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El cinismo se instala en la Asamblea Nacional

El volcánico Gustavo Porras, un leal de Rosario Murillo, al frente de una Asamblea con diputados señalados por corrupción

Gustavo Porras al ser juramentado como nuevo Presidente de la Asamblea. Carlos Herrera | Confidencial

Vladimir Vásquez

10 de enero 2017

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La nueva Asamblea Nacional, favorable al reelegido mandatario Daniel Ortega, instaló su período legislativo de cinco años, en la que los sandinistas y sus aliados ostentarán una abrumadora mayoría y ocuparán los principales cargos directivos, incluido la presidencia, en manos de Gustavo Porras, que ha demostrado una lealtad a la pareja Ortega-Murillo, cuyas órdenes ejecuta sin vacilación.

Los diputados electos entraron el lunes al hemiciclo en fila en medio de la oscurana. Eran las nueve y treinta de la mañana y se escuchaban conversaciones en cada rincón del plenario de la Asamblea Nacional. Los magistrados del Consejo Supremo Electoral, encargados de entregar las acreditaciones desfilaron frente a los invitados donde usualmente se sienta la Junta Directiva.

En primera fila estaba la representación del Ejército de Nicaragua, el nuncio apostólico acompañado del cardenal Miguel Obando y Bravo y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que momentos antes habían dado declaraciones al canal parlamentario en medio de una confusión de la producción que le puso nombres equivocados a algunos de ellos.

El expresidente Arnoldo Alemán también se lucía al frente. En la misma línea donde estaba el padre Neguib Eslaquit, quien no escatima caracteres para derrochar amor hacia la secretaria de Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo, en unas cartas publicadas constantemente por el oficialista 19 Digital.


El vicepresidente de la República, Omar Halleslevens, también se encontraba en primera fila. Dado que su diputación se le otorga por ley, parecía confuso, es el diputado suplente de Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua que no quiere soltar el poder.

Un hombre de voz ronca llamó a todos los diputados e invitados a ocupar sus lugares para empezar con el acto. Ya estaban retrasados media hora y encima no había electricidad. Un apagón nacional se encargó de poner el escenario de penumbras donde los "padres de la patria" recibirían sus credenciales de parte de un personaje que ha sido señalado de cometer actos de corrupción y de ser el contador personal de votos de Daniel Ortega.

A Roberto Rivas y los demás magistrados los acompañaba Luis Benavides, mejor conocido por su mítica frase “la calle está dura”, usada para justificar su permanencia ilegal en el cargo de magistrado amparado por un decreto legalmente cuestionado emitido por Daniel Ortega.

Inició la juramentación y uno a uno Roberto Rivas llamó a cada uno de los diputados a que recibieran el cartón que los acreditaba como diputados. El documento estaba protegido por una carpeta azul con letras doradas, dentro el preciado papel cual vellocino de oro. Y es que con ese documento los diputados tendrán inmunidad, recibirán un sueldo por encima de los tres mil dólares mensuales, una dieta y un fondo para obras sociales del que nunca rinden cuentas.

Porras, un leal de Murillo, al frente del Parlamento

El primero en recibir la credencial fue Gustavo Porras, quien más tarde daría la sorpresa al convertirse en presidente de la Asamblea Nacional. El hombre, hoy más delgado que hace un par de años, desfiló desde el fondo del gran salón observado por todas las esquinas por los ojos de curiosos y periodistas. Llegó hasta el frente donde Roberto Rivas se encontraba para recibir su acreditación.

Sus colegas sandinistas aplaudieron, sus colegas liberales aplaudieron, su colega conservador aplaudió y tampoco se quedó atrás su colega de la Alianza por la República. Todo fue felicidad en ese momento.

La voz detrás del micrófono anunció que entregarían acreditaciones a todos los diputados electos bajo la Alianza Unida Nicaragua Triunfa y por eso llamó a Wilfredo Navarro. Quien se describe como liberal, pero que a la menor oportunidad ataca a sus ex correligionarios y defiende todas las acciones del régimen de Daniel Ortega.

Así, uno a uno fueron pasando los 71 diputados mientras el calor sofocante del exterior empezaba a colarse por las ventanas y a calentar las paredes. Uno que otro empezaba a soplarse con lo que sea que encontraba: unos con papeles, cuadernos, libretas y los más precavidos sacaron abanicos de mano que agitaban rápidamente para generar aire fresco.

Después de los 71 diputados sandinistas tocó juramentar a los electos bajo la bandera del Partido Liberal Constitucionalista. María Haydeé Osuna fue la primera, ella también es la presidenta nacional del PLC. Así fueron llamando lista de cada propietario con su suplente y pasó también, en medio del desfile, María Fernanda Flores de Alemán.

Terminaron los 14 y llamaron al único conservador de la sala, Alfredo César. Electo el pasado seis de noviembre del 2016, César dijo que no asumiría su diputación por los cuestionamientos de legalidad del proceso, aunque más tarde se arrepintió y dijo que sí ocuparía el cargo porque su partido se lo pidió.

Después de César llamaron al hombre que todos los periodistas esperaban: “Vos ya lo conocés…”, decía su campaña por diputado. Byron Jeréz. “Ahí viene”, “tomá la foto”, “grabá”, se escuchaba entre los periodistas que estaban apiñados en un pasillo del Parlamento.

Así fue como Jeréz se levantó de su silla, vestido de saco negro, camisa rosa y corbata apretada que parecía apunto de asfixiarlo. Desfiló por la pasarela y llegó hasta donde estaba Roberto Rivas para recibir su credencial. Abrieron la carpeta azul con letras doradas y mostraron ante la audiencia el contenido para posar para la foto. Sonrío a las cámaras y los flashes se volvieron locos por todos lados. Click, tock, click, tock, tock, tock, click y más click se escuchaba por todos lados saliendo de las cámaras.

