30 de junio 2023
La crisis de derechos humanos de Nicaragua no ha estado en la agenda del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Sus recientes posiciones han correspondido hasta ahora a reacciones a la presión internacional, advirtió el politólogo de origen nicaragüense e investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Humberto Meza.
“El tema de Nicaragua no ha sido central hasta ahora en la agenda del presidente Lula”, reconoció Meza, justo cuando inició en Brasilia el encuentro XXVI del Foro de Sao Paulo que se prevé concluya el 2 de julio de 2023. En ese foro se reúnen todos los partidos de la izquierda latinoamericana, entre ellos el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Lula da Silva, dirigente del Partido de los Trabajadores (PT), asumió el poder en Brasil en enero pasado, tras un intento de golpe de Estado. Durante estos meses en el poder, su gestión ha fluctuado entre la crisis interna y su aspiración por retomar su liderazgo internacional, cultivado cuando gobernó entre 2003 y 2011.
Las posiciones cambiantes de Brasil
En el caso de Nicaragua, sin embargo, ha mostrado posiciones cambiantes sobre la gestión de Daniel Ortega, un viejo conocido de la izquierda latinoamericana erigido en dictador. El 21 de junio de 2023 fue denunciado por intentar “suavizar” una resolución en la Organización de Estados Americanos (OEA), la que terminó finalmente condenando la represión del régimen de Ortega, luego que Brasil cedió y se concretó un documento de consenso.
Dos días después, cuando visitó al papa Francisco, Lula se pronunció por la liberación del obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, Rolando Álvarez Lagos, reconociendo la persecución a la Iglesia católica. Meza encuentra en ambos casos una “coincidencia de eventos internacionales”. Según el experto, existe en el mundo una expectativa sobre la postura y el liderazgo que el gigante suramericano pueda asumir en la crisis nicaragüense, pero no se puede dar por sentado que el tema ha sido retomado por las autoridades brasileñas.
Para el politólogo, “hemos visto una postura un poco diferente que va más allá del silencio”. Recordó que Brasil prometió que acogería a los desnacionalizados de Nicaragua, luego de verse presionado también por la comunidad internacional. Entonces España, Chile y Colombia se pronunciaron con claridad sobre el abuso de derechos humanos en Nicaragua.
“En la OEA ocurrió la filtración de la propuesta de Brasil y nuevamente fue él empujado, obligado, presionado para posicionarse críticamente. Y finalmente tuvimos el efecto Bergoglio (el papa). Lula tuvo que hablar sobre el tema de los obispos. Entonces, yo creo que la falta de una agenda concreta sobre el tema de Nicaragua de parte del Gobierno brasileño lo conlleva a ser reactivo a la presión internacional, más que estrategias de lavarse la cara o cosas por el estilo”, opinó Meza.
Descartó que en la posición de Lula tenga alguna incidencia su acercamiento con Venezuela e incluso que el mandatario brasileño haya calificado la crisis de ese país como una “narrativa” cuando recibió a su homólogo Nicolás Maduro. A pesar de que Daniel Ortega es aliado político del venezolano, Meza insiste en que hay diferencias del trato prodigado por Brasil a ambos países.
“Venezuela es importante para Brasil. Es vecino. Tiene petróleo. Hay mercado abierto. Hay muchos refugiados venezolanos en este país y está la necesidad del Gobierno Lula de reactivar la Unasur, sin excluir a ningún país. Entonces, obviamente que Venezuela tiene un rol muy diferente al de Nicaragua”, diferenció.
Recalcó que lo que percibe en la situación de Nicaragua es una “falta de agenda específica” y afirmó que Brasil ha priorizado mantener un canal de diálogo con el régimen de Ortega, una posición que ha asumido tanto la Presidencia como Cancillería de Brasil, lo que obedece a la comprensión de la diplomacia brasileña de que “las condenas cierran puentes de diálogos”.
Moncada representó a Ortega en el Foro de Sao Paulo
Aunque inicialmente la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ) denunció por redes sociales la presencia en el Foro de partidos de izquierda en Brasil de una de las fichas represoras de Ortega, Ramona Rodríguez, el régimen confirmó finalmente que su delegación era encabezada por el canciller Denis Moncada y estaba integrada entre otros por el diputado Wilfredo Navarro.
Los medios oficialistas divulgaron fotografías de Moncada, saludando a Lula.
Desde un principio, el politólogo Humberto Meza no guardó expectativas sobre la posibilidad de una posible resolución crítica sobre Nicaragua, la que supuestamente sería empujada por Lula, según la agencia de prensa Europa Press.
Esa posición la basó en la autonomía que las entidades partidarias tienen del Gobierno de Brasil, a pesar que la opinión del presidente puede tener un impacto. En todo caso, las dudas se aclararían el próximo 1 de julio cuando estaba prevista que se dé la declaración final y las resoluciones adoptadas por los partidos.
En agosto de 2021, Lula aconsejó entonces en el programa Largo Aliento a Ortega que no abandonará la democracia y que “cuando uno piensa que no hay nadie para sustituirnos, nos estamos transformando en dictadores”.
Las declaraciones entonces de Lula coincidieron con una escalada represiva del régimen de Nicaragua para eliminar la competencia electoral y sembrar el miedo en la ciudadanía, encarcelando a todos los posibles candidatos de la oposición y sumando a líderes estudiantiles, empresariales y de la sociedad civil, con lo que la dictadura garantizó su prolongación en el Poder Ejecutivo.