10 de octubre 2021
El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, se refirió en su homilía este domingo 10 de octubre a algunos grupos económicos que anteponen las ganancias al bienestar colectivo al hacerse cómplices de quienes ejercen el poder político, y criticó también a los tiranos que rinden culto al dinero, incluso ofreciéndole “sacrificios humanos”.
Báez reflexionó desde la parroquia de Santa Agatha, en Miami, Florida, sobre la historia bíblica del rico que se acercó a Jesús para preguntarle qué debería hacer para heredar la vida eterna, pero se retiró cuando escuchó el consejo de que vendiera lo que tenía y se lo diera a los pobres. El religioso encuentra varias lecciones para la vida social de todos, a partir de esa vivencia.
“Algunos grupos económicos de poder en nuestros países, interesados solo en el bienestar de los mercados financieros y el crecimiento de sus capitales, se han hecho cómplices de quienes ejercen el poder político, hipotecando el respeto a los derechos humanos y la sobrevivencia de las instituciones democráticas. Aprendamos la lección. Los resultados son siempre desastrosos. Cuando el dinero no está al servicio del bien común y se coloca por encima de la dignidad de las personas el corazón se ciega, las sociedades se deshumanizan y los pobres son olvidados”, enfatizó.
Báez se exilió en 2019, por consejo del papa Francisco, luego de recibir amenazas de fanáticos del partido de Gobierno por su posición de defensa de los derechos humanos contra el régimen de Daniel Ortega, quien se encuentra en el poder desde 2007 y aspira a la reelección en noviembre próximo. El proceso de votaciones es señalado como una farsa, ya que Ortega ha eliminado la competencia política y afianzado su control en el Consejo Supremo Electoral.
El régimen de Ortega tenía como uno de sus principales pilares, antes de la represión de 2018 cuando se dio un distanciamiento, el acuerdo con el sector privado que les permitió a ambos sectores cogobernar durante nueve años bajo el llamado “modelo de diálogo y consenso”, el cual sus interlocutores consideraron exportable a la región, pese al costo que implicó el avance del proyecto dictatorial orteguista, en cuya instauración se han conculcado los derechos de los ciudadanos, entre ellos el de movilización, libertad de expresión y el de elecciones justas.
En la reciente escalada represiva iniciada en mayo pasado, 37 líderes cívicos y políticos fueron detenidos, entre ellos hay al menos dos líderes del sector privado: el expresidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), José Adán Aguerri, y el presidente del grupo Promerica Luis Rivas. La sociedad civil ha criticado al liderazgo del sector privado por no se haberse pronunciado sobre las próximas votaciones, las cuales también son criticadas por la comunidad internacional que además ha pedido la liberación de los presos políticos.
Los tiranos y la idolatría al dinero
Báez evocó en su homilía la exhortación Evangeliii Gaudium del papa Francisco y luego explicó la raíz de la incertidumbre social en el apego al dinero y en aferrarse de manera despótica al poder.
“(En) el apego al dinero y la ambición de riquezas está la raíz de los dolorosos dramas, la incertidumbre social y las crisis políticas que viven nuestros países. Quienes se aferran al poder y lo ejercen en modo irracional, despótico y violento, lo que buscan es conservar la riqueza que con el mismo poder han conseguido. Detrás de los poderes totalitarios siempre hay algún tipo de idolatría del dinero, al cual los tiranos rinden culto, ofreciéndole incluso sacrificios humanos”, denunció el obispo.
Según él, los dictadores no dudan en “reprimir con violencia, robar las libertades, atemorizar con discursos incendiarios y falsificar los procesos democráticos. Los tiranos idólatras, por más que invoquen el nombre de Dios y se presenten como gente religiosa, le han dado la espalda a Jesús, como el hombre del evangelio, y se encaminan hacia su propia ruina”, advirtió.
En un reciente discurso, en la apertura de campaña a la reelección, Ortega acusó a los Obispos de ser terroristas por el papel mediador que los religiosos desempeñaron en las protestas opositoras de 2018, reprimidas con dureza por el Ejecutivo, dejando un saldo de 328 asesinados, 2000 heridos y más de 100 000 personas en el exilio.
El cuatro de octubre pasado, Ortega dijo que fueron los obispos los que le entregaron un documento vergonzoso en nombre de los opositores, pidiéndole que dejara el poder. Según él, su Gobierno fue víctima de un golpe de Estado. Sin embargo, la evidencia recopilada por organismos internacionales mostró que hubo uso excesivo de la fuerza estatal, integrada por la Policía y grupos paramilitares afines al régimen, contra la ciudadanía.
Desde las protestas opositoras y, en un intento por acallar la crítica y frenar las movilizaciones, se desató una campaña de represión desde el Estado que ha sido denunciada por los religiosos y la comunidad internacional, en la cual se cometieron delitos señalados de lesa humanidad que Ortega no acepta.
“¿Quién los elige a ellos? ¿Qué pueblo los ha elegido a ellos? ¿Cuántos votos han tenido ellos para que los elijan obispos? ¡Ah! Pero ahí ellos como que fuesen electos, como que fuesen una autoridad electa y como que tuviesen derechos, ¿desde cuándo son esas las funciones de un obispo?”, increpó el gobernante en el citado discurso.
En agosto pasado, la Arquidiócesis de Managua, presidida por el cardenal Leopoldo Brenes y el obispo auxiliar Báez, denunció que no existían las condiciones para unas elecciones democráticas en Nicaragua, mientras lamentaron la exclusión forzosa de los aspirantes a la Presidencia que fueron detenidos arbitrariamente. En total, son siete.
El discurso de la pareja presidencial ha ido subiendo de tono a la par de la represión judicial. En ese mismo agosto del pronunciamiento de la Arquidiócesis, Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, llamaron a los sacerdotes “hijos del demonio”.