte” de tener a sus hijos adultos y solo debe velar por una menor de edad.
Su mayor preocupación es que por la edad no pueda volver a conseguir trabajo y se quede sin una buena pensión cuando llegue el momento de jubilarse.
El dinero que le pagaron en concepto de liquidación lo tiene como ahorro, y aunque quiso poner un negocio de comida, eso tampoco fue opción al ver que la crisis se ha agudizado.
“La recesión es la fase del ciclo económico en que la actividad económica se reduce: disminuyen la inversión y el consumo público y privado, a la vez que aumenta el desempleo”, explicó Aráuz.
No más camas
“En el proceso recesivo que comenzó en abril, las mayores afectaciones se sintieron en la contracción del consumo (que en realidad comenzó en mayo de 2016), contracción que se explica en el hecho que la nuestra es “una economía estacional basada en ciclos agropecuarios”, dijo el experto.
Otro campo que también ha resultado severamente afectado, es la producción industrial y manufacturera, en especial las medianas y pequeñas empresas que son la mayoría, además de la población, cuya capacidad para adquirir los alimentos y productos que requiere, se ha visto mermada por la crisis.
El carpintero César Augusto Briceño es testigo de primera mano de que lo que dice Aráuz es cierto.
Briceño relató que él sabía que las cosas no estaban bien en su trabajo cuando comenzaron a dar días de descanso a cuenta de vacaciones. Él trabajaba para una empresa que ensamblaba las camas para una gran tienda nicaragüense, cuyo nombre no quiere revelar, por si “me vuelven a llamar”.
Narró que antes de la crisis ensamblaban hasta 150 camas semanalmente, pero luego los pedidos se redujeron tanto que a esa cifra no se hacía ni en todo el mes.
“En mayo se vio que la cosa no estaría bien, pues al quedar sin vacaciones, nos dijeron que nos podían adelantar días libres y que después los desquitaríamos. Las pagamos con la liquidación”, señaló.
Briceño hizo todo para emigrar a Costa Rica: sacó el pasaporte, obtuvo la visa y compró el boleto. Sin embargo, no se quiere arriesgar porque no le aseguran un trabajo. “Tengo tres hijos y una mujer que mantener, no podría irme sin saber que de verdad voy a trabajar”, confesó.
Ni clientes, ni huéspedes
Los economistas de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), en conjunto con los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), elaboraron un Monitoreo de las Actividades Económicas de Nicaragua.
El documento, cortado al mes de julio, refleja que “las ventas de los productos de consumo interno, es decir, aquellos bienes y servicios que se comercializan en el mercado local, han sido los más afectados por la crisis sociopolítica”.
También, que “las actividades económicas más afectadas son aquellas relacionadas con el turismo (hoteles pequeños, tour operadoras, hoteles grandes, restaurantes), distribución de vehículos automotores, construcción (urbanizadores, contratistas y proveedores) y comercio y servicios”.
En su experiencia personal, el pequeño empresario Oscar Fuertes puede dar fe de lo duro que es vivir en carne propia la historia que narran los datos que Funides recopiló de las empresas adscritas al Cosep.
Para él, la crisis se ha traducido en pérdida de inquilinos, y de clientes para su negocio de impresiones y fotocopiado cerca de la UCA y la UNI. “Todo se ha caído más de un 50%. Estamos en mínimos”, comentó.
Propietario de un edificio con 15 cuartos amueblados, Fuertes explicó que ha reducido el valor del alquiler de 150 a 100 dólares mensuales para atraer nuevos huéspedes. “Yo le alquilaba a estudiantes de fuera de Managua, pero como no tienen clases, no tiene sentido estar en Managua. Ahora solo tengo dos cuartos ocupados”, indicó.
Dijo que en su negocio de fotocopiado e impresiones el panorama es igual de desolador. “Tuve que despedir a uno de mis empleados porque ya no tenía cómo pagarle. Las impresiones de trabajos se ha bajado casi el 90%, mientras las impresiones están al 50% de lo que acostumbraba”.
La situación de Fuertes es similar en todos los negocios alrededor de la UCA y la UNI, donde el movimiento de clientes es casi nulo. “Tenía a nueve trabajadores, los tuve que despedir a casi todos. Solo se quedaron dos”, dijo la propietaria de otro local, que solicitó omitir su nombre.
Fuertes señaló que ha mantenido abiertos sus dos negocios porque no paga renta. “Es un negocio familiar y eso me ha ayudado a que no tener gastos extras”.
