31 de mayo 2018
“Nicaragua nos pertenece a todos y aquí nos quedamos todos”, aseguró ante simpatizantes y empleados públicos el comandante Daniel Ortega, la tarde de este miércoles, durante un acto oficial para las madres nicaragüenses, a escasos minutos de que la cuarta y más grande manifestación pacífica exigiendo justicia y su salida del poder fuera reprimida brutalmente por la Policía Nacional y fuerzas paramilitares.
Más temprano, los principales empresarios del país se pronunciaron por separado en condena a la represión oficial, coincidiendo, en general, en que la salida a la crisis es el adelanto de elecciones para un relevo en el poder.
“Nicaragua no es propiedad privada de nadie”, aseguró Ortega, y agregó que los dueños “somos todos, independientemente del pensamiento político y religioso, o ideológico. Dios nos dio esta tierra. A todos los nicaragüenses. A todas las familias nicaragüenses”.
El presidente empezó su intervención a eso de las 4:30 de la tarde, frente a un público disminuido. Nada parecido a otros años. “Es que hoy vinieron pocos”, dijo uno de los presentes, previo a la llegada de Ortega.
El mandatario empezó su discurso haciendo referencia al dolor de una madre, que según medios oficialistas, había perdido a su hijo en un enfrentamiento en la Trinidad, Estelí. El nombre del fallecido, de acuerdo a declaraciones del alcalde de esa ciudad, Francisco Valenzuela, era Jairo Antonio Osorio. “Cuánto dolor tendrá esa madre. Estamos viviendo momentos en que el odio, está sacando las uñas. Teníamos un país en paz”, refirió. Sin embargo, como lo ha hecho durante el último mes y medio, nuevamente calló sobre la represión oficial que ya acumula casi el centenar de muertos.
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Ortega continuó señalando que el mundo “admiraba” a Nicaragua por su capacidad de “reconciliación” y de superación, luego del periodo de guerra que dejó a más de “50 000 madres” sin sus hijos. El país “vivió de manera continuada un duelo”, detalló.
El presidente también relató que desde 1960 hasta 1990, “costó llegar a los acuerdos de paz”. Afirmó que fue un camino largo porque no era cuestión de decir que “bueno, ustedes tienen que desaparecer y nosotros nos vamos a quedar… había posiciones confrontadas, una parte quería el exterminio, era monstruoso de solo pensarlo. Y ha sido una enfermedad a lo largo de la historia de Nicaragua”.
Solo, hasta después de dictar una clase de historia sobre el proceso de paz, y transcurrido alrededor de 15 minutos, fue que Ortega se refirió a las madres que han perdido a sus hijos durante la represión propiciada por su Gobierno y fuerzas paramilitares. Sin embargo, sobre este tema, habló poco. Poquísimo.
“Aquí en este sitio, y en todos los departamentos de Nicaragua, ahí está el mejor testimonio del dolor de una madre, que se comparte con este testimonio que tenemos hoy, que es el dolor de las madres que han sufrido pérdidas de sus hijos en estos días. Ahí se junta un dolor inmenso. Ese dolor inmenso no puede llevar a la destrucción de las familias nicaragüenses, no puede llevar a la muerte, a la guerra, entre las familias. No”, expresó.
El presidente afirmó que la “lucha que están librando hoy”, la seguirán librando comprometidos con las madres de miles de caídos del tiempo de guerra, y las que “tienen un dolor reciente… nuestra mayor obligación es luchar y defender la paz que tenemos que recuperar”.
“Como dice el canto, se hace camino al andar, y aquí, el reto y desafío que tenemos, es hacer camino al andar hacia la paz. El camino tiene que llevar hacia la paz. Bendito diálogo para la paz que se ha instalado y donde tenemos empeñado nuestros esfuerzos, empeñado toda nuestro amor, al pueblo. Porque este pueblo, se ganó el derecho después de tanto sufrimiento, y de dolor, se ganó el derecho a la paz y estabilidad y ese derecho tenemos que recuperarlo. Qué vivan las madres nicas, que viva la paz”, finalizó Ortega.