25 de enero 2017
La democracia en Nicaragua registró un fuerte deterioro en 2016, según el análisis anual del estado de la democracia en el mundo que prepara The Economist Intelligence Unit, al registrar su puntuación más baja desde 2006, cuando Daniel Ortega regresó al poder. El estudio de la unidad de análisis relacionada a la revista británica The Economist, muestra que el país cayó de 5.26 puntos en 2015 a 4.81 puntos el año pasado, un deterioro que de mantenerse acerca al país a convertirse en un “sistema autoritario”.
El análisis de The Economist Intelligence Unit muestra que en 2006 Nicaragua registró una puntuación de 5.68, pero fue a partir de 2011 cuando la caída en el estado de la democracia fue más marcada, en correspondencia con un mayor control del presidente Ortega de las instituciones democráticas y las reformas impulsadas para lograr perpetuarse en el poder, primero a través de un fallo de la Corte Suprema que declaraba no aplicables para el mandatario los candados constitucionales que prohibían la reelección y luego con una reforma constitucional que le despejó el camino para reelegirse en las elecciones presidenciales y legislativas de ese año.
The Economist Intelligence Unit analiza el estado de la democracia en 167 países basada en 60 indicadores, que incluyen pluralismo político, procesos electorales transparentes, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura democrática y libertades civiles. A partir del análisis de esos indicadores realiza una puntuación para cada país, partiendo de cero a cuatro puntos (regímenes autoritarios), de cuatro a seis (regímenes híbridos), de seis a ocho (democracias defectuosas) y de ocho a diez, que corresponde a democracias completas, un selecto club de naciones al que pertenecen Canadá, Australia, los países nórdicos, Suiza e Irlanda.
Desde 2006 Nicaragua ha sido considerado una sistema híbrido, al obtener puntuaciones sensiblemente por encima de los cinco puntos. Pero el nuevo análisis demuestra que el país se encamina a convertirse en un "sistema autoritario", grupo que reúne a la mayoría de países del mundo, incluyendo la Rusia de Vladimir Putin, Arabia Saudita, China, Libia, Egipto, Irak o Corea del Norte. En América Latina, Venezuela obtiene un resultado similar a Nicaragua y también se acerca a la lista de regímenes autoritarios.
La puntuación otorgada por The Economist Intelligence Unit es un reflejo de las decisiones políticas tomadas por Ortega durante 2016, un año electoral. El caudillo del Frente Sandinista no solo impuso su tercera candidatura consecutiva, y a su esposa como su candidata a la vicepresidencia, sino que despejó totalmente cualquier indicio de oposición al excluir a la principal agrupación opositora del país de participar en las comicios, prohibir la observación electoral nacional y extranjera y reforzar su control dentro del Tribunal Electoral para garantizarse un triunfo “arrollador” que —desde el punto de vista del oficialismo— diera una fuerte legitimidad al régimen en momentos cuando el descontento popular sobre el gobierno decae fuertemente.
Ortega, además, había dado un virtual golpe de Estado a la Asamblea Nacional, destituyendo a diputados opositores electos en las elecciones de 2011, con los que desmanteló completamente la única institución del Estado que contaba con cierta autonomía, con voces críticas que denunciaban las arbitrariedades cometidas por Ortega y “legalizadas” en el seno del Parlamento. Ahora el mandatario cuenta con un Poder Legislativo completamente a sus órdenes, un órgano cuya función es tramitar —sin consultas, ni discusiones reales— las iniciativas que interesen a Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
El escenario sobre la situación de la democracia no solo es desalentador para Nicaragua. The Economist Intelligence Unit muestra que en 2016 la mayoría de los países pueden ser considerados dentro de alguna forma de democracia, lo alarmante es que las democracias completas han caído de 20 a 19 en 2016, debido a que Estados Unidos, primera potencia del mundo y considerada la nación que marcaba el paso en lo relacionado a sistema libres y democráticos, retrocedió hasta convertirse en una democracia “defectuosa”, debido, según la unidad de análisis de The Economist, “a una mayor erosión de la confianza en el gobierno y los funcionarios electos” en ese país.
La organización explica, sin embargo, que esta caída no es consecuencia de Donald Trump, un oligarca, populista y sin experiencia en administración pública, que literalmente asaltó la política estadounidense, que se pensaba vacunada contra los extremismos o surgimiento de liderazgos autoritarios más propios de naciones donde las instituciones democráticas no funcionan a plenitud, ni el sistema de contrapesos al poder. “Esta caída más bien fue causada por los mismos factores que llevaron a Trump a la Casa Blanca: una erosión continua de la confianza en el gobierno y los funcionarios electos, que el índice mide usando datos de encuestas globales”, explica un resumen del informe, disponible en este enlace.
El informe de The Economist Intelligence Unit es una herramienta importante para inversionistas y líderes empresariales que lo ayuda a tomar decisiones estratégicas. A través de esta información ellos pueden decidir si invertir o no en un país partiendo de la estabilidad política, la transparencia y el funcionamiento de las instituciones democráticas.