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Humberto Meza: Bolsonaro “manipula” el tema de Nicaragua para afectar a Lula

Investigador nicaragüense en Brasil ve “muy complicado” un “alineamiento” político de Lula da Silva con el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo

pero brecha que lo separa de Bolsonaro es muy estrecha

Redacción Confidencial

6 de octubre 2022

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La crisis sociopolítica nicaragüense ha estado presente en el debate electoral brasileño; sin embargo, no ha tenido ningún peso entre los electores, según un análisis del nicaragüense Humberto Meza, doctor en Ciencias Políticas e investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Brasil.

El presidente Jair Bolsonaro invitó a refugiarse en Brasil a los sacerdotes y monjas que son perseguidos por el régimen de Daniel Ortega, durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el pasado 20 de septiembre.

Bolsonaro ocupa el tema de Nicaragua como una manipulación para poder afectar, aparentemente al PT, y al candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Lula, en este proceso. Él ha querido dar la impresión hacia el electorado de que Lula es muy amigo de dictadores, pero a juzgar por los resultados ese tema no caló en el electorado”, explicó Meza en una entrevista con el programa Esta Noche.

En la primera vuelta de las presidenciales brasileñas, el pasado domingo dos de octubre, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva venció con el 48.4% de los votos a Bolsonaro que quedó segundo con el 43.2%. Los sondeos previos a la primera vuelta subestimaron la fuerza del actual gobernante, pues concedían una ventaja de 14 puntos al candidato de izquierda.


Meza ve “muy complicado un alineamiento (de Lula) con Ortega, si consideramos las posturas que tanto Lula como el PT han tomado en el último año. A pesar de que él no condena abiertamente a Nicaragua, él sí se colocó completamente contrario a la falta de alternancia en el poder, él dijo: “un líder que se considera insustituible se está transformando en un dictador”.

En una entrevista, a mediados de 2021, Lula comentó: “si pudiera darle un consejo a Daniel Ortega, se lo daría a él y a cualquier otro presidente. No abandone la democracia. No deje de defender la libertad de prensa, de comunicación, de expresión, porque eso es lo que fortalece a la democracia”.

Lula y Bolsonaro se enfrentarán por la presidencia brasileña en un balotaje, el próximo 30 de octubre. El líder del PT parte como favorito en las encuestas.

Los resultados de la elección en Brasil acertaron en la votación por Lula pero fueron muy distintos en las proyecciones de las encuestas en cuanto al porcentaje que obtuvo el actual presidente Jair Bolsonaro, ¿por qué? 

Hay muchas razones que pueden explicar ese cambio a lo esperado de la votación de Bolsonaro. Es probable que el panorama que se evidenció el sábado donde había una alta expectativa por una elección de Lula en primera vuelta pudiera haber generado resquemores.

Algunos sustos en electores de Simone Tebet y Ciro Gomes (que quedaron en tercer y cuarto lugar, respectivamente) que no son electores de la ultraderecha ni de izquierda. Ellos intentaron manejar una tercera vía que no resultó y es probable que a última hora esos electores hayan abandonado a sus candidatos y hayan decidido pasar hacia Bolsonaro.

Hay otras razones que explican las dificultades que las encuestas no capturaron ese voto oculto, que se le llama “el voto vergonzoso” sobre Bolsonaro. Existen áreas, en grandes metrópolis brasileñas, que son controladas por poderes paralelos, que de alguna forma amenazan y coaccionan. Hay una presión sobre electores populares de las favelas, hablando de un poder combinado entre la Iglesia evangélica radical, que apoya a Bolsonaro, y un poder fáctico miliciano. Aquí en Brasil son actores hegemónicos en las favelas y que mantienen o controlan cierto poder de armas.

Las encuestas dicen que sería complicado capturar un voto que depende de una amenaza, una coacción o un voto que de última hora decide cambiar de posición y parece que esas dos cosas combinadas ocurrieron en Brasil, para el caso del presidente Bolsonaro.

De los 156 millones de electores, la tercera parte no votó ni por Lula ni por Bolsonaro sino que se abstuvieron ¿por qué ese alto abstencionismo? 

En la campaña electoral, hubo un esfuerzo de las élites empresariales y medios corporativos para que Brasil tuviera una tercera vía, que no permitiera reelegir al presidente y que tampoco se eligiera Lula. Esa tercera vía no resultó y probablemente ha frustrado una cantidad enorme de votantes, pero también no es muy diferente a una tradición de elecciones brasileñas.

Hay que tomar en consideración que en Brasil el voto es obligatorio, no es facultativo como en el resto de América Latina. El abstencionismo brasileño, en los últimos años, ha oscilado entre el 15 y 20%. Este tiene que ver con ese electorado frustrado, de la posibilidad de no encontrar alternativas en un presidente mal evaluado, o de no querer volver hacia una gobernanza que, para algunos, no fue satisfactoria como el caso del Gobierno Lula.

Falta menos de un mes para el balotaje ¿Qué se puede esperar de la campaña en segunda vuelta entre Bolsonaro y Lula?

