17 de abril 2020
La oposición nicaragüense tiene el reto de organizarse y cohesionarse, así como lograr que se apruebe una reforma electoral que permita la celebración de unos comicios libres y transparentes, para optar vencer en las urnas al Gobierno que preside el sandinista Daniel Ortega.
Esa es la valoración que hace en entrevista con Efe el dirigente estudiantil y negociador de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, Max Jérez, a dos años del estallido social contra el Gobierno de Ortega que se produjo por una impopular reforma a la seguridad social y que ha dejado cientos de muertos y decenas de miles en el exilio.
Para Máx Jérez, la ruta para sacar del poder a Ortega, que lleva trece años consecutivos en la Presidencia, es la vía electoral, porque la armada, consideró, sería una catástrofe para el segundo país más empobrecido de América.
A dos años de la crisis sociopolítica y de manera puntual, ¿podrías mencionarme tres avances significativos tras el estallido social del 18 de abril de 2018?
Hemos tenido algunos avances significativos que podemos resumir en tres aspectos principales: El primero es que existe una mayor conciencia de la población nicaragüense sobre la necesidad de hacer cambios estructurales en la forma de Gobierno.
En segundo lugar se ha avanzado en el aislamiento internacional al régimen Ortega. La mayor parte de los países alrededor del mundo han condenado el actuar del régimen de Ortega que ha mostrado su naturaleza criminal. Se ha creado una especie de aislamiento internacional sin precedentes para el Gobierno de Ortega y este aislamiento es producto de una exigencia de hacer reformas y aperturas democráticas.
Y en tercer lugar, en 2019 se logró liberar a más de 700 presos políticos producto de una mesa de negociación.
Si bien la denuncia internacional y nacional ejerce presión sobre el Gobierno, no es algo que haya debilitado significativamente a Ortega. Además de comunicados, ¿qué se está haciendo desde los sectores organizados de la oposición para lograr sus objetivos?
La oposición en Nicaragua tiene grandes retos en la actualidad. Uno de ellos es continuar con la movilización nacional (aún) en circunstancias de mucha hostilidad, muy complicada por el asedio, por la intimidación y la persecución que continúa latente, sin embargo se están haciendo los esfuerzos por continuar con las acciones de resistencia cívica.
La oposición sólo va a tener éxito si aumenta su capacidad de cooperación y coordinación entre los diferentes grupos de oposición. Para nosotros es un gran reto sumar a la mayor cantidad de organizaciones de oposición. Hay grandes esfuerzos por construir una Coalición Nacional.
El proceso organizativo de cara a los escenarios posibles, frente a un escenario electoral, de movilización, va a requerir la mayor cantidad de organización efectiva para estar preparados ante el régimen de Ortega.
Desde tu experiencia como líder estudiantil y uno de los negociadores de la Alianza Cívica, ¿qué le hace falta a la oposición para obligar al presidente Ortega a negociar, ceder o sacarlo del poder?
Creo que pasa por algunas cosas muy puntuales. Una es crear un bloque más cohesionado. La oposición tiene que cohesionarse más en torno a las demandas de libertad, justicia y democracia.
Hay mucho consenso también en torno a la salida por la vía electoral, pero la oposición tiene el reto de organizarse de una manera más efectiva.
El mayor reto es atraer a la gente autoconvocada (que se manifestó en las calles hace dos años) a participar de una manera organizada dentro de estos procesos.
Si la oposición avanza siempre de una manera dispersa, sin saber quienes son las personas con las que se cuentan a nivel local, esto podría tener consecuencias no deseables para la oposición en Nicaragua.
A tu juicio, ¿cuál es la solución a la crisis, tomando en cuenta que el presidente Ortega no ha mostrado voluntad de una solución negociada?
A estas alturas la propuesta de salida a la crisis sigue siendo la misma (...) Seguimos planteando que es necesario realizar reformas electorales y un proceso de elecciones libres, transparentes y competitivas.
La ruta electoral es la que tiene menos costo para el país, en el sentido de que nadie quiere una salida distinta.
Pensar que Nicaragua puede volver a una insurrección armada, sería un escenario catastrófico, un rotundo fracaso para la oposición y para el Gobierno mismo volver a repetir estos ciclos históricos de violencia.
Seguimos manteniendo la ruta electoral como una salida posible. Seguimos incidiendo en la agenda de reformas electorales y en la preparación para el escenario electoral, que debe tener condiciones como la sustitución de magistrados electorales, la observación irrestricta y la despartidazación del Poder Electoral.
Si la oposición en Nicaragua vuelve a repetir los (errores de los) procesos anteriores, que todos creen que por sí mismos pueden ganar a un enemigo tan criminal como es el régimen de Ortega, podríamos cometer un error garrafal y repetir un poco el ciclo de la historia y creer que divididos le podemos ganar a Ortega.