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Concertación Democrática para salir de la dictadura y lograr la “transición”

Juan Sebastián Chamorro: “No es la primera vez que una alternativa de poder se construye desde el exilio”, pero trabajamos en la “incidencia interna”

Juan Sebastián Chamorro

Juan Sebastián Chamorro, opositor nicaragüense, excarcelado político y desterrado. // Foto: Paula Argüelles | El Debate, España

Carlos F. Chamorro

12 de febrero 2024

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El economista Juan Sebastián Chamorro, exdirector de la Alianza Cívica, ex precandidato presidencial y exreo de conciencia durante más de 600 días en la cárcel de El Chipote, define al grupo de los 222 expresos políticos, excarcelados hace un año, como “una gran hermandad”, que se nutre de la experiencia común en las cárceles de la dictadura y de su propia diversidad política. “Yo no lo llamaría un grupo político organizado, pero sí una hermandad”, que mantiene discusiones políticas y se apoya mutuamente en el destierro en Estados Unidos, dice Chamorro. 

El exdirector de Funides está integrado en la actividad académica como investigador en la universidad de Notre Dame, y es uno de los directivos políticos de la Concertación Democrática Nicaragüense Monteverde. 

“Monteverde” fue creado como una plataforma de diálogo político por exiliados nicaragüenses en Costa Rica en 2021, y desde hace dos semanas es “una especie de alianza”, de organizaciones políticas, personalidades, y organizaciones cívicas. La directiva también la integran Tamara Dávila, Juan Diego Barberena, Jesús Téfel, Eliseo Núñez, y Rosalía Miller, entre otros. 

“No es la primera vez que una alternativa de poder se construye desde el exilio”, afirma Chamorro, aunque admite que “esto hace más difícil nuestra incidencia interna, nuestro trabajo de movilización”, bajo las condiciones de represión y Estado policial imperante en Nicaragua. 


En una entrevista con Esta Semana y CONFIDENCIAL, a un año de las excarcelación de los 222 presos políticos, Chamorro habló sobre el proyecto de “sucesión dinástica” de la dictadura y la propuesta de “Monteverde” de una transición democrática “con un planteamiento político, social y económico que reconstruya a Nicaragua”, sobre bases democráticas, y llamó a los familiares de los presos políticos a “alzar la voz”, en demanda de su libertad. “Algunos no lo están haciendo por temor, y eso se entiende y es natural”, dijo Chamorro, pero “es mejor hablar que no hablar, porque decir la verdad, marca historia, es un arma poderosa en contra de las dictaduras”. 

La diversidad y la hermandad de los 222

Hace un año, en la madrugada del 9 de febrero, se produjo el vuelo hacia Estados Unidos de los 222 presos políticos. ¿Qué pasó en tus últimas 24 horas en la cárcel y cómo viviste el momento de tu liberación? 

Nosotros, como todas las noches cenamos, habían pasado hacía unas semanas las visitas familiares y teníamos algunas cositas que nos habían dejado los familiares. Comimos, recuerdo, un pedacito de queso, una carne deshidratada que nos habían llevado nuestros familiares. Rezamos, y nos fuimos a acostar, como todas las noches, y alrededor de las 9.30-10.00 de la noche, Róger Reyes, que le costaba un poco más dormir, yo ya estaba dormido, me toca, me dice: “Juan, te están llamando en la puerta”. Me levanté y era una oficial de la Policía que nunca había visto. 

O sea que llevaron gente de refuerzo nueva esa noche. (La policía) llevó la ropa de civil que habíamos usado para la visita y me dijeron que me la tenía que poner en la celda. Eso nunca había pasado y todos nos cambiamos en la celda y eso generó muchas expectativas. Nos llevaron a otra celda, ahí estuvimos 25 por cada una de las celdas y después nos montaron en los buses. 

Obviamente, una cantidad de especulaciones, de tensión, de nerviosismo, yo pensaba en algún momento que íbamos a Costa Rica, pero al ver que los buses iban para el centro de Managua pensamos que íbamos a ir a algún evento de esos que hacía la dictadura, cuando ya pasamos la Corte Suprema, solo habían dos opciones: la cárcel La Modelo, que era lo que yo estaba lamentablemente pensando más en ese momento, o el Aeropuerto.

