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Cumbre de las Américas: “Hay consenso de que Nicaragua preocupa más que Cuba y Venezuela”

Michael Shifter, expresidente de Diálogo Interamericano: “Situación de la democracia es muy grave y yo incluyo al mismo EE. UU.”

Michael Shifter

Octavio Enríquez

10 de mayo 2022

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Michael Shifter, miembro senior y expresidente de Diálogo Interamericano (DI), uno de los principales centros de pensamiento de Estados Unidos sobre América Latina, en el que sirvió durante treinta años, se muestra preocupado por la situación de la democracia tanto en la región como en su país.

Shifter conversó sobre el retroceso regional de derechos humanos y democracia, un mes antes de que se celebre la Cumbre de las Américas, no es muy optimista con los resultados de la misma y pide mantener unas expectativas modestas.

Hasta ahora, Nicaragua, Cuba y Venezuela son los tres países no invitados; un grupo de regímenes enemistados con Washington, a los que la comunidad internacional cuestiona por violaciones contra la democracia y los derechos humanos. Shifter tiene especial preocupación por el caso de la dictadura nicaragüense.

“Él (Daniel Ortega) ha mostrado que puede aguantar las críticas, que está aislado de otros Gobiernos, y no le importa que los nicaragüenses sufran”, afirma en una entrevista con el programa Esta Semana y CONFIDENCIAL.


Los temas fundamentales de la Cumbre serán la defensa de los derechos humanos y la democracia, ¿cuáles son los principales problemas que Estados Unidos identifica que afectan a la región?

El tema de la democracia es fundamental en la agenda. No se puede dejarla afuera, porque la situación es muy grave en las Américas y yo incluyo al mismo Estados Unidos Ha experimentado un deterioro notable en los últimos años y enfrenta grandes desafíos. Los estudios señalan que América Latina es la región que más ha retrocedido en materia de derechos humanos y democracia.

El tema de la corrupción es muy importante. Ahí ha habido un cambio de la Administración (de Donald) Trump a (Joseph) Biden en cuanto a algunas políticas dirigidas a quienes son responsables por violaciones de derechos humanos en varios países, esto va ser un tema importante en la Cumbre. Otro (tema) es el de algunas tendencias autoritarias para atacar a los medios, periodistas y ataques contra el Poder Judicial que tiene que ser independiente para (lograr) una democracia plena.

En los últimos años se ha denunciado un avance de los proyectos autoritarios, ¿por qué los populismos han tenido tanto éxito en América Latina?

Estamos en un momento en que la situación se ha agravado mucho en materia social y económica. Los Gobiernos que son democráticamente elegidos, que son la mayoría todavía, no han producido resultados para la gente. 

Las encuestas y estudios señalan que hay un gran nivel de insatisfacción con el desempeño. Entonces siempre surgen, en esas circunstancias, líderes con un discurso de que van a salvar todos los problemas. Y básicamente las condiciones se prestan para eso. Hay figuras que, como Trump en Estados Unidos, han aparecido en América Latina donde históricamente es más común.

¿Cuál es la responsabilidad que tienen los ciudadanos?

No echo la culpa a la gente. Es natural cuando uno está desesperado, que no dan prioridades a tener instituciones democráticas. Dan prioridades a tener comida, menos violencia, más seguridad. Es totalmente normal. Cuando un líder aparece y dice que voy a poner orden, o voy a producir para que tenga comida, eso es muy atractivo y tener respeto por normas democráticas es secundario.

Un aspecto más alentador en ese panorama bastante preocupante, de deterioro en materia de derechos humanos y democracia, es que hay respuestas ciudadanas en todos los países, incluyendo EE. UU., para reafirmar ciertos principios y luchar contra esos procesos autoritarios. No es que la gente es pasiva. En muchos países, la gente está reaccionando, tratando de contestar, desafiar esas figuras populistas y en muchos casos autoritarias.

¿Cuál es el mensaje político de Estados Unidos al no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua?

Básicamente están aplicando con esa decisión el criterio de la Carta Democrática, (y) el espíritu regional de las cumbres. La primera fue en 1994. Decir que, para ser invitado, hay que cumplir con ciertos requisitos. De tener como mínimo un gobierno elegido, entonces tanto Nicaragua, Cuba y Venezuela son dictaduras. No tienen elecciones serias. Todas son farsas. 

Algunos Gobiernos de la región no están muy contentos con esa decisión y puede ser un tema que los líderes de varios países van a tratar. Cuba está hablando con EE. UU. sobre temas migratorios, pero no está invitado a la Cumbre. Ahí puede haber una controversia.

¿Qué pierden estos regímenes si, de todos modos, parecen más interesados en alianzas con China y Rusia?

Maduro está hablando con funcionarios estadounidenses, buscando cómo Estados Unidos puede jugar un papel en cuanto al tema del petróleo en vista de la crisis con Rusia y Ucrania. También quieren ver cómo se puede llevar una transición, es decir tener unos acuerdos políticos, entonces EE. UU. es un actor clave en todo esto.

Algo que no debería hacer EE. UU. es juzgar a otros países, en primer lugar, por sus propios problemas. Hay un porcentaje alto de un partido político importante, el Republicano, que no reconoce a Biden como presidente legítimo. Eso demuestra debilidad y un problema muy serio. Hay que evitar que Estados Unidos esté juzgando quién es democrático y quién no.

México ya se adelantó, abogando porque ningún país sea excluido, ¿cómo valora esa posición?