“Lo anterior reitera la importancia de que exista voluntad política por parte del Gobierno para buscar una salida pacífica a la crisis sociopolítica actual, que ponga fin a la represión y la criminalización de la protesta”, concluyó un informe de Funides, conocido pocas horas después que la Policía Nacional anunciara que criminalizaba las protestas; diluyera una marcha antes de comenzar, y apresara a seis ciudadanos, entre ellos dos ancianas
La “Magnitsky Nica”
Sin embargo, existe un elemento que puede profundizar más el deterioro de la economía nacional, y es que se cumpla la amenaza estadounidense de aplicación de sanciones que afectarían a individuos, pero también a las arcas del país.
“Si se aprueba y se aplica la Ley S.3233 (conocida como Magnitsky Nica), Nicaragua no tendría acceso a ninguna cooperación internacional ni a préstamos del BID ni del Banco Mundial, y esa presión se ejercería igual en todas las instancias de cooperación”, detalló Avendaño.
“En toda mi experiencia profesional, esta es la peor ley económica que se dicta en contra de un Estado”, aseguró, recordando que la S.3233 —legalmente llamada Ley de Derechos Humanos y Anticorrupción de Nicaragua 2018— estará vigente por cinco años.
Si bien es cierto el régimen podría confiar en que puede seguir contando con los recursos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE, donde Nicaragua tiene mayor ‘peso’ que el que tiene en el BID, BM y FMI, por ejemplo; pero también porque Guatemala, Honduras y El Salvador se han mostrado ‘tibios’ en su condena al régimen), el economista cita dos hechos que podrían hacer la diferencia.
El primero tiene que ver con la presión que Estados Unidos pueda ejercer sobre esos países. El otro, que ya existe un antecedente de cortar los recursos a un país miembro del BCIE, que fue lo que se hizo en reacción al golpe de Estado que sacó de la presidencia de Honduras a Manuel Zelaya.
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La asfixia económica que derivaría de cerrar el flujo de recursos extranjeros —inversión privada incluida— afectaría a todos los indicadores y todas las actividades económicas, comenzando por el empleo y el descenso en la producción agrícola, industrial y de servicios, lo que se traduce en una caída de la recaudación de impuestos que pueda llevar a nuevas reformas presupuestarias.
Arauz advirtió que se corre el riesgo de que el país se declare en default, esto es, que deje de pagar la deuda o sus intereses, lo que “afectaría al sistema bancario nacional y acreedores internacionales... y traería como consecuencia que el Gobierno pierda el acceso a los mercados de deuda”.
“En una situación de default, la economía se cierra y depende completamente de sí misma”, por lo que no es extraño que el Banco Central se viera tentado —y quizás obligado— a emitir dinero sin respaldo, que es el camino hacia mayores niveles de inflación y crisis.
Delmor: Ahorrar costos y aumentar el mercado regional
- Una empresa mediana busca exportar
Si bien la caída de “entre 16% y 20%”, que han tenido su producción y sus ventas se explica en parte por el uso de “instrumentos anticompetitivos”, que estarían implementando algunos de sus competidores, decisión que “distorsiona el mercado”, Mondragón está claro que la recesión que azota al país, también determina que venda menos.Despedir personal es la última de las opciones a las que espera acudir Zacarías Mondragón, presidente de la junta directiva de Industrias Delmor, empresa propiedad de los trabajadores, para enfrentar los efectos de la crisis económica que golpea al país.
Ante esa disminución, y el riesgo de que la crisis se extienda en el tiempo, la empresa ha visualizado dos opciones: ahorrar costos y aumentar sus mercados.
El administrador admitió que al decidir cómo reducir costos, se hizo pensando en que no había que despedir a nadie, y nadie ha sido despedido. Lo que sí se hizo fue encontrar formas de ahorrar, disminuyendo el consumo de combustibles, el de agua y el de energía, además de ser más eficientes en la implementación de los procesos productivos.
Como la función de ahorrar tiene un límite, la empresa está enfrascada en alcanzar la meta estratégica de crecer a nivel regional para sustituir mercados, siendo que en este momento, la empresa exporta cerca del 10% de su producción a Panamá y El Salvador, pero creen que tienen capacidad para exportar hasta el 40%.
“Hemos hecho estudios de mercado en Guatemala, Costa Rica, El Salvador y Honduras, país que tiene sus fronteras cerradas a nuestros productos”, dijo Mondragón, explicando que esperan comenzar a crecer en los mercados regionales, tan pronto como en 2019.
Además de los estudios de mercado, también acometieron la tarea de alcanzar la de certificación de Normas Integradas de Calidad, ‘la 4 en 1’ que incluye la ISO 9001, la ISO 14000, la ISO 18000 y la ISO 22000, como requisito para exportar a la región, y generar las anheladas divisas.
“Estamos evaluando los escenarios que pueden presentarse en los próximos meses, por si la crisis continúa y se profundiza. Nuestra meta es elevar la competitividad en el mercado nicaragüense vía precios y atención, porque nuestra calidad se mantiene”, afirmó Mondragón.