Para mi sorpresa, los buses doblan a la derecha en el portón de la Fuerza Aérea. Yo estaba esperando entrar en la zona comercial del Aeropuerto, pero me agarró de sorpresa. En ese momento respiré aliviado. Esto habrá sido ya como a las 02:00, calculamos nosotros. Nos estábamos dando cuenta que íbamos para fuera del país, pues ya por lo menos dejábamos la cárcel.

Un año después has permanecido exiliado en Estados Unidos, además despojado de tu nacionalidad, ¿cómo has vivido el destierro fuera de la patria? 

Yo era uno de los pocos presos políticos que no tenía visitas familiares de mi familia inmediata. Victoria (Cárdenas) y Victoria Isabel (Chamorro) habían dejado Nicaragua unas semanas después de mi secuestro, y durante todos esos 20 meses, a mí me tocó no estar con mi familia. Y al llegar ese día, hace un año, pude reencontrarme con ellas. Yo me siento, y sobre todo pensando en mis hermanos de los 222, bastante más afortunado, me tocó verla fea en la cárcel, pero el reencuentro familiar fue inmediato a nuestra liberación o destierro, excarcelación o como queramos llamarle. Entonces, he sido bendecido con ese reencuentro familiar. No así una buena parte de los hermanos 222 que todavía están luchando para tener reencuentros familiares y la dictadura no deja salir particularmente a los hijos chiquitos por los permisos y los poderes, y lo hace para infringir más terror. 

Entonces el destierro ha sido duro, evidentemente, pero mucho mejor que estar en esa celda cumpliendo esa absurda sentencia de 13 años. 

La mayoría de los 222 presos políticos con los que hemos hablado están dedicados a reconstruir sus vidas, su familia, su sobrevivencia, su sanación personal y unos más que otros, siguen involucrados en la lucha por la libertad. ¿Qué representa hoy ese liderazgo? ¿Los 222 son una fuerza política?

Los 222 somos un grupo de presos políticos que nos identifican muchas cosas: el vuelo, es uno de ellos, hay una enorme diversidad, hemos perdido uno, lamentablemente, Mike (Healy). Pero más que una fuerza política, porque aquí hay de distintas tendencias, yo lo llamaría una gran hermandad. Tenemos un chat todos los días, algunas personas más activas que otras, evidentemente, y compartimos experiencias, nos apoyamos cuando hay algún tipo de apoyo necesario que se pueda dar. Ahí está un hermano 222 siempre proveyendo la ayuda y obviamente, en discusiones políticas y de otra índole. 

Yo no lo llamaría un grupo político organizado, pero sí una bonita hermandad. Y además de eso, también está el grupo de El Chipote, que es más pequeño, que también hay una identificación muchísimo más cercana, porque compartimos celdas, vivencias, porque fuimos vigilados, torturados e interrogados por los mismos oficiales.

Concertación política Monteverde: Transición democrática

Vos sos uno de los voceros políticos de lo que ahora se conoce como la Concertación Democrática Nicaragüense Monteverde. ¿Qué es Monteverde ahora y qué propone para terminar con la dictadura e iniciar una transición democrática? 

Monteverde se comienza a organizar (en Costa Rica) cuando estábamos presos, como un espacio de discusión de temas políticos. A partir de hace dos semanas de una reunión plenaria que tuvimos en Washington, tomamos la decisión unánime de convertirnos en una concertación plural. Pasa de ser un espacio donde se discutían temas de política, estrategia, acciones, a una concertación, una especie de alianza política de distintas organizaciones, personalidades, individuos y organizaciones de la sociedad civil. 

Esto implica además, una conducción más directa la estrategia política, para seguir incidiendo en acciones internacionales que lleven al debilitamiento de la dictadura, la incidencia nacional, la movilización, con todas las dificultades que hay, la lucha por la liberación de los presos políticos y presentarnos como una plataforma seria, responsable de opción política hoy, y en el día después de la desaparición de la dictadura, con un planteamiento político, social y económico que reconstruya Nicaragua.

Obviamente, no podemos hablar de una alianza electoral en este momento, pero sí una alianza de organizaciones, e individuos, que también espera tener, y lo hemos tenido, comunicaciones con otras plataformas de exiliados y otras plataformas en el país para integrar acciones. 

Así que pasamos de ser de un espacio de diálogo a una concertación política, como han ocurrido concertaciones políticas en la historia de Nicaragua. La UNO (Unión Nacional Opositora) es un ejemplo, y también a nivel internacional, como la Concertación de Chile y otro tipo de concertaciones políticas. 

