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Ortega y el “poder perpetuo”

Prometió “que el poder quedaría en el pueblo”, pero ha concentrado toda la gestión pública y la toma de decisiones

Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, quien controla el poder mediático oficial en Nicaragua. D.U. | Confidencial.

Arlen Cerda

9 de diciembre 2015

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“Yo no estoy satisfecho con esta democracia”, aseguró Daniel Ortega Saavedra en octubre de 2005. Era ese el año previo a las elecciones presidenciales que ganaría con el 38% de los votos y el entonces candidato presidencial del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) prometió “quebrar el sistema presidencialista para democratizar el poder”.

“Yo quiero —dijo Ortega— que el poder quede en el pueblo”, y a una década de aquella promesa y con casi nueve años en el poder, uno de los eslóganes más frecuentes en su Gobierno ha sido que “el pueblo es presidente”… pero ¿lo es?

Bajo el argumento del poder para el pueblo y en el primer año de su gobierno, el comandante Ortega instaló los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), en la antigua Casa Presidencial, rebautizada como Casa de los Pueblos. Su esposa Rosario Murillo, con quien Ortega dijo que comparte el poder 50-50, fue nombrada coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, es decir, vocera del Gobierno y articuladora de las nuevas estructuras cuya organización municipal se encargó a los secretarios políticos el FSLN.

“Si yo no hubiese ganado, si yo no hubiese ganado... el pueblo estaría en total tragedia”, aseguró Ortega aquella noche de finales de noviembre de 2007.


Se instalaron CPC de las mujeres, de los trabajadores, de los campesinos, de las pulperías, de las tortilleras… y tras la asignación de una variedad de tareas estatales hoy tienen el nombre de Gabinetes del Poder Ciudadano. ¿Hay entonces más democracia?

Desde sus primeros pasos, una variedad de especialistas coincidieron en que el error en la receta de los CPC era su carácter partidista, una reedición de la fórmula Estado-Partido que fue probada en la década de los ochenta del siglo pasado por el mismo FSLN y fracasó.

El abogado y experto en Derecho Constitucional, Gabriel Álvarez, considera que en estos años “se han sustituido los verdaderos órganos democráticos” como las alcaldías, consejos municipales, instituciones públicas y organizaciones cívicas, todo tapizado por una subordinación de los poderes Electoral, Judicial y Legislativo al Ejecutivo, representado por la pareja presidencial. “Muy por el contrario de lo afirmado por el comandante Ortega —estima Álvarez— el poder en Nicaragua probablemente hoy esté más concentrado que nunca en la historia del país”.

Demolición de la autonomía municipal

Entre diciembre de 2013 y noviembre de 2015, al menos 19 alcaldes —todos del FSLN— han “renunciado” o han sido destituidos de sus puestos, junto a varios vicealcaldes y concejales, también del partido de Gobierno. Algunos han alegado problemas de salud, otros han citado motivos personales, y hay a quienes se les ha vinculado con actos de corrupción. Sin embargo, tras la salida de cada uno de ellos se ha comentado —en muchos casos desde las mismas filas del FSLN— que las manos de Ortega o Rosario Murillo han estado presentes.

“Ya no aguantaba las fricciones con el partido”, argumentó en su momento a un medio nacional Vivian Orozco, de Boaco, al confirmar su salida en octubre de 2014. Un viernes, a las 06:30 de la mañana —según relató— un personero del FSLN le entregó una carta de renuncia que solo le pidió firmar. Esa era la salida tranquila. La otra opción que le dieron era que el Concejo Municipal votara por su destitución.

“Lo que ha ocurrido —según el sociólogo Manuel Ortega Hegg— es que aquellos a quienes elige el pueblo no mandan, no juegan el rol para el cual están destinados según la Ley y se someten a no electos, que son los secretarios políticos (del FSLN), los operadores del partido”.

Lo que Ortega Hegg define como una “demolición de la autonomía municipal” tuvo una de sus primeras expresiones en agosto de 2010, cuando reunido con los alcaldes de casi todos los 153 municipios del país en la antigua Casa Presidencial, el comandante Ortega anunció que la consulta de los presupuestos municipales estaría a cargo de los CPC.

Según el constitucionalista Gabriel Álvarez, lo que ocurre en realidad es que “en los municipios de Nicaragua, ningún alcalde, ningún vicealcalde o vicealcaldesa ni concejales saben ni cuánto tiempo van a estar ejerciendo su cargo ni saben quién los va a sustituir”.

Además, advierte que “los llamados órganos del poder ciudadano, también exacerbadamente partidarizados, son los que realmente juegan un rol, no tanto decisorio, pero sí incisivo para aplicar o transmitir e interpretar las órdenes del comandante Ortega y de la señora Murillo”.

En abril del 2013, cuando por las calles de Catarina se rumoraba la salida del alcalde Reynaldo Acevedo, decenas de simpatizantes salieron con tambores y pólvora para expresarle su respaldo.

