27 de febrero 2017
Las primeras semanas de la presidencia de Donald Trump han generado un terremoto político en Estados Unidos, colocando a la prensa en la primera línea de ataque de un nuevo líder populista que, como Hugo Chávez, Rafael Correa, Vladimir Putin, Daniel Ortega, o Recep Tayyip Erdogan, ha calificado a los periodistas como “el enemigo”.
Uno de los protagonistas más visibles de esta batalla por la credibilidad ante la opinión pública es es el periodista mexicano Jorge Ramos, presentador del noticiero Univisión desde hace más de tres décadas, considerado por la revista Time como “uno de los veinticinco hispanos más influyentes en Estados Unidos”.
Su marca de fábrica en el periodismo ha sido hacer preguntas directas, incisivas, sin rehuir la confrontación con los poderosos. Es lo que lo ha distinguido como corresponsal internacional, entrevistando a líderes autoritarios que se levantan airados y abandonan las cámaras y el micrófono ante las preguntas de Ramos. Algo parecido ocurre ahora en la maltrecha relación entre la prensa y un poder cada vez más intolerante en Estados Unidos.
Expulsado por los escoltas de Trump durante una conferencia de prensa en la campaña electoral, Ramos defiende su actuación y dice que los periodistas “estamos obligados a tomar partido”, cuando se producen situaciones de “racismo, mentiras, dictaduras, o corrupción.” Insiste, sin embargo, en que no es un activista, ni asume una postura partidaria, en esta cruzada por la verdad.
Ante la embestida que representa Trump contra la cultura democrática, Ramos luce extrañamente optimista y advierte un renacimiento de la tradición independiente y fiscalizadora del poder de la prensa, y sobre todo confía en las instituciones democráticas de Estados Unidos. “Apúntame la fecha por favor”, me dice en tono retador y proclama de forma categórica: “Donald Trump no podrá convertir a Estados Unidos en otra dictadura”, como ha ocurrido en otros países.
Considerado como una de las voces más potentes en Estados Unidos en demanda de la reforma migratoria, Ramos advierte sobre el peligro que acecha a ocho millones de migrantes indocumentados, que podrían ser deportados por Trump, entre ellos muchos latinoamericanos y nicaragüenses. “Nunca había visto tanto miedo. Estados Unidos ha cambiado muchísimo. No lo reconozco”, dice, en esta conversación con Confidencial.
Un presidente que miente mucho
¿Cómo se ubica el periodismo independiente en Estados Unidos con un presidente como Donald Trump que ha declarado que está librando una guerra con la prensa?
Yo creo que ustedes los nicaragüenses saben muy bien cómo enfrentar este tipo de cosas, pero no es fácil porque es un presidente que ataca directamente a los periodistas, es un presidente que miente mucho. Donald Trump dijo que Barack Obama había nacido en otro país, dijo que tres millones de indocumentados habían votado en las pasadas elecciones, falsas las dos cosas; dijo que los inmigrantes mexicanos eran criminales y violadores, falso por supuesto; dijo que Estados Unidos en este momento se encuentra en el peor momento de los últimos 47 años en cuanto a criminalidad, otra mentira más.
Entonces cuando tienes un presidente que miente tanto y que ataca directamente a la prensa es difícil, pero estoy optimista porque me parece que la prensa en Estados Unidos ha reaccionado muy bien, ha aprendido las terribles lecciones de la campaña donde muchos periodistas dejaron que Donald Trump dijera cualquier cosa, no lo cuestionaron, le dieron horas de televisión sin ningún problema, y ahora han salido a tener una posición muchísimo más crítica. Cuando ves a los periodistas en CNN, el New York Times, el Washington Post, y en varios medios de comunicación, todo el tiempo están haciendo fact checking, chequeando que los datos sean correctos, y están cuestionando al presidente. Trump no puede con eso. Creo que hay grandes diferencias entre América Latina y Estados Unidos.
¿Qué lecciones te dejó a vos en particular y al equipo de Univision la cobertura de esta campaña?
