4 de agosto 2020
Las sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos contra funcionarios y familiares del presidente Daniel Ortega, no han conseguido su objetivo: obligar al caudillo sandinista a impulsar reformas que allanen el camino para unas elecciones libres y la restauración de la democracia, según un análisis de The Economist Inteligence Unit (EIU, por sus siglas en inglés), que además considera que una sanción al Ejército de Nicaragua, es una de las “últimas cartas” del mandatario estadounidense, Donald Trump, frente al régimen orteguista.
“La pareja presidencial (nicaragüense) ha resistido obstinadamente” las sanciones de Estados Unidos, y “con las posibilidades de reelección de Trump disminuyendo, tienen poco incentivo para hacer concesiones a un líder posiblemente en su salida”, destaca EIU, propiedad del grupo británico The Economist.
Recuerda que, desde diciembre de 2017, han sido sancionados 22 funcionarios u operadores del régimen, incluyendo a la primera dama y vicepresidenta, Rosario Murillo, y tres hijos de la pareja presidencial: Laureano, Rafael y Juan Carlos.
“Los funcionarios del Departamento de Estado de los EE. UU. afirman, regularmente, que las sanciones continuarán hasta que el Gobierno de Ortega acepte las condiciones para el restablecimiento de las libertades democráticas y unas elecciones justas. Sin embargo, habiendo resistido hasta aquí, es poco probable que la Administración de Ortega ceda ante estas presiones, mientras el tiempo de Trump en el cargo parece estar agotándose”, concluye la firma, especializada en ofrecer análisis y pronósticos sobre países.
La carta del Ejército
Estados Unidos celebrará elecciones presidenciales en noviembre próximo y las encuestas dan una ventaja, en la preferencia de votos, al demócrata Joe Biden, contrincante de Trump.
La prestigiosa publicación no descarta que el presidente estadounidense sancione al Ejército de Nicaragua, como “una de las pocas cartas que a Trump le queda por jugar antes de las elecciones estadounidenses en noviembre”.
Razona que “la política de sanciones de Estados Unidos hacia Nicaragua está impulsada en gran parte por el deseo de ganar el favor de los votantes latinos en Florida —donde Trump está detrás (de Biden)—. No es inconcebible que un presidente estadounidense desesperado pueda decidir subir la apuesta contra la administración de Ortega en los próximos meses”.
EIU recuerda también que recientemente el general Julio César Avilés, jefe del Ejército de Nicaragua, rechazó los argumentos estadounidenses para sancionarlo. El alto mando militar fue sancionado el pasado 22 de mayo —junto al ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta Montalván— por “apoyar al corrupto régimen de Ortega” y “descartar” el desmantelamiento de las fuerzas paramilitares durante y después del levantamiento cívico de 2018.
“Esa decisión del Departamento del Tesoro es injerencismo”, dijo Avilés, durante un acto del Consejo Militar, a mediados de julio pasado.
Para la firma británica, “además de expresar lealtad al presidente, la inusual postura pública de Avilés, puede haber tenido la intención de transmitir un mensaje sobre cómo reaccionarían los militares si Estados Unidos emitiera sanciones institucionales en su contra”. Tal y como lo hizo con la Policía Nacional, en marzo pasado.
El desafío del 19 de julio
La publicación califica como un “desafío” del régimen, el hecho que durante el acto central del 41 aniversario de la revolución popular, el pasado 19 de julio, el caudillo se haya hecho acompañar en la mesa principal por siete personalidades sancionadas.
Ortega estuvo flanqueado por su esposa Murillo y el general Avilés. También lo acompañó el ministro Acosta, así como: el director de la Policía Nacional, primer comisionado Francisco Díaz; el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras; el director del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), Roberto López; y la exministra de Salud, Sonia Castro. Todos sancionados por violaciones a los derechos humanos y corrupción.
Junto a las sanciones de individuos, instituciones y empresas “consideradas claves para financiar al régimen a través de actividades ilícitas”, Estados Unidos “ha utilizado silenciosamente su influencia en el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para negar a la Administración nicaragüense acceso a nuevos fondos”, Sin embargo, “aunque todas estas políticas indudablemente le hizo la vida más difícil al régimen, hasta ahora no han logrado alcanzar su propósito declarado”, según la firma británica.
Un Gobierno de Biden
EIU considera que el caudillo sandinista espera alcanzar una tregua política con un Gobierno de Biden; sin embargo, aclara que continúan “siendo escépticos sobre las perspectivas de una reversión significativa de las sanciones” bajo una administración del exvicepresidente Biden.
La prestigiosa firma británica cree que el régimen de Ortega “decidirá las reglas” para las próximas elecciones nicaragüenses, “a principios de 2021”, cuando “es probable que una administración Biden haya llegado al poder” en Estados Unidos.
“La pareja presidencial aparentemente espera lograr una reversión de algunas sanciones de Estados Unidos, en canje por concesiones sobre normas electorales”, asegura la publicación, que insiste en sus “dudas” sobre una posible negociación bilateral con un Gobierno de Biden.
“Los esfuerzos de Estados Unidos para promover la democratización en Nicaragua, por lo general, han disfrutado del apoyo bipartidista en ese país, y es probable que esto siga sin cambios, incluso bajo una administración Biden”, resalta EIU.
La previsión de caída económica
En el terreno económico, la publicación mantiene que la recesión económica, que comenzó a raíz de una crisis política en 2018, “se profundizará significativamente durante 2020-21, como resultado del brote de coronavirus”.
Pese a mantener ese pronóstico, la actividad económica entre mayo y julio les hizo cambiar su previsión para fin de año. “El resultado sugiere una contracción menos profunda en el segundo trimestre de lo que habíamos señalado”.
La firma proyecta que para este año el Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua se contraerá un -7.5%; luego de que a inicios de julio pasado pronosticará una caída del -8.2%. “Sin embargo, los riesgos a la baja para nuestro pronóstico siguen siendo sustanciales dada la propagación del brote de coronavirus localmente”.