Hay muchos temores de una campaña bastante violenta, en términos de lo que se pueda ventilar públicamente y el nivel de ofensa que pueda surgir, sobre todo de parte del gobernante hacia Lula. Bolsonaro terminó con 43%, más alto de lo que las encuestas decían, pero sigue estando abajo de Lula, quien terminó con 48%, que lo coloca apenas 1.5% para poder ser electo presidente de Brasil.

Bolsonaro es quien tiene mayor desafío para conseguir revertir el cuadro y eso lo va a obligar a hacer alianzas, divulgar una cantidad enorme de noticias, que puedan incidir sobre un electorado que no está convencido todavía con Lula, pero sobre todo va a depender de la capacidad de articulaciones que Lula consiga consolidar o no.

¿En cuanto a las relaciones internacionales va a ser el tema de Nicaragua uno importante en las semanas que vienen de campaña?

No fue tan relevante, a pesar que Bolsonaro fue el candidato que quiso traer este tema a la campaña electoral. La agenda doméstica y la cantidad de elementos que están en discusión a partir del Gobierno de Bolsonaro, como el manejo de la pandemia y los casi 34 millones de personas que están pasando hambre en este país que no consiguen comer tres veces al día; estos elementos son lo que han dominado el debate brasileño.

Bolsonaro habló de Nicaragua en la ONU, ha hablado de Nicaragua en todo debate electoral que él estuvo presente, fue capaz de ofrecer Brasil como un territorio de refugiado a religiosos nicaragüenses perseguidos por el régimen de Nicaragua, pero no hubo ninguna reacción de parte del PT o de parte del expresidente Lula, y mucho menos de los otros candidatos.

Eso evidencia que Bolsonaro ocupa el tema de Nicaragua como una manipulación para poder afectar, aparentemente al PT, y al candidato del PT, Lula, en este proceso. Él ha querido dar la impresión hacia el electorado de que Lula es muy amigo de dictadores, pero a juzgar por los resultados ese tema no caló en el electorado. Pero es un tema que, frente a un eventual Gobierno de Lula, evidentemente tendrá que ser tomado en cuenta, porque un nuevo Gobierno va a tener representaciones internacionales, en foros regionales, y podría ser llamado a tomar alguna posición sobre estos elementos.

De llegar Lula a la presidencia, ¿qué cambios se pueden esperar de la política exterior de Brasil hacia Nicaragua?

Hay un cambio encuadrado en cómo se va a posicionar a Brasil frente a América Latina. Bolsonaro es un presidente que abandonó cualquier posibilidad de liderazgo en América Latina; nunca ejerció una política externa completamente orientada hacia Estados Unidos; entró en conflicto con casi toda la Unión Europea, por el desastre ambiental del Amazonas; y abrió conflictos con muchos presidentes de América del Sur, sobre todo con el presidente (Gabriel) Boric de Chile, con (Gustavo) Petro de Colombia y también con (Alberto) Fernández de Argentina. 

Esas relaciones ásperas del Gobierno Bolsonaro, que nunca privilegió un lugar que Brasil pudiera tomar en América Latina, generó un vacío que seguramente el eventual Gobierno Lula vaya a cumplir.

En este contexto, ¿se podría prever que Lula se va a alinear con Ortega o tratará de mediar para buscar una solución a la crisis en Nicaragua?

Veo muy complicado un alineamiento con Ortega, si consideramos las posturas que tanto Lula como el PT han tomado en el último año. A pesar de que él no condena abiertamente a Nicaragua, él sí se colocó completamente contrario a la falta de alternancia en el poder, él dijo: “un líder que se considera insustituible se está transformando en  un dictador”.

Lula no ha ido más allá de esa postura y eso se complementa con la polémica que hubo dentro del PT, cuando tras la elección de 2021 en Nicaragua, la Secretaría Internacional del PT lanzó un comunicado felicitando a Ortega, y el mismo día la presidenta del partido mandó a eliminar ese comunicado de la página web y nunca más se publicó. Eso evidencia que no existe un consenso ni de Lula ni dentro del partido con relación a Ortega. Él (Lula) no lo condena, pero no quiere decir que lo apoya.

Eso es Lula como candidato de la oposición y líder de un partido, ahora como presidente de un país como Brasil, tendrá que escuchar y reconocer cuáles son las disputas regionales. Lula ha sido bastante enfático en decir como él apoya la democracia y su mayor disputa con Bolsonaro, es que lo consideran un presidente autoritario, es probable que no encontremos un apoyo explícito (hacia Ortega).

El expresidente Lula y el PT están completamente convencidos de que una condena en bloque no tiene ningún efecto a nivel de cambio democrático en un país, que no sea soportado por la democracia. Tendrá que encontrar alguna manera para poder influir a nivel regional o en Centroamérica.

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Confidencial es un diario digital nicaragüense, de formato multimedia, fundado por Carlos F. Chamorro en junio de 1996. Inició como un semanario impreso y hoy es un medio de referencia regional con información, análisis, entrevistas, perfiles, reportajes e investigaciones sobre Nicaragua, informando desde el exilio por la persecución política de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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