La lección es que teníamos razón en ser duros con Trump desde el principio. Acuérdate, Trump el quince de junio de 2015 anuncia su candidatura y dice que los inmigrantes mexicanos son criminales y violadores. Nosotros sabíamos que era una mentira porque estamos en contacto con la comunidad, y todos los estudios que yo había leído decían que los inmigrantes en cualquier parte del mundo, pero también en Estados Unidos, no se meten en problemas con la policía porque no quieren ir a la cárcel, no quieren ser deportados, y no terminan en la cárcel, eso ocurre más con los norteamericanos que con los inmigrantes. Entonces tomamos una postura muy dura con Trump desde el principio y creo que esa es la mejor lección que he tenido, darnos cuenta que ante seis circunstancias: racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, dictaduras y violaciones a los derechos humanos; en esas seis instancias tienes que tomar partido. Mi labor como periodista es cuestionar a los que tienen el poder, y cuando esto ocurre: racismo, discriminación, corrupción, etc., estamos obligados a tomar partido ¿por qué? A ti y a mí no nos contrataron para cargar la grabadora, que ya nadie usa grabadora sino celular, no nos contrataron para estar paraditos a escuchar al presidente. No, nos contrataron para cuestionar al presidente, para cuestionar a los que están en el poder, y esa es la principal lección que aprendí.
Tomar partido, sin ser activista ni partidario
¿Cómo respondes a los señalamientos que han hecho algunos colegas en Estados Unidos sobre esa posición, indicando que hay que definir la frontera entre activismo político y periodismo profesional? ¿Cómo la definís vos?
Me parece que es un buen debate y creo que estamos obligados a clarificar exactamente cuándo debemos tomar partido y cuándo no tenemos que tomar partido. ¿Qué es lo que me diferencia de un activista? Muy sencillo, que no soy partidista, no tengo ningún partido político, soy absolutamente independiente, estoy registrado como independiente, no estoy asociado con ningún partido político y esto es demostrable.
Número dos, que igual de duro a Barack Obama, el demócrata, critiqué igual a Hillary Clinton cuando tuvimos un foro con ella, preguntándole sobre los emails, preguntándole sobre (Bengasi); al propio presidente Barack Obama lo cuestioné duramente sobre las deportaciones, o sea, fui duro igual con los demócratas, como ahora soy con los republicanos, creo que esa es la gran diferencia, que no soy partidista. ¿Si nosotros no hacemos esas preguntas, quién las va a hacer, y tomar esta posición de absoluta equivalencia? ¿Si alguien dice una mentira, estamos obligados a buscar en el otro candidato o en el otro partido político algo exactamente igual? No, creo que no. si es una mentira, se dice que es una mentira.
A los partidarios de Trump, que no son la mayoría de Estados Unidos pero si un grupo considerable, no parece molestarles haber elegido a un presidente que miente, ¿se resignará la opinión pública norteamericana a esta situación de un presidente que miente?
Este es un presidente que le han perdonado muchas cosas: le perdonaron mentir, le perdonaron ser machista y sexista. Recuerda, este es un presidente que dijo que algunas mujeres eran perros, cerdos y animales, él lo dijo; este es un presidente que acusó injustamente a inmigrantes mexicanos y latinoamericanos de ser violadores y criminales, absolutamente falso; es decir, estamos ante un presidente que hizo comentarios racistas y sexistas, y a pesar de todo eso llegó a la presidencia. Pero llega a la presidencia porque hay un malestar en muchas partes de los Estados Unidos, que no habíamos visto, en la población blanca que se siente atacada por el cambio demográfico que existe aquí, y porque le creímos a las encuestas, y nos dimos cuenta tarde que muchas personas no le estaban diciendo la verdad a los encuestadores y a los periodistas.
Cuando Trump califica a los medios como la oposición y el enemigo, nos recuerda un poco la situación que se vive en Rusia, en Turquía, o en América Latina, en Venezuela, en Ecuador, y para no ir muy largo en Nicaragua. ¿Se está viendo la prensa norteamericana en ese espejo?
