12 de enero 2022
Al final de 2021, las noticias para América Latina no eran nada alentadoras con una crisis económica a cuestas, una desigualdad que mantiene insatisfechos a los ciudadanos, el dolor causado por la pandemia y con buena parte de sus países sufriendo el deterioro de las democracias, según el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica Pontificia de Chile, que identificó diez riesgos políticos para 2022 que vuelven más turbio el futuro inmediato.
En la investigación titulada “Riesgo político América Latina 2022”, se identificaron los siguientes riesgos políticos para América Latina: la erosión democrática, el cambio climático, las protestas sociales, la crisis migratoria (se cita el caso de Venezuela con su éxodo de cinco millones de personas), las economías ilícitas, la polarización política, cada vez una menor inversión extranjera, el aumento de delitos en ciberseguridad y el auge de China en la región.
Para llegar a estas conclusiones, un equipo editorial formado por cuatro expertos (Jorge Sahd K., Daniel Zovatto, Diego Rojas y María Paz Fernández) consultó a 1144 personas de manera general y a un panel de 170 expertos, entre expresidentes, autoridades regionales, líderes de opinión y académicos, con los cuales pudieron hacer un retrato regional a partir de los problemas que se están enfrentando en América Latina.
En el tema de la democracia, además de recordar que Nicaragua, Cuba y Venezuela son tres dictaduras consolidadas—con altos índices de corrupción—, mencionan a Honduras, El Salvador, Bolivia y Guatemala como regímenes híbridos, una perspectiva que obtienen del índice de The Economist Intelligence Unit 2020 en América Latina. Lo más difícil es que la pandemia, que fue decretada por la Organización Mundial de la Salud en el primer trimestre de 2020, se convirtió en una oportunidad para debilitar las ya débiles democracias.
“Aunque el número de democracias se ha mantenido, más de la mitad de los países han experimentado erosión en sus características elementales, llevando a que los regímenes híbridos se autocraticen y las dictaduras se consoliden (IDEA Internacional, GSOD 2021). Un gran número de gobiernos aprovecharon las restricciones sanitarias para debilitar el estado de derecho, las libertades y los controles institucionales”, indica el informe.
Una característica distintiva, señalada en el documento, es que las amenazas a ese deterioro democrático provienen de gobernantes electos que erosionan desde adentro tanto las instituciones como las libertades de los ciudadanos.
Igual lamentan que los mecanismos regionales creados para la protección de la democracia, como la Carta Interamericana no están actualizados y requieren urgentes precisiones para que sean realmente efectivos en el cumplimiento de sus objetivos. Además de democracias frágiles desde el punto de vista institucional, también se describe la insatisfacción ciudadana, la que se refleja en “los ciclos políticos cortos y el frecuente voto castigo a los oficialismos”.
Envueltos en recurrentes problemas de gobernabilidad, se cita el caso de Perú o Ecuador, pero también recuerdan los ataques contra organismos electorales en Brasil, El Salvador, México y Perú, igual que los escándalos de corrupción, descubiertos tras el trabajo de centenares de periodistas del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, que sacudió la realidad de Chile, Colombia o Ecuador.
Estancamiento e insatisfacción de ciudadanos
Las democracias en su mayoría están estancadas en un desempeño medio y la inconformidad de los ciudadanos se ve reflejada en dos datos, destacados también en el texto: el 51% de los entrevistados no les importa si el Gobierno que llega es democrático, siempre y cuando le solucione los problemas según la encuesta del Latinobarómetro (octubre 2021). El otro dato es cortesía de otra medición, de IPSOS Global Advisor (agosto 2021), en la que se revela que cinco de las principales economías de América Latina —Chile, Colombia, Perú, Brasil, Argentina— figuran entre los ocho países que lideran el índice de populismo mundial.
Las críticas a la élite de parte de los gobernados constituyen otro elemento en este análisis, pero también la necesidad de un cambio en esos estratos. “También se requiere de élites y ciudadanos más comprometidos con los valores democráticos. La renovación de las élites regionales con vocación de escucha y responsabilidad social es una tarea imperiosa para la salud democrática. El riesgo de profundizar la desconexión actual de las élites con las demandas de la ciudadanía, puede terminar obstaculizando el consenso democrático”, afirma la investigación.
La región está cruzada por tres crisis, según Sahd, quien se desempeña como investigador senior del Centro de Estudios Internacionales. Una crisis marcada por la gobernabilidad cada vez más bajo mayor tensión, de expectativas con una ciudadanía que exige y se encuentra impaciente y con grandes niveles de incertidumbre marcada por la incógnita de las nuevas variantes de la pandemia.
Según Zovatto, las perspectivas de este año no son positivas y cree más bien que América Latina enfrentará otro año complejo. “Los niveles de incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos. Por su parte, el populismo, el sentimiento anti-elite y el nativismo xenofóbico seguirán presentes y la combinación de todo ello hará la gobernanza crecientemente compleja”, pronosticó.
La presentación del informe, que se realizó en línea, contó además con los comentarios de Axel Christensen, director de Estrategia de Inversiones para América Latina de BlackRock, Marisol Argueta del comité Ejecutivo del Foro Económico Mundial, el profesor de la Universidad de Columbia, José Antonio Ocampo y el director ejecutivo, Sergio Fausto, del Instituto Fernando Henrique Cardoso.
El análisis de 36 páginas contiene más hallazgos sobre la región como la presencia china en un momento de tensión con Estados Unidos, así como la falta de una visión política que viene siendo un problema de vieja data, tanto como la incapacidad de superar las desavenencias políticas al momento de generar un diálogo y de centrar la atención en los asuntos internos, haciendo a un lado los temas internacionales, lo que ocurre paradójicamente en el reino de la globalización, es decir cuando el mundo está más conectado.
Argueta destaca que es bueno que haya ciclos electorales en Latinoamérica, pero cuestiona la falta de visión de nación a largo plazo. “Necesitamos crear consensos, necesitamos asegurar ese balance de poderes, evitar esa concentración de poderes y asegurar que haya una representatividad de los diferentes sectores en la manifestación de políticas públicas y ojalá se pueda generar una visión de largo plazo que permita esa certidumbre para atraer mayor inversión”, agregó la funcionaria del Foro Económico Mundial.
Para Fausto, la situación de Brasil que tiene este año elecciones, tiene un desafío importante en el tema de la gobernabilidad, porque supone el reto de cambiar una trayectoria que ha sido muy negativa en la última década.
“Tuvimos dos décadas perdidas: la de los ochenta, de la deuda interna, ahora de 2010 a 2020 otra década perdida. En términos per cápita, Brasil es hoy más pobre de lo que era en el año 2010. Creo que en el corto plazo los riesgos de quiebre democrático disminuyeron. Disminuyeron porque la resistencia de las instituciones brasileñas se mostró lo eficiente cómo para contener los impulsos de Bolsonaro, pero creo que los problemas a plazo más largo todavía permanecen”, explicó Fausto.
Al profesor Ocampo, originario de Colombia, explicó que el tema más importante en el contexto de los comicios presidenciales del año entrante tiene que ver con las protestas sociales, incluso más que la polarización. “Es posible que uno de esos grupos de centro gane las elecciones. La elección pasada terminó polarizada entre el candidato de derecha Iván Duque, apoyado por el expresidente Álvaro Uribe, y el candidato de izquierda Gustavo Petro que está de nuevo en las elecciones actuales”, afirmó el experto, quien considera que hay una gran fragmentación política en una situación que se repite en otros países, como en Brasil.