22 de agosto 2016
El Grupo Cívico Ética y Transparencia (EyT), presentará una serie de reportes en los que analizará la marcha del proceso electoral. El primero, que está en preparación, se hará público a finales de agosto. Los demás, serán publicados “uno cada mes a partir de ese momento”.
Entrevistado para el programa de televisión Esta Semana que se transmite por canal 12, Roberto Courtney, director de EyT, recordó que “encuesta tras encuesta muestran que el 80% y hasta el 90% de los ciudadanos nicaragüenses [el dato incluye a simpatizantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)] les gusta la idea de la observación electoral”.
“Desde ese modelo, EyT está trabajando ahorita con un grupo de organizaciones interesadas en hacer un grupo de observación. Estamos sumando números y afinando la parte metodológica, para ver cómo trabajaremos el día de las elecciones, dado que el periodo previo es bastante fácil de diagnosticar, de señalar y de contrastar con estándares internacionales”, explicó.
Aunque el Consejo Supremo Electoral (CSE), decidió retirar al organismo cívico su condición de observador electoral nacional, EyT no se rinde y quiere aprovechar no solo la voluntad de centenares de ciudadanos dispuestos a hacer valer su derecho a fiscalizar las elecciones, sino también, a las posibilidades que da la tecnología.
“Creo que podremos tener unos 800 observadores directos, y más de 20,000 usando las tecnologías de información y comunicación”, calculó.
Si bien hacer ese trabajo será más difícil, no solo por el apartheid que les decretó el CSE, sino también porque Daniel Ortega calificó de ‘sinvergüenzas’ a los observadores internacionales y vetó su presencia, Courtney se siente seguro que podrán hacer ese trabajo de fiscalización, aun sin estar acreditados.
“Hay diferencia con el observador internacional que requiere invitación y visa para entrar al país. El nica no lo necesita para ejercer su derecho constitucional. Si el extranjero solicita un permiso a un soberano representado por sus autoridades, para el nacional esa autoridad ya no es el soberano, y esa autoridad, como empleados públicos, están sujetos a nuestro escrutinio, les guste o no les guste, porque así está consignado en la Constitución”, detalló.
Observar todo el proceso
Un problema adicional para el grupo, es que al no haber partidos que realmente sean oposición, ya no pueden contar con la información que les podían dar los fiscales de esos partidos, aunque a Courtney eso no le quita el sueño, porque el problema no es la falta de credencial.
“Podríamos decir que los reportes electorales con mejor soporte que emite EyT, son los que vienen después de la negación de la credencial. Después del 2008, empezamos a contrastar los datos iniciales que te dan el día de la elección, que talvez reflejaban 100 votantes en una Junta, y luego reflejaban 400 votos a favor de un partido en ese mismo lugar”, recordó.
“Ambos datos son oficiales, y ambos son contradictorios. Eso te da un informe y un nivel de hallazgo mucho más profundo. Por eso digo que no estar en la JRV, no es fatal”.
“Lo segundo es que uno no observa solo los comicios. Normalmente, en los procesos electorales uno observa desde el funcionamiento de la Ley y la Constitución, de toda la estructura administrativa, de todo el proceso electoral, de manera que cuando llega el día de las votaciones, perfectamente se puede funcionar con los principios de transparencia”, añadió.
Entre otras interrogantes, los observadores tratan de determinar si los datos están siendo presentados de forma auditable. Si las estructuras fueron construidas de acuerdo con la Ley, si se permite la fiscalización, etc.
“No es que haya que tener su propio conteo. Eso no lo hace ningún observador. La pregunta, respecto al día de las elecciones, es si los datos que está dando el aparato electoral cumplen los principios de transparencia. Si no lo hace, todo mundo queda en libertad de dudar”, sentenció.
En todo caso, recomienda esperar a ver qué camino encuentra el electorado que se sentía representado por las organizaciones políticas –y los políticos– que fueron excluidos por el régimen de la contienda electoral. “Obviamente, habrá que ver cómo se materializa el día de las votaciones, la posición del electorado sobre este tema en particular”, reflexionó.
¿Abstención, o voto nulo?
Al quedarse sin opciones, los ciudadanos que no simpatizan con el Frente Sandinista se debaten entre simplemente abstenerse, o tomar una actitud más activa y presentarse a los centros de votación para depositar su sufragio, o simplemente anularlo.
El problema es que todas las opciones tienen pros y contra, y una sola gran verdad: da igual lo que voten los ciudadanos –incluso para aquellos que votan a favor del Frente Sandinista– porque como sospechan muchos, el resultado ya ha sido predeterminado, no en las oficinas del Consejo Supremo Electoral, sino por la pareja presidencial.
Courtney detalla que “según la Ley Electoral, es delito hacer un llamado a la abstención, pero habría que ver cómo terminaría funcionando eso en la práctica… uno podría decir que tanto el voto nulo como la abstención representan una forma de rechazo ciudadano en contra del sistema” si los números del aparato electoral fueran confiables.
“El problema es que no sabemos cómo se contarán los votos, y como no hay confianza en el conteo, uno no puede decir si se abstiene o lo anula. Como el sistema no funciona, ambos números pueden ser dichos de forma antojadiza y sin soporte alguno”, valoró.
El director de EyT citó a modo de ejemplo, cómo un cambio en la forma de contar las abstenciones, representó un gran cambio en los procesos electorales de 2006 y 2011. En el primero de los casos, un CSE que todavía no se había rendido ante el FSLN calculó el nivel de abstención, igual que como se hace en todo el mundo: comparando el número de los que sí votó, contra el número de los que podía hacerlo.
En 2011, el número de votantes no se contrastó contra el universo electoral pleno, sino contra uno reducido, en el que solo se contaron los ciudadanos que ejercieron su voto en la última elección, con el resultado lógico de que se pudo aplicar sin pudor alguno, una capa de maquillaje que creó una nueva verdad oficial.
“El resultado de este ejercicio fue una subrrepresentación de la abstención. Entre 2006 y 2011, la población del país, según datos oficiales, creció en 400,000 personas, pero el padrón electoral creció en solo 50,000 personas, porque excluyeron a los que ellos dicen que nunca votan, con lo que resulta un número que tampoco se puede corroborar”, explicó.
El experto detalló que en las últimas elecciones ya no se entregó el detalle del voto. “Solo dieron el número de votos por partido, pero no llega a saberse cuántos votos nulos emitió la ciudadanía. Alrededor del año 2000, veíamos un 1% de votos nulos, pero luego veíamos que había muchos más votos anulados (hasta cinco veces más), en las JRV donde los partidos de oposición no tenían fiscales”, rememoró.
Courtney explica que normalmente, “los analistas establecen el descontento en una elección a partir de la sumatoria de los votos nulos y la abstención, pero también hay que valorar el proceso completo, para ver cómo se llega a ese día en términos de pluralismo y transparencia”.