Es importante aclarar de nuevo que la prensa nunca debe ser partidista, creo que si un periodista decide representar una posición ideológica o de un partido político, dejamos de ser periodistas y somos activistas o políticos, pero estamos obligados a tomar ciertos puntos de vista cuando se violan principios básicos de comportamiento. Steve Bannon, el principal asesor del presidente Trump, dijo que él nos veía a nosotros, los periodistas, como un partido de oposición. No estoy de acuerdo en que somos un partido de oposición, pero creo que nuestra posición es de estar del otro lado del poder. Tenemos una palabra maravillosa en español que es contrapoder, el periodismo debe ser siempre contrapoder, en el momento en que te acercas demasiado al poder, te quemas. Y los periodistas al acercarse tanto al poder pierden toda su credibilidad.
Nuestra posición es estar exactamente del lado opuesto del poder siempre, y si tenemos que escoger entre ser amigos o enemigos del presidente, nuestra preferencia debe ser siempre ser enemigos del presidente; si tenemos que escoger entre ser adversarios o seguidores, hay que ser adversarios. Y muchos periodistas, pasa en Nicaragua, pasa en Estados Unidos, y en todos lados, a cambio de acceso, a cambio de acercarse al poder venden su reputación, y es ahí cuando la gente te deja de creer.
Los empresarios divididos ante Trump
En muchos países latinoamericanos no existe un compromiso de parte de la clase empresarial con la democracia y la transparencia pública ante gobiernos autoritarios, ya sea porque tienen intereses con el gobierno o porque tienen temor. ¿Cuál es la posición del empresariado en Estados Unidos?
Bueno, apenas llevamos tres semanas, así es que hay que darnos tiempo. Pero aquí la diferencia se ha visto claramente, hay compañías que doblaron ya las manos y dijeron “señor Trump lo que usted diga”, y han tomado decisiones de cerrar empresas en México, de crear empresas en los Estados Unidos aunque no funcione bien para su negocio; pero hay otras empresas, sobre todo la de alta tecnología que están en Silicon Valley, en California, que han dicho “cuidado señor Trump, el muro que usted propone va en contra de los principios de Estados Unidos a favor de los inmigrantes.
La prohibición a gente de países musulmanes es inconstitucional y no debe ir. Imagínate que de pronto a Trump se le hubiera ocurrido que Nicaragua y México debería entrar en esa prohibición de viajes, y entonces tu y yo, por el simple hecho de haber nacido en Nicaragua y yo en México, no hubiéramos podido entrar en los Estados Unidos, o sea esto es una discriminación clara en contra de países, de siete países y de refugiados de todas partes del mundo. Así que lo que estoy viendo hasta el momento es que las empresas privadas están todavía divididas, unas asustadas con Trump, no hay nada que más le aterre a un empresario que ver el nombre de su empresa atacada por Donald Trump, y por otra parte hay compañías que muy valientemente le están diciendo que no a Trump.
¿Qué incidencia tiene la gente, las audiencias, en este conflicto entre el poder y la prensa, que es también una batalla por derechos humanos, por derechos sociales? ¿Cómo incide la gente en este gran debate?
Ahora, el mismo momento, tan pronto como tú y yo estemos hablando, en las redes sociales en Facebook, en Twitter tenemos un impacto inmediato. Trump sabe manejar muy bien las redes sociales; y Trump tiene algo que yo se lo había visto antes a Hugo Chávez, sabe saltarse al periodista para hablar directamente con la gente, Chávez lo hacía con las grandes cadenas de “Aló Presidente”, y se dio cuenta, y dejó de dar entrevistas con periodistas, para qué se iba a enfrentar a cuestionamientos complicados y preguntas incómodas, si podía hacerlo directamente con la gente. Y eso es exactamente lo que está haciendo Donald Trump, está a veces gobernando a través de Twitter, es un presidente tuitero.
“No creo que Trump se convierta en dictador”
¿Y cómo se cubre a un presidente de Twitter? ¿Está la prensa a la defensiva, o está preparada para esta situación que parece inédita en Estados Unidos?
