25 de noviembre 2018
El 19 de abril al mediodía, la maquinaria política del Frente Sandinista fue convocada a una reunión de emergencia en el auditorio del Parque Japonés. Las protestas sociales contra las reformas a la Seguridad Social representaban el desafío de disputarle las calles al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Fidel Moreno, el principal operador político de El Carmen, llegó con una orden terminante de la Jefatura Nacional a los secretarios políticos: “Vamos con todo… no vamos a dejar que nos roben la revolución”. La decisión circuló de inmediato hacia abajo en toda la estructura partidaria del Gobierno y los territorios… y surtió efectos letales horas después: los primeros tres muertos de la masacre de abril.
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El 19 de abril, los enfrentamientos sostenidos durante el día en las universidades públicas de Managua dejaron tres muertos. Sin embargo, a 90 kilómetros de la capital, en la ciudad de León, los universitarios también se habían rebelado. Francisco Martínez, líder estudiantil de la Universidad Nacional de Nicaragua (UNAN-León), entiende ahora, tras conocer la orden dictada por Fidel Moreno, por qué los funcionarios de la Federación de Trabajadores de la Salud (FETSALUD) se ensañaron contra ellos en el Hospital Escuela Oscar Danilo Rosales (HEODRA).
“Me supongo que después del mediodía del 19 de abril la orden ya había llegado a los secretarios políticos locales. A las dos de la tarde la protesta pacífica que habíamos montado en el HEODRA fue atacada por una contra marcha del Gobierno. La contra marcha era encabezada por la titular del Ministra de Salud, Sonia Castro. Luego, la Policía cerró las calles y nos comenzaron a atacar”, recordó el estudiante de Medicina de la UNAN-León.
Al siguiente día, el 20 de abril, en León la violencia explotó con mayor fuerza. Las fuerzas represivas del régimen se lanzaron a atacar a los universitarios, y resultó incendiado el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), donde fue encontrado calcinado Cristian Emilio Cadena, en circunstancias sospechosas. Mientras que en Managua, la tarde del 20 de abril la vicepresidenta Rosario Murillo ordenó tomarse “de forma indefinida” 61 “puntos emblemáticos de la capital”.
El 20 de abril, en torno al Parque Japonés, que sirvió durante los primeros días de la crisis como centro de operaciones del régimen, el movimiento de camionetas cargadas con simpatizantes sandinistas fue incesante. Vecinos de la zona (que piden anonimato) aseguraron a CONFIDENCIAL que a eso de las tres de la tarde, decenas de buses salieron cargados con trabajadores del Estado hacia distintos puntos de Managua, pero en especial a la denominada Plaza de las Victorias.
Represión contra estudiantes
La tarde del 20 de abril, los estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y de la Universidad Centroamericana (UCA) mantuvieron la protesta entre las calles aledañas a los recintos universitarios y la Catedral de Managua. "Talaron" el primer "Árbol de la Vida" de Rosario Murillo, antes de que las balas de plomo comenzaran a caer sobre ellos. CONFIDENCIAL presenció esa tarde como miembros de la Juventud Sandinista, con pistolas en mano, arremetieron contra los estudiantes. El caos se apoderó de la zona y comenzó a rondar con frenesí el rumor de que “un niño” había sido herido en el cuello. Era Álvaro Conrado, quien llevaba agua a los manifestantes. Ante la falta de atención médica, el menor falleció.
En las inmediaciones de la rotonda Jean Paul Genie, sin que nadie se lo esperara, la primera marcha de protesta salió con dirección a la UNI. Eran miles de jóvenes, trabajadores y ciudadanos que marchaban con aplomo, aún sin tantas consignas diseñadas, cuando la masacre apenas iniciaba. La marcha tuvo un encontronazo con los empleados públicos, quienes ya tenían tomada la llamada Plaza de las Victorias. En ese plantón oficial estaba el jefe de bancada sandinista, Edwin Castro, cuya camioneta resultó con los vidrios quebrados en medio de la refriega.
Los simpatizantes del Gobierno miraban pasar, atónitos, a los miles que marchaban. Eran superados en número en mayúscula proporción. Al verse acorralados en la Plaza de las Victorias, miembros de la Juventud Sandinista abrieron fuego contra los ciudadanos. La columna de manifestantes azul y blanco se volvió una avalancha. Corrían despavoridos de las balas. Quienes se quedaron y decidieron seguir marchando hacia la UNI, fueron repelidos por los antimotines que les cerraron el paso frente al centro comercial Metrocentro.
Disparos letales en Estelí
En la ciudad de Estelí, el bastión sandinista del norte también se había rebelado. Aracely Pérez Canales, hermana de Orlando Pérez, el joven asesinado la noche del 20 de abril en el Parque Central de Estelí, recordó que esa tarde la marcha pacífica fue emboscada por simpatizantes sandinistas.
Pérez marchaba junto a su hermano y su madre, la profesora Socorro Corrales. “Íbamos tratando de evitar a los antimotines, cuando doblamos por otra calle, y pasamos por la Plaza Domingo Gadea, un trabajador de la Alcaldía de Estelí abrió fuego contra nosotros”, rememoró. El trabajador era Edgard Gamez, quien luego tuvo que huir de Estelí.
Los ciudadanos de Estelí enfrentaron con piedras a los miembros de la Juventud Sandinista, que se escudaban detrás de los antimotines. La violencia se trasladó al Parque Central de esa ciudad norteña, donde fueron asesinados, de disparos letales y certeros, Orlando Pérez y Franco Valdivia Machado, ambos universitarios. Al final de esa noche, el Ejército de Nicaragua saltó a las calles de Estelí a, supuestamente, a defender “objetivos estratégicos”.
También en Monimbó
Ese mismo día, en el histórico barrio de Monimbó, la ciudadanía se había volcado a las calles. La orden de “vamos con todo” también hizo estragos. El joven de 23 años de edad, Álvaro Gómez, recibió un balazo a la altura de la tetilla izquierda. Esa noche decidió unirse a la resistencia ciudadana en Masaya. Su padre, que lleva el mismo nombre, se enteró de la muerte de su hijo al día siguiente. El dolor y la indignación de Álvaro Gómez padre fue doble, ya que la “policía lo asesinó en nombre de un partido político por el que luchó” en los ochenta.
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La represión el 20 de abril en Masaya acabó además con José Abraham Amador, de 17 años en las cercanías del Mercado de Artesanías, y otros dos jóvenes. Al día siguiente, Carlos Manuel Sandino Hernández, de 39 años, fue asesinado en el barrio Fátima.
“Ahora que vemos siete meses atrás, el rompecabezas encaja. Ahora entendemos por qué nos atacaron a nosotros en León, porque dispararon a matar en otros lugares sin importar quién fuera”, reclamó el líder estudiantil Francisco Martínez. “El Gobierno dio la orden de ‘Vamos con todo’, y fue a matar”.