“Nos mantenemos al frente (de la Alcaldía), todo normal. El Frente (Sandinista) es el dueño de los puestos y uno hace lo que el Frente dice, si así lo decide (seguir al frente de la comuna), pues así lo hacemos, pero si el Frente nos manda a cumplir otra misión, pues la vamos a cumplir”, dijo Acevedo en aquella actividad de mediados de abril, según reportó el diario La Prensa. Siete meses después, Acevedo fue destituido y la noticia no se conoció hasta que en marzo asumió en absoluta discreción su reemplazo: Magdalena Jaime. En las calles, nadie protestó.

Objetivo: El poder perpetuo

El sociólogo Manuel Ortega Hegg estima que “este modelo de vaciar de poder las instituciones, entre ellas los gobiernos locales, tiene por objetivo poder gobernar a través de no electos, por si se pierden las elecciones”.

“Ese esquema de control total del poder ha ido avanzado”, explica Ortega Hegg tras citar la participación oficialista en diversos negocios y su control de una variedad de medios de comunicación. “Lo previsible es que aunque se perdiera el poder, efectivamente se mantendrían grandes cuotas en manos del actual partido de gobierno”, sostiene el especialista.

En noviembre del próximo año, Nicaragua celebraría comicios para elegir presidente y vicepresidente, diputados nacionales, regionales y departamentales y alcaldes y concejos municipales de los 153 municipios del país.

Álvarez teme que el modelo político que ha promovido el Gobierno, incentive la abstención electoral entre los nicaragüenses. “La gente sabe que quien decide cuál alcalde va a permanecer en su puesto y quién lo va a sustituir o cuándo lo van a echar, está en El Carmen”, lamenta.

A esto, Ortega Hegg suma la desconfianza en el Poder Electoral y sostiene que ante una eventual derrota del FSLN en las urnas, “estaríamos frente a un poder (del FSLN) que nadie podría eludir ni ignorar” y advierte que “cualquier gobierno que entrara a gobernar después tendría que, necesariamente, contar con ese poder, que sería un poder fáctico, es decir, que no sería un poder institucional”.

En la última entrevista que concedió al periodista Carlos Fernando Chamorro para el programa de televisión Esta Semana, el comandante Ortega aseguró que a él tampoco le “satisface que el poder quede en el parlamento”. ¿Cuál es el sistema de gobierno que satisface a Ortega? Álvarez cree que lo evidente es que Ortega “ha propuesto de todo, ha hecho de todo, cuando lo único que se ve cómo elemento común es toda esa evolución política es el ansia de perpetuarse en el poder”.

Democracia: representativa o directa, pero autónoma

El abogado y experto en Derecho Constitucional, Gabriel Álvarez, estima que la democracia de la cual habla hoy Daniel Ortega “es falsa”, pues en realidad “todas las decisiones las toma Ortega, (sean) legales o ilegales”.

Según el especialista, la verdadera forma de “democratizar el poder” —como prometió Comandante cuando buscaba volver a gobernar— es que los órganos de participación sean autónomos, “que no sean manipulados por ningún partido de gobierno”.

“Hay un sin número de mecanismos (para la participación ciudadana), pero cuando todos estos instrumentos de participación no son realmente tal cosa en la voluntad política y en el acervo de un gobernante, sino meros pretextos o maquillajes para aparentar democracia, cuando lo que en realidad se ve es desmontar la democracia, nunca van a funcionar”, sentencia.

El sociólogo Manuel Ortega Hegg sostiene que el “gran reto” que se enfrenta es “volver a reconstituir su democracia, volver a reconstituir los Poderes de acuerdo a la Ley y que el poder se reconduzca de acuerdo a ella”.

“Estos modelos de concentración de poder no han resuelto los problemas del país y no logran la estabilidad del país a largo plazo. A corto plazo logran gobernar, logran imponerse, pero terminan finalmente siendo gobiernos muy inestables, que crean enormes conflictos y que esto finalmente se revierte en contra de la estabilidad y en contra de las inversiones y el desarrollo del país”, advierte Ortega Hegg.

“Lo que deberíamos de hacer en el país —sugiere— es garantizar esos espacios de participación a todo el mundo, incluyendo los Gabinetes del Poder Ciudadano que pudieran estar conjuntamente con el resto de organizaciones”.

“En un país pluralista —insiste el sociólogo— hay distintos intereses y cada uno de esos intereses deberían estar representados. En democracia se respetan los derechos de minorías y mayorías, los derechos de todo el mundo, y por lo tanto lo que deberíamos de garantizar es que los espacios institucionalizados de poder de la gente estén abiertos para todos y efectivamente garanticen que todos lleguen ahí y lleguen a consensuar sus posiciones”.


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Arlen Cerda

Arlen Cerda

Periodista. Desde 2003 ha trabajado en medios tradicionales y digitales.

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