Queremos concertar en lo que tenemos que ponernos de acuerdo y las diferencias también resaltarlas, en esas diferencias radica la pluralidad de la oposición nicaragüense en términos ideológicos, de orígenes, y de pensamiento. 

Bajo el Estado policial que existe hoy en Nicaragua, ¿puede Monteverde, desde el exilio convertirse en una alternativa de poder para la mayoría de la gente que quiere un cambio en Nicaragua y para los propios servidores públicos, que también muchos de ellos dicen que son rehenes del régimen?

Alternativa de poder tiene que existir, y no es la primera vez que una alternativa de poder se construye desde el exilio. Obviamente, esto hace más difícil nuestro trabajo de movilización. Pero la alternativa de poder debe de existir con un planteamiento y una lógica que incluya a todos los nicaragüenses de bien, independientemente de su filiación ideológica en este momento, pero que deseen la libertad, la democracia, el imperio de la ley, la verdad y sobre todo, que los perpetradores de crímenes, sobre todo los de lesa humanidad, pero también extendido a otro tipo de crímenes, paguen por sus delitos. 

Una parte de la estrategia política de Monteverde atiende el tema interno en el país, pero eso lo dejamos más reservado por temas de seguridad. Ciertamente, los cambios sociales radicales que se necesitan en Nicaragua, se necesita terminar esta revolución cívica y pacífica de abril y tiene que contar con el concurso de los nicaragüenses en el país.

Mientras tanto, los Ortega Murillo se proponen prolongarse en el poder como una dictadura dinástica y de hecho ya inició la sucesión dinástica de Daniel Ortega a Rosario Murillo. ¿Se puede formalizar esto en 2026? ¿Qué implicaciones tendría para el país Murillo con el poder absoluto?

Yo no soy amigo de esa idea de que las elecciones de 2026 las va a utilizar Ortega como la fecha clave para darle la estafeta a Murillo. Ortega va a entregar el poder hasta que se muera, eso es lo que él cree, pues a él nunca le han gustado las elecciones democráticas, pero ni siquiera las que pueda controlar. 

Entonces, de darse esa sucesión que de todas maneras ya está en camino, porque desde el mismo momento que nombran a la señora como vicepresidente y estando el precepto constitucional, en caso de la desaparición de él, el vicepresidente asume, ese es el plan dinástico. Lo que tenemos que hacer como oposición responsable es detener ese plan y que mucho menos se extienda hacia otros familiares. 

Esta es parte de la lucha que tenemos que emprender. Este modelo dinástico ya fue probado una vez y terminó muy mal, terminó con una guerra civil, cosa que no queremos que se repita, pero es muy importante resaltarlo en estos momentos, sobre todo a las personas que están todavía creyendo en esa supuesta revolución. Aquí no hay una revolución. Lo que hay es un plan dinástico y todas estas personas que están todavía ahí con ellos, los funcionarios públicos deben de entender que esta es la receta para el fracaso.

Nicaragua necesita una transición, es parte de la estrategia política que como opositores nos hemos planteado, una transición hacia la democracia plena, representativa y que exista el imperio de la ley y no vuelva nunca más alguien a postrarse encima de las leyes y la Constitución, que dicho sea de paso, también tendrá que ser reformada. 

A pesar de la corrupción, las extorsiones, las confiscaciones, la falta de seguridad jurídica, la economía de Nicaragua sigue funcionando, incluso ha recibido elogios de parte del Fondo Monetario Internacional. ¿Puede esto prolongarse indefinidamente bajo dictadura? ¿Es sostenible para el sector privado? 

Esos elogios que hace el Fondo Monetario, son muy cortoplacistas, lo cual es de entender (porque) el Fondo Monetario (no es) una organización de desarrollo, sino para corregir en balances de corto plazo. Y realmente le fallan al objetivo fundamental que debe tener toda institución de desarrollo. Y es que el consumo proveniente de remesas familiares, que es lo que está ocurriendo, no es receta de crecimiento económico. No es receta de crecimiento que la gente se vaya del país y que Nicaragua se haya convertido en un exportador de seres humanos. Y no es receta de crecimiento la disminución del capital humano, que es en realidad el principal capital que constituye la base del crecimiento económico. 