Es totalmente inédita, y yo creo que cada vez tendremos más presidentes tuiteros. Estoy seguro que en Nicaragua, cuando la dinastía de los Ortega pase, habrá una nueva generación de gobernantes nicaragüenses, eso esperamos todos, que empezarán a gobernar también a través de Twitter y de las redes sociales. Es más, te lo planteo de otra forma, no hay manera ya de llegar al poder sin las redes sociales, eso es un fenómeno nuevo. Yo creo que la prensa en los Estados Unidos sí está preparada.
Creo que es importante notar que hay grandes diferencias entre dictaduras y regímenes autoritarios en América Latina con lo que está pasando en los Estados Unidos. Trump es un ser autoritario, es un bully, está atacando a la prensa, pero me parece imposible --y por favor apúntame la fecha-- que Trump pueda controlar todos los medios de comunicación como en algunas dictaduras o sistemas autoritarios, que pueda controlar el Ejército, el Congreso, la Corte Suprema, y que pueda tener el control como el que tuvo Hugo Chávez en Venezuela, por ejemplo, o como tuvieron ustedes durante los Somoza, unos dicen ahora con los Ortega, o como ha ocurrido en las dictaduras en Brasil o en Argentina; ese tipo de control absoluto de un país no lo veo todavía aquí en los Estados Unidos, ni lo veo posible, no creo que Trump tenga en esta democracia de 230 años, la posibilidad de saltarse todos los balances, chequeos y balances, como le llaman aquí en los Estados Unidos, y convertir a los Estados Unidos en una dictadura.
En Italia surgió el fenómeno de Mussolini, y en Alemania cuando emergió Hitler había una convicción de que las instituciones eran lo suficientemente sólidas para evitar lo que después ocurrió.
Sí, yo lo entiendo, pero en este 2017 tenemos una prensa muy saludable y bien financiada; tenemos un poder legislativo independiente, con demócratas y republicanos peleándose; tenemos un sistema de jueces absolutamente independiente; y un Ejército que sí depende del presidente, pero que no está subordinado a todos sus caprichos, entonces yo no veo, sinceramente, que la voluntad de una persona en Estados Unidos pueda, en estos momentos, imponerse sobre el ejército, sobre el Congreso, sobre la Corte Suprema, y sobre los medios de comunicación, sencillamente, no lo veo.
Chequear la credibilidad de las fuentes
¿Hay miedo en este momento en Estados Unidos? ¿Hay autocensura?
Hay más cuidado, pero no diría autocensura. Léete el New York Times, el New Yorker, ve la entrevista que le acaba de hacer Jake Tapper de CNN a Kellyanne Conway, una de las principales asesoras de Donald Trump. Yo acabo de escribir un artículo que se llama “No reconozco este país”, y son puntos de vista durísimos, de crítica a Trump, de clara oposición periodística. Así que, si bien es cierto que hay periodistas que quizás se están autocensurando para tener acceso, la verdad es que tenemos una parte de la prensa estadounidense muy saludable.
¿Univisión ha sufrido alguna suerte de discriminación de parte del Gobierno?
No tenemos acceso a Donald Trump, nuestros corresponsales sí pueden entrar a la Casa Blanca, y pueden entrar a la sala de prensa pero hasta ahí llegan. Hasta el momento no hemos podido entrevistar a un solo ministro de Trump, nunca, por supuesto, me ha querido dar una entrevista Donald Trump, ni creo que me la quiera dar, entonces no puedo denunciar censura, pero sí puedo denunciar que no tenemos el mismo acceso que tienen otras cadenas norteamericanas, y que parte de eso es esta animosidad del presidente con nosotros, que no le gusta lo que hemos estado reportando.
Desde el punto de vista de las prácticas del periodismo profesional ¿Cómo se libra esta batalla desde las redacciones? Cuando Trump dice: “CNN: noticia falsa”, “Univisión: noticia falsa” ¿afecta eso la credibilidad del medio?
