23 de enero 2020
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo no ha podido frenar una caída sistemática, desde 2012, en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) que elabora el organismo Transparencia Internacional (TI). Desde ese año hasta 2019, Nicaragua ha bajado siete puntos: de 29 a 22; y perdido más de 30 posiciones, según la clasificación publicada este jueves.
Este índice clasifica los niveles de percepción de corrupción en 180 países y territorios, de acuerdo con encuestas y evaluaciones a expertos y personas de negocios. Utiliza una escala de cero a 100, donde cero es “altamente corrupto” y 100 está “muy limpio”.
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En América, Nicaragua solo supera a Haití, con 18 puntos, y Venezuela, con 16. En el mundo, está por encima de países como: Iraq, Libia, Corea del Norte, Siria, Congo, Yemen y Somalia, que están en el fondo de la clasificación con 9 puntos.
Respecto a la clasificación mundial, Nicaragua fue colocado en el 2019 en el puesto 161 de 180 países. Esto representa una caída de más de 31 posiciones, ya que en 2012 estaba en el 130. El IPC se ha convertido desde su creación, en 1995, en el principal indicador mundial de corrupción en el sector público.
Razones de la caída
De la situación de Nicaragua, el informe de TI afirma que en el país “los disturbios sociales y las violaciones de los derechos humanos están en aumento”, mientras faltan “servicios públicos y las tomas de decisiones consultivas”.
“Hay poca o ninguna consulta sobre las decisiones políticas con grupos empresariales, políticos y sociales”, prosigue el documento, que añade: “la sociedad civil y los partidos de oposición son sistemáticamente excluidos de los procesos de políticos.
“Los grupos críticos del Gobierno operan en un ambiente, cada vez más, restrictivo”, apostilla.
Tres puntos en un año
Nicaragua perdió tres puntos entre 2018 y 2019, al pasar de 25 a 22; asimismo bajó 11 posiciones, al pasar del 152 a 161.
En su informe de 2018, TI subrayó que “Daniel Ortega controla la mayoría de las instituciones democráticas de Nicaragua, reduciendo su eficacia e independencia”.
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También explicó —en ese entonces— que un “análisis cruzado del IPC con los datos relativos a la democracia desvela una relación directa entre la corrupción y la salud democrática global”. En el caso de Nicaragua fue calificado como “régimen autocrático”, al que pertenecen aquellos Gobierno que “obtienen los peores resultados”.
En ese mismo documento, señaló a Ortega de haber reprimido “los derechos políticos de los ciudadanos, quienes a pesar de una violenta reacción (del régimen), han salido a las calles en un número abrumador para protestar contra su Gobierno”.
“Progreso decepcionante”
En un comunicado para los medios de comunicación, Patricia Moreira, directora gerente de Transparencia Internacional, indicó que “la falta de progresos reales contra la corrupción en la mayoría de los países es decepcionante y tiene profundos efectos negativos en los ciudadanos de todo el mundo”.
Añadió que “para tener alguna posibilidad de poner fin a la corrupción y mejorar la vida de los pueblos, debemos abordar la relación entre la política y el gran dinero. Todos los ciudadanos deben estar representados en la toma de decisiones”.
El IPC de 2019 revela que ese año “la corrupción es más generalizada en países donde grandes cantidades de dinero pueden fluir libremente en campañas electorales, y donde los Gobiernos solo escuchan voces de individuos ricos o bien conectados”.
El documento destaca que, en los últimos ocho años, solo 22 los países mejoraron significativamente sus puntajes de IPC, incluida Grecia, Guyana y Estonia. En el mismo período, 21 países los redujeron, incluyendo a Canadá, Australia y Nicaragua. En los restantes 137 países, los niveles de corrupción muestran poco o ningún cambio”.
El Índice de Percepción de la Corrupción es encabezado por Dinamarca y Nueva Zelanda, con 87 puntos cada una. Los países latinoamericanos mejor calificados fueron Uruguay y Chile, con 71 y 67 puntos. En Centroamérica, Costa Rica obtuvo el mayor puntaje con 56.