24 de mayo 2016
La reducción de los ingresos petroleros que recibe la empresa Alba de Nicaragua S.A. (Albanisa), gracias a la anómala privatización de la cooperación venezolana, obligó a los administradores de la empresa a recortar su planilla, por lo que desde mediados del año pasado han despedido a casi el 20% de los más de 500 empleados que laboran en el antiguo centro de convenciones ‘Olofito’, rebautizado como ‘Centro Financiero del Alba’.
Una fuente vinculada a la gerencia de Albanisa detalló a Confidencial que se han producido al menos 105 despidos en tres de las ‘Albas’: Alba Forestal, Albalinisa, y Alba Social. La razón es que la caída en los precios internacionales del petróleo, causó una disminución de los recursos que recibe la empresa de capital binacional.
Entre 2011 y 2014, el país importó combustibles por más de US$1,221 millones anuales, según cifras oficiales del Banco Central de Nicaragua (BCN). Eso sugiere que Albanisa y Caruna, su brazo financiero, recibieron en promedio un poco más de USD$610 millones anuales, porque el acuerdo petrolero señala que cuando el precio del barril de petróleo supere los 100 dólares, el 50% de esa suma del valor de la factura petrolera quedaba en el país.
La caída del precio por barril, que en algunos momentos bajó de la barrera de los 40 dólares, modificó ese porcentaje, de modo que Albanisa solo pudo quedarse con el 30% o el 40% del valor de los embarques que estuvo recibiendo en 2015, año en que la factura petrolera cayó hasta los US$775.3 millones, con lo que los recursos disponibles se redujeron a una cifra que puede oscilar entre US$232 millones y US$310 millones.
La cifra puede ser aún menor, si se atiende a las estadísticas del BCN, que muestran que el país solo importó US$431.4 millones desde Venezuela, con lo que esas cifras disminuirían para oscilar entre US$129 y US$172 millones.
Y todo ello, en un año en que crecen las obligaciones financieras de la empresa: cálculos independientes señalan que este año, Albanisa tiene que abonar entre US$180 y US$200 millones a sus acreedores venezolanos, dinero que idealmente debería salir de las ganancias de los negocios en los que estaban supuestos a invertir el dinero proveniente de la cooperación.
‘Cese’, no despidos
De todas las empresas del grupo, la que más ha sufrido es Alba Alimentos de Nicaragua S.A. (Albalinisa), que tenía dos operaciones importantes a su cargo: el manejo del mecanismo de compensación comercial que permitía pagar con alimentos una parte de la factura petrolera, además de administrar el Hotel Seminole.
El negocio de exportación, que enviaba alimentos a Venezuela (principalmente azúcar, café, carne de res, leche, frijoles, carne de pollo y aceite), se redujo a su mínima expresión al cerrarse el grifo de los petrodólares, lo que también afectó a la agroindustria local, que perdió a un comprador ávido que era también un pagador cumplido.
La disminución del precio del petróleo que compra Nicaragua, aunada a la falta de dólares que sufre la economía venezolana, llevó al cierre del proceso de acopio y exportación de productos, por lo que mucho del personal a cargo de la operación perdió su contenido de trabajo, lo que se tradujo en el despido de 42 personas.
Solo quedó un pequeño grupo a cargo del cierre de la operación.
Alba Forestal estaba llamada a ser otro de los grandes negocios de la empresa. Creada originalmente para manejar la madera preciosa caída en la costa Caribe luego del paso del huracán ‘Félix’, esta unidad de negocios, también operó como entidad adscrita al régimen de zona franca, con el nombre de N & H Wood Products S.A.
El 30 de abril pasado, 30 trabajadores de Alba Forestal recibieron su carta de despido y su liquidación, con la promesa de que se trata de algo temporal, porque la empresa no ha cerrado, sino que está en “cese de operaciones”, supuestamente, a causa de las denuncias en contra del despale que se observa en diversos lugares de la geografía nacional.
La promesa es que los llamarán en cuanto puedan retomar su labor de extracción y exportación de madera.
Luego del ‘cese’ del personal quedaron cinco trabajadores encargados de las operaciones de cierre del negocio. Estos se trasladaron de la oficina que tenían en el kilómetro 27.5 de la carretera vieja a Tipitapa, al ‘Centro Financiero del Alba’, donde permanecerán bajo la tutela de Albalinisa.
La empresa Alba Social –que se encargaba de ejecutar las actividades de proselitismo que la retórica oficial del partido denominaba ‘solidaridad’, aunque también se podía denominar ‘responsabilidad social empresarial’- también ha visto marcharse buena parte de sus empleados. Y se esperan más despidos.
Reconvertida en ‘Fundación Hugo Chávez’, la antigua Alba Social se quedó sin recursos, y por consiguiente, casi sin proyectos, lo que explica que el año pasado tuvieran que despedir a 33 personas. En la actualidad quedan 42 trabajadores, que tienen el temor –casi la certeza- de que en junio a más tardar despedirán a otro grupo, y que quedarán unas 18 a 20 personas.