14 de febrero 2019
El expresidente Enrique Bolaños consideró este miércoles que la salida a la crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde abril pasado y que ha dejado cientos de muertos y de detenidos, es adelantar las elecciones generales, previstas en noviembre de 2021.
Bolaños, de 90 años y que gobernó Nicaragua de 2002 al 2007, dijo a periodistas que el conflicto persiste porque el presidente del país, Daniel Ortega, no ha querido dialogar.
"Ojalá lo haga porque es la única solución, pero no es un diálogo económico, debe ser un diálogo político", señaló.
Ese diálogo político para superar la crisis, agregó, significa "hablar de adelantar las elecciones", como propuso la Conferencia Episcopal de Nicaragua en la mesa del diálogo nacional que se encuentra suspendido desde julio pasado.
El 7 de junio, la Conferencia Episcopal propuso a Ortega que adelantara a marzo de 2019 las elecciones fijadas para 2021 y que renunciara a presentarse a la reelección, pero el presidente lo rechazó y opinó que la propuesta mostraba que los obispos estaban "comprometidos con los golpistas", según dijo el 19 de julio.
Tanto la Organización de Estados Americanos como diferentes sectores de la sociedad de Nicaragua han recomendado a Ortega adelantar para marzo de 2019 las elecciones de 2021 para acabar con la crisis de forma pacífica, pero hasta el momento no han tenido éxito con esta sugerencia.
El exgobernante Bolaños ha dicho que el mandatario sandinista se ha convertido en un factor de caos en Nicaragua, que es ambicioso al dinero y sufre de una "ambición política dictatorial".
Ortega, de 73 años, lleva casi la mitad de su vida como secretario general del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido del que ha sido su único candidato presidencial en los comicios de 1984, 1990, 1996, 2001, 2006, 2011 y 2016.
En tanto, el diálogo nacional para superar la crisis, que comenzó a mediados de mayo de 2018, fue suspendido de forma indefinida en julio pasado, después de que grupos oficialistas atacaron a obispos de la Iglesia católica, quienes actuaban como mediadores.
El presidente Ortega ha descalificado a los obispos y los ha acusado de formar parte de "las fuerzas golpistas" y de "sumarme alegremente al golpe terrorista y criminal" que, a su juicio, intentó derrocarlo durante las protestas iniciadas en abril pasado.
"Dejaron de ser mediadores y pasaron a ser parte activa de las fuerzas golpistas", señaló el mandatario nicaragüense en diciembre pasado.