Regresó a su silla y el lugar volvió a la normalidad hasta que recibieron los que faltaban. Los que fueron electos porque así lo dice la Constitución. Maximino Rodríguez por haber quedado en el segundo lugar con el PLC y  Omar Halleslevens, quien debería estar como suplente de Daniel Ortega.

La segunda parte del evento empezó a eso de las 11 de la mañana. La electricidad no había llegado, aunque Roberto Rivas pidió que se detuviera todo por media hora porque “ya me informaron que en media hora viene la luz”. No llegó. Y después de haber perdido media hora, la sesión se reanudó. La oscurana de vez en cuando se hacía un poco más débil porque abrían las cortinas y entraba la luz del sol. Pero adentro nada funcionaba, ni los micrófonos, ni los televisores ni la pizarra para las votaciones. Por eso recurrieron a un viejo, pero infalible método: “levanten las manos los que están a favor…”.

El primero a escoger era el presidente de la Asamblea. Dos nombres se mencionaban para ocupar este cargo: Gustavo Porras y Omar Halleslevens. Tomó la palabra Edwin Castro y cual si anunciaría al ganador de algún premio en un concurso familiar dominical, extendió sus palabras todo lo que pudo para crear expectativa. Saboreó el nombre entre los dientes y le dio mil vueltas en la cabeza hasta que lo soltó como escupiendo a los pies de los que estarían inconformes: “Yo propongo al compañero Gustavo Porras”.

Levantó la mano al otro lado del plenario Iris Montenegro. Le dieron un micrófono improvisado para que hablara, pero no servía, entonces dirigió su discurso a Rivas para justificar su respaldo a Porras. Dijo que era un hombre que había estado en la lucha sindical, que era médico. Así habló cinco minutos hasta que pasaron a levantar la mano. Todos levantaron, todos, liberales, sandinistas, el conservador y el Apre. Y fue electo. La primera en felicitarlo fue María Haydeé Osuna, lo abrazó y con un beso en la mejilla le mostró su felicidad igual que otros que le apretaron la mano.

Porras, de 62 años y secretario general de la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetsalud) desde 1984, es miembro honorario de la Asociación de Médicos Internistas de la República de Cuba y cuenta con el respaldo de la vicepresidenta electa y esposa de Ortega, Rosario Murillo.

Es miembro del Consejo Sandinista Nacional y desde el año 2002 fue electo diputado nacional. Ha sido presidente de la Comisión de Salud, Seguridad Social y Bienestar, y miembro de la Comisión de Asuntos Económicos, Finanzas y Presupuesto, así como integrante de la Comisión Especial Anticorrupción de la Asamblea Nacional.

Porras fue reelegido para su cuarto periodo legislativo.

Cinismo topa el hemiciclo

José Antonio Zepeda tomó otro micrófono. Uno que sí funcionaba y que colocaron en el centro del parlamento. Propuso a Maritza Espinales para la segunda vicepresidencia. Le siguieron más comentarios de respaldo y todos votaron al unísono.

Se levantó más tarde Jacinto Suárez, desde su lugar propuso a Gladys Báez para segunda vicepresidenta. Se repitió otra vez el guión y todos secundaron. Quedó electa.

Del lado de los liberales tomó la palabra Miguel Rosales, diputado del PLC y propuso a María Haydeé Osuna. Habló varios minutos de sus bondades y cómo ella aportaría al debate crítico en el parlamento. Entonces, se levantó Edwin Castro nuevamente. Y desde el micrófono que sí servía le dio su respaldo y el de su bancada a Osuna, a una liberal. No había nada más que hablar, Osuna sería electa más tarde, con los 71 votos sandinistas, como tercera vicepresidenta.

Loria Raquel Dixon fue propuesta por Wilfredo Navarro para la primera secretaría, más tarde le dieron todos los votos. “Solo Brooklyn Rivera no votó”, resaltó Rivas después de ver todas las manos arriba. “Ya lo van a desaforar”, comentó otro periodista.

Douglas Alemán, es el diputado del sombrero, para que se ubiquen, propuso a Wilfredo Navarro. Alemán es sandinista. Y destacó que Navarro era una persona “disciplinada”. Los sandinistas sonrieron. Desde atrás, Byron Jerez levantó la mano para que le dieran la palabra y expresó las palabras más bonitas para describir a Navarro. Le llamó correligionario y ya sea por error o mal cálculo o simplemente porque lo cree, le llamó: “Liberal”. Todos se soltaron a reír.

Rivas volvió a tomar la palabra e hizo que los miembros de la recién electa Junta Directiva pasaran al frente para ser juramentados. “Si es así que la patria los premie, o que ella se los demande. Quedáis en posesión de vuestros cargos”, concluyó.

Con 71 diputados, los sandinistas podrán aprobar leyes ordinarias, reformar parcialmente la Constitución y hasta convocar una Asamblea Constituyente para hacer una enmienda total de la Carta Magna sin necesidad de alianzas con las demás fuerzas.

Los magistrados se levantaron de las sillas y las cedieron a la nueva Junta Directiva. Con Porras a la cabeza los diputados ocuparon sus lugares y quedaron convocados para participar este martes de la toma de posesión del comandante Daniel Ortega quien va por su tercer mandato consecutivo y de la “compañera” Rosario Murillo que seguro se robará los reflectores.

(Con información de EFE).


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Vladimir Vásquez

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