29 de agosto 2024
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El funcionamiento de un centro de espionaje ruso en una base militar nicaragüense inserta a la región centroamericana en la vigente rivalidad entre Estados Unidos y Rusia, alertaron dos analistas costarricenses, quienes destacaron que ese centro representa una “violación” a la soberanía nicaragüense.
CONFIDENCIAL reveló que la base del Ejército de Nicaragua en el Cerro Mokorón, al sur de Managua, se ha convertido en uno de los principales centros de espionaje de Rusia. Desde allí se rastrean y escuchan las comunicaciones de los “objetivos” rusos, sobre todo embajadas, principalmente la estadounidense, según fuentes vinculadas a la institución castrense y que han tenido acceso a la instalación militar.
Los funcionarios rusos son los únicos que controlan y manipulan los equipos y la información obtenida, mientras los oficiales nicaragüenses se limitan a brindar “seguridad” en la base.
Para el politólogo costarricense Constantino Urcuyo Fournier, ese centro ruso “es un atentado a la soberanía nicaragüense, porque es una injerencia de una potencia extracontinental que crea riesgos de seguridad para el país soberano”.
“Esta es una presencia militar en asocio con una dictadura oprobiosa como es la dictadura Ortega-Murillo”, añadió el catedrático de Política Internacional de la Universidad de Costa Rica.
“Además (el centro de espionaje) inscribe a todos los países de la región en el marco de la rivalidad entre las grandes potencias, particularmente entre Rusia y los Estados Unidos”, advirtió Urcuyo en un panel compartido con el académico costarricense Carlos Murillo Zamora, en el programa Esta Noche, que se transmite por YouTube debido a la censura televisiva impuesta por la dictadura.
Según Zamora, el espionaje de los rusos no solo tiene “un efecto para Nicaragua o la relación de Nicaragua en esa lucha de las superpotencias, sino para toda la región centroamericana que, cada vez, está más sensible, producto de esa confrontación político-militar que viene incrementándose”.
Recordó que la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece que las comunicaciones entre una misión diplomática y su país de origen son “confidenciales”, porque el territorio de una embajada “cumple el derecho de extraterritorialidad”.
“(El espionaje ruso) es una violación a la soberanía nicaragüense, pero también es una violación a la soberanía de los países que tienen embajadas en Managua y cuyas conversaciones están siendo escuchadas”, puntualizó.
Implicaciones del centro de espionaje ruso
La investigación de CONFIDENCIAL detalla que en la base Mokorón funciona la Dirección de Inteligencia y Contrainteligencia Militar (DICIM) del Ejército, que durante años ha procesado la información recibida con el sistema de radiogoniometría, que localiza geográficamente señales telefónicas, televisivas o de radios que se generan en el espectro radioeléctrico, como parte de la estrategia de defensa nacional.
A este sistema de radiogoniometría que monitorea la actividad de supuestos grupos subversivos y del narcotráfico y las comunicaciones de los ejércitos vecinos, los rusos le han agregado el software SORM-3 para espiar y escuchar las comunicaciones.
Murillo Zamora alertó que el funcionamiento de este centro debería “encender las alarmas” en el resto de países centroamericanos, sobre todo en Honduras, El Salvador y Costa Rica, sobre las “intenciones” de Nicaragua.
“¿Qué información puede estar obteniendo (Nicaragua) precisamente de las transmisiones en telecomunicaciones y telefonía en los países vecinos?”, se preguntó el investigador de la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Urcuyo señaló que este centro ruso “rompe el equilibrio de fuerzas” en Centroamérica, porque “el Ejército de Nicaragua adquiere capacidades de inteligencia y contrainteligencia que no tienen los otros países”.
Situación para Costa Rica
Además del Cerro Mokorón, donde está el centro de coordinación, el Ejército tiene antenas y equipos rusos en otros ocho puntos de Nicaragua: el Cerro Casitas y el Volcán Cosigüina, en Chinandega; El Naranjo, en San Juan del Sur; Las Manos, en Nueva Segovia; el Cerro Mogotón, en la frontera entre Nicaragua y Honduras; la Cordillera Amerrisque, en Chontales; Bilwi, en el Caribe Norte; y Peñas Blancas, frontera entre Nicaragua y Costa Rica.
Urcuyo explicó que a través de las antenas y equipos rusos instalados en la Cordillera Amerrisque y en Peñas Blancas, se puede “espiar” todas las comunicaciones de “todas las llanuras del norte de Costa Rica y parte del Caribe” costarricense.
“(Estos es peligrosísimo para un país como Costa Rica, que no tiene Ejército ni tiene esas capacidades de inteligencia y contrainteligencia que no son del Ejército nicaragüense ni del pueblo nicaragüense, sino que son de los rusos”, advirtió el politólogo costarricense.
Murillo Zamora comentó que dentro de la Administración de Rodrigo Chaves “no hay claridad en una política de seguridad fronteriza y de seguridad nacional”, ya que “en reiteradas ocasiones, el canciller y el ministro de Seguridad han dejado entrever que no hay preocupación” sobre lo que sucede en Nicaragua.
Sin embargo, destacó que a lo interno de “los cuerpos de seguridad nacional sí existe algún temor de qué puede estar ocurriendo (en Nicaragua), sobre todo porque en alguna oportunidad ha habido presencia de agentes de la dictadura Ortega-Murillo en Costa Rica, para controlar las acciones de lo que ellos consideran desertores o traidores que residen en Costa Rica”.