Yo lo tomo como una señal que nos dignifica, que nos da honor, que enaltece la profesión, porque cada vez que Donald Trump dice algo, nosotros debemos poder salir a decir “lo que usted está diciendo no es cierto, y estos son los datos que yo tengo”. Entonces lo que sí tenemos ahora (es) una maquinaria más sofisticada de revisión de datos y un sistema en donde chequeamos una, dos, y hasta tres veces la credibilidad de nuestras propias fuentes, y donde nos queremos asegurar que antes de sacar la información sea absolutamente verídica, porque sabemos que tenemos del otro lado no nada más a un presidente, sino a todo un sistema que va contra nosotros, entonces no nos queremos equivocar, y si nos equivocamos lo debemos reconocer públicamente.
“Hay miedo, no reconozco a este país”
Trump dijo el primer día, en su toma de posesión, que ya está trabajando para su reelección ¿puede lograrlo?
Ellos están basados en el hecho que se van a reelegir dentro de cuatro años. No sé, a lo mejor saben algo que nosotros no sabemos, pero va a haber una lucha por el poder, como siempre, dentro de cuatro años. Y lo que pasa es que los demócratas también demostraron muchas debilidades durante la campaña, y no se dieron cuenta que la gente tampoco les creía, y si tú me preguntaras ahorita quién podría convertirse en el próximo líder demócrata, que será el próximo candidato a la presidencia, no te sabría decir, no sé quién, y eso es difícil, porque si tres o cuatro años antes de una elección no sabes quién es el líder de la oposición, estás en graves problemas, y eso es exactamente uno de los problemas de los demócratas.
Otro problema es que los demócratas no se encargaron en preparar a estas nuevas generaciones y, por ejemplo, del lado republicano en la campaña pasada tenemos dos latinos, Ted Cruz y Marco Rubio, dos senadores latinos, ¿dónde están esos jóvenes líderes hispanos que representan al partido demócrata?, no los veo. Así que, por un parte tenemos a un tipo obsesionado con el poder, que acapara el poder, como Donald Trump, y por otra parte tenemos un enorme vacío de poder, si las cosas siguen así Donald Trump podría reelegirse, por supuesto.
Más allá de tu optimismo sobre el futuro de la prensa. ¿Cómo ves el estado de los compatriotas latinoamericanos en Estados Unidos? ¿Hasta dónde podrá llegar Trump con su nueva política migratoria que pone en la mira a los migrantes latinoamericanos y el envío de remesas?
Yo creo que es muy peligroso, hay mucho miedo. Yo llevo treinta y cuatro años aquí en los Estados Unidos y nunca había visto tanto miedo. The New York Times acaba de hacer un análisis y considera que hay ocho millones, de los once millones de indocumentados, que están en peligro de deportación, y eso es gravísimo porque estaríamos hablando de deportaciones masivas. Pero más allá de que hubiera una policía migratoria que quisiera deportar, imagínate la conversación esta noche en las casas de esos ocho millones de inmigrantes, es el papá que llega y que les dice a sus hijos: -mañana me voy a trabajar, pero no sé si voy a regresar-, las mamás exactamente igual, los niños, porque me ha tocado hablar con ellos, que no saben si mañana cuando termine la escuela, alguien los va a ir a recoger.
No estoy exagerando, o sea, estamos hablando de familias que podrían ser totalmente destruidas por eso. Y ese gran temor nunca lo había visto en los Estados Unidos. No hay ninguna intención de que las cosas mejoren, o sea Donald Trump podría legalizar a once millones de indocumentados, pero no quiere, quiere un país que se parezca a 1965, cuando la mayor parte de la población era blanca, y ese temor, ese gran miedo está aquí. Muchos nicaragüenses, por supuesto, están sufriendo esa situación, y yo nunca lo había visto, además hay que ponerles cara. Hace poco hice un documental donde hablaba con niños que lloran porque dicen, --Trump se va a llevar a mi papá-- y cuando tu oyes eso, te das cuenta que Estados Unidos ha cambiado y que ha cambiado muchísimo, no lo reconozco a veces.