26 de agosto 2016
Luis Rabbé, diputado y expresidente del Parlamento de Guatemala, es un personaje clave dentro del sistema de corrupción e impunidad de ese país, porque es el cuñado de Ángel González, el dueño del monopolio de la televisión abierta y de la Radio Sonora. Ángel González ha transado con todos los políticos desde las dictadoras militares y con el retorno a la democracia en 1986. El trueque es sencillo: pauta publicitaria “gratuita” para los candidatos principales como anuncios y disfrazada de “notas periodísticas”, y cobertura servil cuando llegan al poder a cambio de contratos millonarios de publicidad y la renovación de su concesión televisiva y radial de manera gratuita. Sí, gratuita.
Así ha transado Ángel González con políticos que van desde el alcalde capitalino Álvaro Arzú hasta Manuel Baldizón. Y era tan influyente para el sistema que hizo que su cuñado Luis Rabbé fuera electo como presidente del Congreso para 2015.
Rabbé es una de las caras del sistema. Desde que fue Ministro de Comunicaciones en el gobierno del FRG (2000-2002) hizo una piñata del sistema de contratación de obra pública. Después regresó a la política nacional con el partido UCN, descrito por un cable de la embajada estadounidense como un partido con la siguiente ideología: narco. De ahí, el paso para Líder era una cuestión de tiempo.
En 2015 logró salvar a Otto Pérez Molina de la pérdida de su inmunidad en varias ocasiones, hasta que no pudo resistirse en septiembre de 2015.
Rabbé es investigado por el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), por la supuesta creación de plazas fantasmas durante su presidencia en el Parlamento (2015 – 2016), en un proceso por el cual fue despojado de su inmunidad el pasado 18 de agosto, y por el que ya está en prisión su hermano y también exdiputado, Alfredo Rabbé.
El diputado disidente del bloque Libertad Democrática Renovada (Líder) salió de Guatemala el pasado 16 de agosto (menos de 48 horas antes de su desaforación) con supuesto rumbo a México, pero este fin de semana fue visto y fotografiado en un supermercado de Managua mientras revisaba precios de bombillos eléctricos.
El poder de Ángel González
Ángel González logró las concesiones de los canales 3 y 7 en 1981 en tiempos del sanguinario y corrupto dictador Romeo Lucas. Desde la transición a la democracia empezó a invertir en los candidatos presidenciales Vinicio Cerezo y Jorge Serrano Elías, y en los años noventa obtuvo las concesiones de los canales 11 y 13, completando así el monopolio. En 1995 y 1999 invirtió en el FRG y Alfonso Portillo, que le respondió con el Ministerio de Comunicaciones para su cuñado Luis Rabbé (2000-2001). Desde entonces ha invertido en candidatos para que se le renueven las frecuencias sin cobrarle impuestos que se cobran en otros países.
Es preocupante porque en Guatemala le quita a la ciudadanía una herramienta de contrapeso de cara a los políticos, de debate social, de construcción de identidad nacional, de competencia de mercado y de entretenimiento de calidad.
El oscuro papel de Radio Sonora
Lo más peligroso de los medios en la democracia es cuando se disfrazan de medios y no lo son: son espacios de propaganda política. ¿Dónde hablaban el expresidente Otto Pérez, la exvicepresidente Roxana Baldetti y el excandidato Manuel Baldizón cuando querían transmitir mensajes sin cuestionamientos a la población? ¿A dónde fue Pérez Molina antes de ir a declarar al juzgado por su caso de corrupción? Radio Sonora. Les salía más barato (y creíble) que hacer cadenas nacionales. Radio Sonora es propiedad del mexicano Ángel González –cuñado de Luis Rabbé–, quien es el dueño del monopolio de la televisión abierta y tiene un pacto de promoción a los políticos a cambio de que les dejen las frecuencias sin cobrarles, sin crear competencia y le den publicidad estatal.
Radio Sonora es una de las dos radios más escuchadas del país –su tono populista y amarillista tiene una audiencia– y su director, Arnulfo Agustín Guzmán, es tan anti-periodista que pasará a la historia porque en un programa de radio en el que cubrían un intento de linchamiento en un pueblo, en vez de disuadirlo, abrió los micrófonos en cabina para que la gente votara si los potenciales linchadores debían matar a la persona. Con los potenciales linchadores probablemente oyendo. Fomentar un asesinato es un delito en cualquier país del mundo. En Guatemala, se mantiene impune.