25 de abril 2020
El entierro de una líder opositora se convirtió en un acto de protesta espontánea contra el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, a quien organismos defensores de los derechos humanos responsabilizan por la muerte de cientos de disidentes en el país centroamericano desde abril de 2018.
Más de un centenar de personas abandonaron la cuarentena voluntaria con que enfrentan la pandemia de covid-19 en el pequeño pueblo de Diriamba, a 61 kilómeros al sur de Managua, para acompañar el féretro de Augusto Gutiérrez, un ciudadano transgénero conocida como “Carolina”, una de las opositoras más emblemáticas, quien sobrevivió diez meses en prisión entre 2018 y 2019, bajo torturas y abusos sexuales, presuntamente ejecutados por los carceleros, que le causaron daños físicos irreparables.
Los familiares y vecinos lamentaron que Gutiérrez, sana y alegre antes de ser arrestada, salió de prisión con el cuerpo tan golpeado que rápidamente fue perdiendo habilidades, hasta no poder consumir líquidos, y morir la tarde del jueves.
El fallecimiento de Gutiérrez revivió la indignación de los disidentes que acompañaron el féretro, que convirtieron los lamentos en gritos de rechazo hacia Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
Consignas y cantos
“¡Abajo la dictadura!”, “¡Sobaco peludo (Murillo), te vas con el trompudo (Ortega)”, “¡Viva Nicaragua libre!”, gritaron los opositores, mientras el féretro avanzaba por las calles de Diriamba.
“¡Las madres no se rinden, exigen justicia!”, “El pueblo unido, jamás será vencido!”, “¿Cuál es la ruta? ¡Que se vaya el hijo de puta!”, continuaron gritando a Ortega los disidentes.
Los manifestantes también entonaron canciones de amor a Nicaragua y algunos retaron la prohibición policial de cantar el himno nacional de Nicaragua.
Sin arrestados
El de Gutiérrez fue uno de los pocos entierros de opositores que no dejó personas arrestadas por mostrar su rechazo a Ortega y su familia, desde el estallido popular en su contra, en abril de 2018.
El pasado fin de semana se cumplieron dos años de crisis sociopolítica en Nicaragua, que ha dejado cientos de heridos, presos o desaparecidos, miles de heridos, y más de 100 000 críticos de Ortega en el exilio.
Nicaragua no vivía una crisis parecida desde la década de 1980, también bajo Ortega como presidente.
El Gobierno de Ortega ha sido señalado como responsable de crímenes “de lesa humanidad” por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un señalamiento que ha retomado la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh).