3 de febrero 2020
Ahora hay en Nicaragua un interés viciado de parte de las cúpulas (sin partido, y sin vínculo con las masas) de darle el mismo significado a la unidad de masas para luchar bajo la dirección ideológica de un partido, y a la unidad de cúpulas para inducir a las masas a delegar la acción política en los candidatos electorales. Descartando, además, las ideologías en la unidad de las cúpulas. Es decir, como unidad burocrática sin línea política.
¿Descartar las ideologías y negociar con Ortega?
Descartar las ideologías es, también, una ideología, pero, basada en que la hegemonía deja que la dominación se imponga por las relaciones sociales, generando significados alienantes que falsean la realidad opresiva. Es la forma silenciosa de la ideología de las clases dominantes, que en un momento de interrogantes y de debate feroz para superar conscientemente la opresión de la dictadura y del atraso brutal –debate que debiera ser ordenado e ideológico-, pide con astucia instintiva que todo mundo, que desea un cambio, se desprenda de las ideologías (lo que resulta evidentemente contradictorio), para formar así una coalición electorera sin norte, y sin capacidad crítica.
Y muchos bobos de capirote –que serán ignorantes, pero, oligarcas no son- repiten el concepto, sin pensar que sin ideología no hay estrategia progresista posible, porque la estrategia tradicional, retrógrada, consiste en que se delegue en las cúpulas la gestión de algún acuerdo reformista con Ortega. La coalición electorera apunta al diálogo versión.3 (bajo el monopolio tradicional –es decir, antidemocrático- de la Alianza Cívica, controlada de facto por los empresarios).
En política, todo significado que se dé a la acción social es ideológico. Y no existen acciones conscientes sin significado. Por ello, incluso, este intento burdo de proscribir las ideologías de la praxis política antiorteguista (dentro de la coalición), es una materialización mezquina de la ideología tradicional que afianza a las dictaduras.
La libertad de expresión, en su acepción más esencial, es la búsqueda de coherencia ideológica, desde el momento que la expresión lingüística es una manifestación de significado.
¿Unión sin exclusiones?
Luego, la consigna fundamental en la coalición N celeste es: ¡unidad sin exclusiones! ¿Qué significa sin exclusiones?
Hay que explicar que ideología no es sectarismo, sino, coherencia en la visión y en el significado que adquiere la realidad, o una forma de ver la realidad, que debe ser compartida por quienes combaten a la dictadura y, por lo tanto, que debe ser excluyente para quienes no comparten esa visión coherente de la lucha.
Apenas ocurre un pequeño esfuerzo por algún tipo de orden (de un orden orgánico), en contra del desorden al que tiende espontáneamente la naturaleza, se hace necesario un proceso de selección cualitativa, que es la otra forma de ver el mismo proceso de exclusión.
La rebelión de abril incorporó a la lucha a todo aquel dispuesto, a riesgo personal, a combatir en las calles por la libertad. La unidad sin exclusiones, en sentido inverso, conduce a los luchadores hacia la práctica de aquellos que por décadas negocian y colaboran con Ortega, en beneficio personal. A quienes se les invita que se tomen y hagan suya la coalición (esterilizada de ideologías críticas), para “luchar” a su modo tradicional, por puestos públicos.
Toda unión política organizativa, más profunda que una unidad en la acción, además de línea política tiene ciertos principios de carácter ideológico, que actúan como restricciones en la toma de decisiones. En toda unidad política, que se propone objetivos concretos, hay exclusiones ideológicas, y exclusiones políticas, que se expresan tácticamente.
Una unidad sin exclusiones no tiene principios, no puede tener principios políticos, y, si se es coherente, y se extrapola lógicamente su significado, incluye, también, a Ortega. Lo que pone de manifiesto –ante las personas racionales- su significado absurdo. Nadie en el mundo, en ninguna circunstancia histórica, para adelantar una conquista, ha hablado jamás de unidad sin exclusiones. No se trata sólo de ignorancia e ineptitud de parte de quienes dirigen la coalición, sino, simplemente, de promover la ignorancia e ineptitud entre quienes desean un cambío porque ello, sin duda alguna, favorece al estatus quo.
Una página en blanco
En el programa de Jaime Arellano, del 20 de enero pasado, el entrevistador preguntó a José Pallais (miembro directivo de la Alianza Cívica y negociador con la UNAB para formar la coalición), qué pensaba del siguiente pronunciamiento de CxL: “la coalición no plantea cuál será su estructura, funcionamiento, identidad política, propuesta programática, objetivos, ni un plan de acción con la participación de la ciudadanía”.
Pallais respondió al entrevistador: “¿Qué es lo que hay hoy? Una página en blanco. Una página en blanco que tiene que llenarse con las ideas de todos, con los aportes de todos, con las discusiones de todos. Ir viendo qué es lo que es lo mejor. Hay un concepto equivocado como que somos los dueños y hegemonizamos la coalición, y que queremos ser una vanguardia. En absoluto. Vamos a construirla entre todos, y esa hoja de papel lo que vamos a presentar al pueblo de Nicaragua va a ser el producto de ese encuentro, de esa cooperación de todas las organizaciones que atiendan esta invitación, esta convocatoria. Entonces, no puede haber nada, ¡claro!, porque no existe nada. Vamos a redactarlo.”.
¿Qué han hecho, entonces, todos estos meses la Alianza Cívica y la UNAB? A primera vista, se debería responder superficialmente: ¡Una página en blanco! Pero, no es así. Han borrado lentamente, con maña, el espíritu de abril. Y, al final, ha quedado esa página en blanco (sin ideologías, sin exclusiones, sin programa, sin línea política) como fruto del esfuerzo de adulteración.
La UNAB y la Alianza Cívica deciden emborronar la página en blanco
Después de ponderar que la página en blanco es lo que corresponde a quienes no pretenden ser vanguardia, ni hegemonizar, ni ser dueños de la coalición, se contradicen radicalmente y el 27 de enero presentan las bases para la creación de la coalición nacional. Y en esas bases hablan de misión, visión, principios y valores, y ejes programáticos.
Principios propuestos por la UNAB y por la Alianza Cívica
De los 11 puntos, llamados principios y valores, sólo tres cabrían como principios (referirse a valores corresponde a una visión moralista, no política, lo que ya es una posición ideológica metafísica).
a) Uno de los principios es respetar los acuerdos de la coalición (debió decir acatar los acuerdos, ya que respeto es otra cosa distinta a la disciplina política, y el respeto no constituye un principio).
b) Democracia interna, en apariencia es otro principio, aunque una vez que se describe en qué consiste la democracia interna resultará obvio que acatar los acuerdos es parte de ella, no un principio independiente.
La democracia misma es un concepto ideológico, que cada ideología precisa de manera distinta. De modo, que para que la democracia interna se refiera a la forma concreta de operar en la toma de decisiones, debe ser coherente con el resto de principios ideológicos de la organización. Es decir, con principios ideológicos coherentes. ¿Qué le da coherencia? Los intereses estratégicos de una de las clases fundamentales de la sociedad.
Los estudiantes dentro de la Alianza Cívica dicen que procuran no generar vínculos ni compromisos con el sector privado (sin sospechar siquiera que tales compromisos existen, en principio, desde el momento que integran una misma organización política). Y agregan los estudiantes que su rol es fiscalizar los procesos dentro de la oposición (sin percatarse que la fiscalización política se hace a la luz de principios ideológicos, no del parecer subjetivo de alguien que se cree fiscalizador).
Esto pone al desnudo tanto que los estudiantes son el sector más aturdido –sin autonomía, como tiene el sector campesino, dado que los estudiantes carecen de un programa propio, unitario, y de una dirección central, y se hallan dispersos en cuarenta grupúsculos, sin contacto con las bases estudiantiles-, como que la coalición tiene una dirección, de hecho, bajo la política tradicional (sustentada espontáneamente en la ignorancia y en la improvisación).
c) No violencia es un principio religioso, no político.
La no violencia puede tener validez en un momento táctico, pero, no es un principio político, válido en cualquier circunstancia previsible en la formación histórica de la sociedad (como debe serlo un principio). Como tampoco lo es la violencia (a pesar que así lo hicieron creer, erradamente, los grupos guerrilleros, voluntariosos y subjetivos, como el FSLN).
Sin embargo, no es seguro que la no violencia fuese tácticamente correcta en abril. La rebelión de abril fue cívica, justa, popular, democrática, nacional, defensiva, pero, no pacífica (aunque careció de dirección estratégica). La discusión no es si fue violenta o menos, sino, si debió ser únicamente defensiva.
En fin, la no violencia es un principio que corresponde a normas morales absolutas, independientes de las circunstancias. Mientras la política, por definición, se enfoca, para actuar, precisamente, en las circunstancias concretas.
El resto de los llamados principios en las bases de la coalición, son una mezcla abigarrada de demandas políticas y de normas generales, que corresponden a un comportamiento no político.
Programa sobrenatural de la coalición
La coalición dice que la articulación de diversas propuestas elaboradas por las organizaciones que integran el núcleo fundacional, les lleva a presentar como programa de la organización el desarrollo socioeconómico humano sostenible, con responsabilidad medioambiental.
Y luego demuestran que además de no saber qué sean los principios, no saben, tampoco, qué sea un programa. Y emborronan sin sentido una página, como otra forma de presentar una página en blanco.
Ofrecen, sin sonrojo, como un niño, que remediarán la pobreza, la falta de tecnología, la baja productividad, el escaso crecimiento económico, la inequidad, el daño ambiental, el desempleo, la falta de inversión nacional e internacional, que diversificarán la matriz productiva, que le darán valor agregado a las materias primas, que harán innovación, que mejorarán el acceso y la calidad de la salud y de la educación, que harán eficiente y sostenible la seguridad social, que desarrollarán la Costa Caribe.
Un niño más inteligente habría agregado que construiría puertos modernos, nuevos aeropuertos, ferrocarriles de alta velocidad, metros que viajen por debajo de las ciudades, mono rieles aéreos, que encontraría petróleo y tierras raras, desarrollaría la industria petroquímica, nuclear y aeroespacial, adelantaría la neurociencia, la medicina genética y la inteligencia artificial, etc.
Ni una sola línea de esas lucubraciones infantiles constituye un programa, es decir, un programa realista. Sólo a demagogos ramplones de mayor edad, neciamente vulgares, se les ocurre presentar –sin la menor vergüenza- la superación de todos los problemas y deficiencias habidas y por haber como un programa (se asemeja, en su desprecio subjetivo por las circunstancias objetivas concretas, y por la falta de consideración del sujeto social de las transformaciones, al llamado programa histórico del FSLN de 1969).
Usted menciona un problema y el viejo demagogo ignorante lo da por resuelto en su programa. ¿Alguien está en desacuerdo con que se den por resueltos los problemas? ¡A votar por los demagogos!
¿Qué es un programa político?
Conceptualmente, un programa es una planificación estratégica de tareas y de recursos (materiales, tecnológicos, humanos y financieros, una vez liberados de trabas y de obstáculos políticos), para obtener con ellos un objetivo concreto, posible, prioritariamente útil y necesario a la sociedad, de la manera más eficiente, técnica y económicamente. Una planificación progresista se basa en el poder político de los sectores cuyos intereses se identifican con el desarrollo de la nación, para crear oportunidades a los sectores más vulnerables de la sociedad.
Un programa que parte, por consiguiente, de las tareas combativas necesarias en la actualidad, para que tales sectores progresivos alcancen el poder político. Por consiguiente, es un programa con contenido ideológico, que se propone tareas combativas para transformar políticamente la sociedad, las relaciones sociales y las relaciones de poder, a fin de liberar el desarrollar las fuerzas productivas.
Para un programa demagógico, en cambio, que cuenta de antemano con el milagro sobrenatural (valga la redundancia intencional) del desarrollo espontáneo e ilimitado de las fuerzas productivas, no se requiere transformar la sociedad. Prácticamente, no se requiere nada, porque sólo se propone alcanzar todos los objetivos deseables, sin que se deba realizar ninguna tarea concreta.
¿En qué sentido esta coalición podrá agrupar a los sectores sociales que sienten la necesidad de cambiar drásticamente, en sentido progresivo, el orden dictatorial actual?