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Un baño de realidad para Nicaragua en el proceso electoral venezolano

Este acuerdo describe valores y prácticas necesarias tanto para Venezuela como Nicaragua, en su tránsito hacia la democracia

Una ciudadana venezolana camina frente a la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE) en Caracas. Foto: EFE / Ronald Peña R

Haydée Castillo

28 de julio 2024

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A veces, un baño de realidad es necesario para analizar y realizar los cambios concretos que, desde el imaginario, no somos capaces de vislumbrar.

He leído detenidamente el documento “El espíritu del 28 de julio—Acuerdo para un gobierno de transformación democrático”, suscrito por la oposición y que recoge el sentir del pueblo venezolano. Aunque las realidades no se pueden extrapolar de un lado a otro, hay aspectos de los procesos sociopolíticos que nos traen muchas enseñanzas.

Como sociedad nicaragüense, contamos con muchas virtudes y valores de los cuales enorgullecernos, y en nuestro devenir histórico hemos dado también cátedra de dignidad y patriotismo. Pero esta vez quiero referirme a nuestros desafíos. Uno de ellos es la cultura política poco democrática en la que hemos crecido y que nos impregna como sociedad, muchas veces de manera inconsciente.

Entre las prácticas que observo están la excesiva polarización ideológica, el odio hacia quienes piensan diferente, el espíritu de revancha que se antepone al de justicia, el marcado autoritarismo, el lenguaje violento y excluyente, el uso de la estigmatización y el desprestigio hacia otras personas como forma de exclusión. También está el considerarse dueños de la verdad y, en algunos casos, imponerse como ungidos. La falta de escucha activa, de apertura al cambio y al aprendizaje colectivo, el poco hábito de la lectura, el diálogo político informado y bien argumentado. Además, el victimismo y el cobro a la patria por lo que se ha sufrido en el transcurso de la lucha. La presencia de prácticas poco transparentes, la falta a la palabra dada, el arribismo y, en ocasiones, el uso de la mentira y la tergiversación de los hechos en beneficio propio.


Estas son algunas manifestaciones de esa cultura política que se ha anidado en nuestra sociedad y que seguramente es causa y efecto de la falta de concordia, de diálogo, de encuentro y de entendimiento entre nosotros. Somos una sociedad de duelos acumulados, con una historia de traiciones y de pactos entre caudillos, de manipulación y empobrecimiento, de traumas desde la familia, lo que genera desconfianza y el uso de la violencia en sus diferentes vertientes como forma de actuación cotidiana.

Menciono el “Acuerdo para un gobierno de transformación democrática” suscrito por la oposición venezolana en el contexto de sus elecciones nacionales de este domingo 28 de julio de 2024 porque allí encuentro ese propósito de cambio en las formas de pensar, de juzgar y de hacer. Este acuerdo describe valores y prácticas necesarias tanto para Venezuela como Nicaragua, en su tránsito hacia la democracia, tales como “la recuperación de la libertad”, “el espíritu unitario”, “el fundamento en el apoyo popular”, “la cooperación política civilizada”, “la cultura democrática basada en el consenso”, “el trato respetuoso en la deliberación política” y “la palabra educada”.

También hace referencia a “la recuperación de la dignidad humana”, lo que me hace pensar que el ser nicaragüense no está determinado por la ideología que profeses, porque todos somos Nicaragua. Asimismo, se señala el respeto por los fundamentos de la Constitución política o sea que no se debe barrer e ignorar lo que como sociedad se haya acumulado y avanzado. No debemos olvidar el “sanar y avanzar con respeto hacia la justicia y la paz” porque ahora reconocemos que sanar colectivamente el dolor acumulado es esencial para alcanzar la justicia y una paz duradera que parte de nosotros mismos. Y, sobre todo, el “sentido de urgencia,” que también lo es para nuestra dolida Nicaragua.

Quiero con esto felicitar al pueblo venezolano y a sus liderazgos que, a pesar de que han transcurrido 25 años en su lucha, están sabiendo interpretar los desafíos del momento para sentar las bases de una verdadera transformación hacia la democracia. Quiero invitar a que hagamos nuestro lo que este acuerdo sabiamente plantea: “La tarea es hoy, aquí y ahora”.

Todos somos Venezuela.

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Haydée Castillo

Haydée Castillo

Activista nicaragüense exiliada. Licenciada en Ciencias Sociales y máster en Integración y Desarrollo. Fundadora del Instituto de Liderazgo de Las Segovias (ILLS). Tiene más de 30 años de experiencia en defensa de los derechos humanos, y es consultora en planeación y desarrollo, integración regional, políticas públicas, participación ciudadana, empoderamiento y democracia.

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