29 de octubre 2017
En la falta de transparencia e independencia que acarrea la cúpula del Consejo Supremo Electoral (CSE) está en el origen de los problemas de esa entidad y, por contagio, de todas las elecciones nicaragüenses: sean estas las municipales del 5 de noviembre próximo, o las presidenciales de hace un año, según el análisis de observadores nacionales.
Roberto Courtney, director ejecutivo de Ética y Transparencia, que a su vez, forma parte del consorcio Panorama Electoral, señaló en una entrevista en el programa de TV Esta Semana, que para esta nueva convocatoria electoral, el Consejo repite magistrados que eran señalados en los informes de la OEA y la Unión Europea, “y los nuevos que reemplazaron vacantes, vienen todos de la lista oficialista”.
El experto hizo hincapié en “el vicio” de que las mesas se constituyan con más de un miembro del partido de gobierno, lo que va “contra la práctica, contra la Ley, y se ha vuelto a materializar en estas elecciones: desde el Centro Departamental, hasta las Juntas Receptoras de Votos, el Frente y sus aliados tienen dos de tres asientos”.
El resultado de esa decisión política es que se puede dejar de publicar los resultados, o tergiversarlos; impedir la fiscalización, no entregar actas de escrutinio legibles, permitir que el partido de gobierno cedule fuera de los canales oficiales; que se abuse de los bienes del Estado…. “La falta de transparencia es una forma muy conocida de esconder resultados adversos para manipularlos”, sentenció.
Courtney advierte que el verdadero drama es el mensaje que envía el gobierno y la autoridad electoral al cerrar esos espacios. “Desde el inicio te está diciendo que tiene una voluntad fraudulenta. El principal problema no es que no se acrediten los observadores nacionales -que de todos modos tienen capacidad de observar- sino que al no hacerlo, el Consejo te dice que su trabajo no es abierto ni publicable”.
La OEA… ¿servirá para algo?
Aun cuando hay voces que confían en que la presencia de una misión de observadores de la OEA signifique alguna diferencia o aporte un gramo de transparencia al proceso, Courtney lo interpreta como la posibilidad de que sí haya observación internacional creíble, pero en las presidenciales de 2021.
El experto recordó que la OEA firmó un convenio de tres años con el Gobierno de Nicaragua, lo que le permitirá estar presente en las presidenciales, “que son las que se consideran fundamentales. Estando presentes en estas municipales, ya no tienen que ser invitados a las próximas presidenciales, ya que tendrían que ser expulsados”.
“Estando aquí ahorita, la OEA obtiene la posibilidad de estar en el 2021 de una forma prácticamente garantizada, y sobre todo, con un esquema de trabajo que también le va a permitir que si otros factores se activan, la OEA pueda hacer un papel más relevante”, añadió.
A su juicio, los europeos lo han entendido así al punto de que hay poca voluntad de financiar esta misión de observación, pero hay mucha voluntad de apoyar el proceso de los tres años, pensando en que si la realidad política cambia, y en 2021 hay una fuerza que pueda disputarle el poder a Ortega, la presencia de la OEA tendrá más significado.
Este año, el CSE ha hecho más difícil que se conozca el verdadero porcentaje de participación en el proceso electoral al punto que es teóricamente posible que termine votando ¡el 120 % del padrón electoral!
El experto explicó que “según los métodos que usa el CSE para computar la participación y la abstención, existe la posibilidad de que tuviéramos una participación del 120 %, porque esta se mide alrededor del padrón, pero la cantidad de personas que puede participar es, el padrón, más un listado de 600,000 personas”.
“El efecto neto es que ese 20 % adicional infla cualquier cifra que se obtenga. Si hay un 30 % de participación, con este ejercicio llegaste al 50 %; si tenés el 50 % con este ejercicio se puede llegar al 70 %. El problema es si participa más del 80 %, porque entonces se llega al 100 % de participación, lo cual matemáticamente es una locura”, concluyó.