Este modelo basado en el consumo, en las remesas, e incluso en la exportación de productos básicos, como ocurría en antes de la crisis, no es la mejor opción. Siempre hemos planteado que las economías modernas necesitan aumentar el valor agregado. 

Este es un modelo agotado, un modelo que no le está dando a la población nicaragüense ningún tipo de de posibilidades, y la prueba fehaciente es que se han ido más de 700 000 personas en los últimos años de Nicaragua, que no tienen esperanza en Nicaragua como un sitio para crecer. 

Así que es un enorme desafío para no solamente todos los trabajadores de Nicaragua, sino para el sector privado que se hace más complejo, con la violación a los derechos de propiedad. Hemos hablado mucho de los derechos humanos, de los derechos civiles y las libertades públicas, pero el derecho a la propiedad privada que se violenta todos los días con las confiscaciones, con el terrorismo fiscal que está haciendo la dictadura, también tiene un efecto sobre el bienestar de los nicaragüenses, porque hace que la inversión deje de llegar en importantes sectores como el turismo, el comercio.

Elevar la voz por los presos políticos

Mencionaste hace un momento la estrategia de incidencia que la oposición quiere desarrollar ante la comunidad internacional. Pero ¿qué impacto puede tener la comunidad internacional en una salida a la crisis, cuando Nicaragua no está en el foco del radar internacional? Hay muchas otras crisis y no pareciera que en Nicaragua exista la posibilidad de una transición democrática. 

Y menos en el foco va a estar, si los opositores nos quedamos callados y no alzamos la voz. Lo dijo muy sabiamente nuestro amigo Paulo Abrao (exsecretario ejecutivo de la CIDH de la OEA) en Costa Rica recientemente: “Reflejar la verdad y la historia es la principal arma para atacar a la barbarie”. 

Entonces, independientemente de que Nicaragua esté compitiendo con otros temas internacionales, tenemos que levantar la denuncia en todos los foros internacionales para que Nicaragua esté presente a la luz de otros conflictos que compiten. Pero lo importante acá son dos cosas: uno, mantener esta narrativa de Nicaragua vigente y segundo, entender de que la comunidad internacional llega hasta cierto punto.

La diplomacia internacional está hecha para otro tipo de regímenes que escuchan a la comunidad internacional y que tienen un diálogo con la comunidad internacional. Ortega ha cerrado todas las puertas de una manera brutal. Y eso también hay que denunciarlo. Entonces, vamos a seguir tocando todas las puertas posibles para que además se implementen acciones, sanciones, específicamente para los perpetradores y que se le complique a la dictadura y a sus instituciones financieras, militares, policiales, la consecución de recursos materiales para seguir reprimiendo a la población nicaragüense

En Nicaragua hay más de 105 presos políticos en las cárceles y más de 50 personas bajo asedio. Bajo casa, por cárcel, de facto, ¿qué esperanza hay para que puedan recuperar su libertad o para que los mismos desterrados y exiliados puedan regresar a la patria? 

En primer lugar, hay una puerta giratoria, preso que va saliendo, preso que va entrando. Hay cierta esperanza, yo tengo fe, ocurrió con nosotros, ocurrió con más de 1200 presos en 2019, ocurrió con los dos grupos de sacerdotes de octubre (de 2023) y de enero (de 2024). Así que yo tengo mucha esperanza de que los presos políticos van a salir. 

Pero una cosa fundamental que en el caso nuestro se hizo y que lamentablemente, muchos no lo están haciendo, es alzar la voz. Un problema que hemos tenido con algunos de los familiares de los presos actuales es que por temor, y eso se entiende y es natural, han optado por quedarse callados o incluso ni siquiera declararlos como presos políticos. Porque creen que al mostrarse callados y dóciles, tal vez los van a sacar. Los que son presos políticos, son presos políticos y punto. No, no los van a sacar porque hable más o menos. Probablemente si los van a sacar, si hablan más. 

Y eso es un convencimiento, porque en el caso nuestro se dio la campaña por los presos políticos. Fue muy activa lo que hizo Victoria (Cárdenas), lo que hizo Berta (Valle), lo que hicieron los familiares, lo que hicieron los medios de comunicación. 

Eso ocurrió porque precisamente los familiares hablaban, entonces una campaña que estamos haciendo en este tema, es la campaña de visualización de los presos políticos, es crear conciencia que es mejor hablar que no hablar, porque decir la verdad, marcar historia, es un arma poderosa en contra de las dictaduras.

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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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