No es sorprendente para nada. Es más (por) el caso de Cuba, porque ahí hay algo muy fuerte, no solo México, sino en otros países latinoamericanos. Casi un sentido romántico de la situación cubana, que fue muy importante en la formación de mucha gente en América Latina y jugó un papel positivo en los procesos de paz en Colombia y ha participado en cumbres. 

Para (Andrés Manuel) López Obrador, se explica porque él lo cree así; segundo, le conviene políticamente. Es algo importante para su partido: su presidente va a asistir a una Cumbre donde no está invitada Cuba. Entonces quiere establecer su posición y ser muy claro que Cuba, Nicaragua y Venezuela deberían estar ahí.

Con todas estas realidades políticas, ¿qué resultados concretos se pueden esperar del encuentro?

No creo que se vaya a avanzar mucho. Es importante tener expectativas bastante modestas, dada la complejidad de la región y Estados Unidos. Vemos un panorama bastante difícil en todas partes, pero creo que las cumbres son una oportunidad para ventilar posiciones, puntos de vista, cara a cara con otros mandatarios. No es que van a cambiar el mundo. Por lo menos se pueden expresar diferencias para que esté más claro cuáles son (las mismas y) cuáles los consensos sobre temas.

Para EE. UU., el tema donde están trabajando bien y esperan que logren algún avance es el migratorio. En eso, están planteando un reto hemisférico o regional donde pueda haber más coordinación entre Gobiernos, no sé si es posible lograr mucho, pero, si producen algún resultado, es algo que sería importante reconocer.

¿Se pueden tomar, por ejemplo, iniciativas que coadyuven al retorno de la democracia a Nicaragua?

Hay amplio consenso, dadas las barbaridades del régimen Ortega Murillo, que es el caso más trágico y preocupante de todos —más que Venezuela y Cuba— y ahí se puede generar una reacción mucho más de consenso que en otros temas.

No sé qué tipo de acciones o decisiones se pueden tomar en el marco de la cumbre que haría una gran diferencia en la situación tan terrible que está viviendo Nicaragua.

¿Cuál es su opinión sobre Ortega, quien se ha negado a liberar a los presos políticos y a suspender el estado policial que limita los derechos civiles?

Él (Ortega) ha mostrado que puede aguantar las críticas, que está aislado de otros Gobiernos, y no importa que los nicaragüenses sufran. Hay una crisis humanitaria. La economía que, antes caminaba más o menos, ahora está muy mal.

Hay flujos migratorios que no había antes y que es una actitud totalmente cínica, cruel y lo que hemos visto, yo usé esos términos con mucho cuidado, porque creo que nadie imaginaba que sería capaz de actuar contra opositores, disidentes y ante la sociedad civil de la manera que lo ha hecho. Es algo que no hemos visto en América Latina en 30 años.

El costo es para la gente. Él está ahí aparentemente, y, aunque es difícil saber, porque algunos han dicho que en su entorno hay gente que no está muy contenta, todo realmente es muy opaco. Otros líderes son más sensibles a esas presiones, sanciones, pero él no. Ya perdió una vez en 1990, a través de una elección. Parece que está totalmente decidido a no dejar perder otra vez, pase lo que pase.

Navidad sin presos políticosLa demanda de la libertad de los presos políticos ha sido negada por el régimen de Ortega desde hace años. // Foto: Confidencial

El subsecretario Brian Nichols calificó a Nicaragua en marzo pasado como “un ejemplo desalentador en la región”, ¿qué otros esfuerzos pueden hacer desde la Administración Biden para presionar más a Ortega?

Hay instrumentos que están disponibles, pero no están siendo aplicados de la manera total que deberían. La Ley Renacer puede hacer más cosas.

La tragedia de Ucrania desvía un poco la atención de situaciones difíciles en América Latina como Nicaragua, entonces hay que mantener (el tema). Hay cosas que se pueden hacer, pero reconocer que hasta ahora Ortega no ha mostrado ninguna disposición para abrir y hacer lo mínimo.

¿A qué puntos se refiere con la Ley Renacer, se ha criticado que no se ha revisado por ejemplo la participación de Nicaragua en el DR-Cafta?

Hay que revisar este tipo de cosas; otras sanciones. Estoy a favor de hacer la máxima presión y utilizar estos instrumentos como el Tratado de Libre Comercio, pero no me gusta tomar medidas que son muy duras y terminan afectando a la gente.

Los nicaragüenses han sufrido suficiente, están muy mal y no quiero que sufran más por políticas que tienen efectos muy negativos en la economía. Igual Ortega sigue ahí, pero la gente sufre más.

¿Qué se puede hacer desde el exterior para lograr un cambio cuando la oposición local está tan debilitada, una parte en el exilio, otra encarcelada y otra más vigilada en los territorios? 

Esa es la pregunta del millón. A pesar de la represión terrible, brutal de Ortega, es muy importante seguir construyendo, renovando una oposición y mantener la presión. Hay que ser creativos en eso.

No se puede esperar que cualquier medida desde el exterior resuelva el problema y restaure la democracia en Nicaragua. Tiene que ser producto de dinámicas internas. Entiendo que es muy desalentador lo que está pasando, pero los nicaragüenses han mostrado enorme coraje y valentía.


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Octavio Enríquez

Octavio Enríquez

Periodista nicaragüense, exiliado. Comenzó su carrera en el año 2000, cuando todavía era estudiante. Por sus destacadas investigaciones periodísticas ha ganado el Premio Ortega y Gasset, el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa, y el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).

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