22 de febrero 2020
El comandante Daniel Ortega entronizó al general Julio César Avilés como jefe del Ejército de Nicaragua este 21 de febrero, al prorrogarlo en el cargo por cinco años más. El dictador le entregó al jefe castrense el bastón de mando en una tarima tapizada de banderas roja y negra, sellando así el destino de Avilés, y de la institución militar misma, al proyecto político de Ortega y su esposa y vicepresidente Rosario Murillo, el mismo que desde 2018 es acusado de cometer crímenes de lesa humanidad.
“Estamos comprometidos a conducir la institución como establece la Constitución y las leyes. Una institución armada, de defensa de la soberanía; una institución de carácter profesional, apartidista, obediente y no deliberante. Se regirá en estricto apego a la Constitución Política, sometida a la autoridad civil ejercida por el Presidente de la República”, dijo Avilés en su discurso de aceptación en el cargo.
La vicepresidenta Rosario Murillo despuntó el acto leyendo el decreto presidencial 182-2019 que da cabida a la perpetuación de Avilés en el cargo de comandante en jefe del Ejército de Nicaragua por un periodo de cinco años, que va del 21 de febrero de 2020 al 21 de febrero de 2025.
Luego de leer una serie de “logros” conseguidos por el Ejército, el General Avilés agradeció a Ortega por la “confianza” en su “reelección”.
“Apoyo que el presidente firmemente nos ha brindado a lo largo de estos años. Estos logros expresan la consolidación y la fortaleza para brindar seguridad a nuestro pueblo. Tenemos solidez jurídica y un personal con alto sentido de profesionalismo”, dijo el general, quien con su reelección acumulará quince años en el cargo.
Avilés alegó que Nicaragua sigue siendo “el país más seguro de la región”, y proclamó que “no tenemos carteles de narcotráfico y del crimen organizado; no hemos permitido la presencia de maras, pandillas, terroristas en el país, no existen organizaciones dedicadas a la extorsión, sicariato y secuestros de productores y empresarios y enfrentamos con firmeza la migración ilegal”.
Los hechos contra el discurso
“El hecho que el jefe del Ejército aparezca públicamente hablando sobre el carácter apartidista, profesional, obediente y no deliberante de la institución en una tarima dónde lo que abunda es la bandera de un partido, contradice su discurso y pone en evidencia frente a los ojos del mundo que sus palabras son retóricas”, criticó Elvira Cuadra, experta en seguridad, y quien por años ha estudiado la dinámica militar.
Desde su retorno al poder, en 2007, Ortega logró someter a la Policía y al Ejército a su poder político autoritario. Los críticos de esa imposición señalan como cómplices a la exjefa policial, ahora primera comisionada en retiro Aminta Granera, y al mismo general Avilés. Ortega primero ensayó con la Policía: violó la ley orgánica de esa institución —ahora totalmente cuestionada por la represión ejercida contra la ciudadanía, junto a los grupos paramilitares— para prorrogar en el cargo a la comisionada Granera. Luego, en 2014, reformó el Código Militar para alargar el periodo de Avilés, que este 21 de febrero tuvo su segunda prórroga.
Envía dos mensajes
Según la experta en temas de seguridad, la segunda prórroga de Avilés envía dos mensajes: “Ortega mantiene comprometida a la institución militar a su proyecto político personal: trata de asegurar la lealtad en especial de la jefatura militar hacia él”.
La segunda lectura, de acuerdo con Cuadra, es el daño a la institución militar. “Venían desarrollando un proceso de modernización que tenía reconocimiento entre toda la sociedad nicaragüense, pero el silencio complaciente y la omisión del Ejército en relación a toda la crisis que se instaló en el país a partir de 2018 compromete la legitimidad y la confianza que la institución militar. Hay resultados que se pueden palpar en la opinión pública”.
Tras la brutal represión desatada por el régimen Ortega Murillo contra la rebelión cívica de abril, y la negativa del Ejército para desarmar a los grupos paramilitares que asesinaban coreando el “comandante se queda”, la confianza de los nicaragüenses en el Ejército y la Policía se desplomó. La confianza pasó de 45% en 2017 a un 22%, de acuerdo con el “Informe Latinobarómetro 2018”.
Desde hace diez años la sucesión militar está pausada. En especial cuando en 2013 Avilés quitó de la línea al mayor general Óscar Balladares, exjefe del Estado Mayor, y quien era el número dos del Ejército y sería en 2015 su sucesor natural en el cargo.
La experta en seguridad criticó que la permanencia del jefe del Ejército afecta la carrera militar. “Se habla de que eso entorpece la promoción en la cúpula, pero también abajo en el Ejército. Porque mientras en la cúpula no se promociona, los estamentos más bajos se van ensanchando y no pueden ascender. Eso crea incomodidad y malestar. Son efectos de esa permanencia y ver cómo será el escenario de desenlace”, valora Cuadra.
En su acto de perpetuación, Avilés se sumó a la retórica del régimen hablando de “paz” y contra el “odio”. Sin decirlo frontalmente, Avilés recomendó a los nicaragüenses “tolerar” al régimen. “Todos pertenecemos a esta gran casa. Todos somos hermanos y, por lo tanto, debemos sabernos tolerar. Abandonar el odio que solo daño trae y comprender que lo mejor es convivir en armonía y en paz”, afirmó Avilés.
El Ortega antimperialista
En el acto de perpetuación del general Avilés este viernes en la Plaza de la Revolución, el comandante Ortega elogió al cuerpo militar. “Con la conducción del General Avilés pueden decir con todo orgullo ‘estamos cumpliéndole a nuestro pueblo’”, dijo Ortega, seguido de un tibio aplauso.
Ortega dio un discurso centrado en atacar al imperialismo y sus agresiones, aprovechando la conmemoración del asesinato del general Augusto C. Sandino. Ortega no mencionó las sanciones impuestas por Washington que ha sufrido su entorno más cercano. En cambio, criticó la política antimigrante del presidente Donald Trump, pese a que el mismo también le cerró la fontera nicaragüense a los migrantes cubanos, africanos y haitianos hace algunos años, provocando crisis humanitarias.
El caudillo sandinista aseguró que el Ejército impide que las drogas lleguen a Estados Unidos.
Ante la presencia de delegados militares de México, Venezuela, Cuba, Centroamérica, España, Alemania, y Vietnam, se destacó la ausencia de una delegación del Ejército de Estados Unidos.