8 de septiembre 2015
“La humanidad burguesamente condicionada debe abandonar lo burgués para conservarse en cuanto humanidad”. Parodiando este pensamiento de Bertolt Brecht, podría aplicarse como un consejo a los tiradores furtivos: las personas burguesamente condicionadas, deberían abandonar lo burgués para conservarse en cuanto a personas libres…
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Así, no se comportarían como robots de quienes programan el pensamiento a través de ciertas “informaciones” del ejército mediático internacional. En este medio de comunicación digital (Confidencial), los tiradores furtivos, con sus “comentarios”, revelan ese pensamiento mecanizado con su reacción ante cualquier crítica al sistema capitalista y a la política exterior norteamericana. Otros tiradores furtivos dejan ver su filiación orteguista ante las críticas al gobierno, con una frase cliché: están “al servicio de la derecha”. A estos tampoco les gusta la historia, desde que sus líderes se tornaron capitalistas.
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Es una lástima que se desperdicie lo positivo que ofrece la tecnología cibernética y la oportunidad de ampliar la participación democrática en la información, a causa de esos críticos sin argumentación, tiradores furtivos, que lanzan alusiones descalificadoras contra quienes exponen sus criterios críticos en los medios independientes. Los tiradores furtivos, son bien limitados, solo descalifican sin utilizar ningún razonamiento lógico que contradiga lo esencial planteado en alguna crítica a este sistema social o al gobierno.
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Una de sus descalificaciones más tonta, es espetarle al crítico la acusación de que “se quedó en el pasado”. Ahí se les agota el argumento. Para el afectado con el pensamiento burgués, es obligada su negación de la historia, rechazar cualquier referencia a la historia, y a quien recurre a la experiencia histórica, lo encasillan “en el pasado”. Pero, ¿qué significa el horror “al pasado”, sino una forma de negar la historia? Le huyen al conocimiento de los procesos históricos, porque en estos se descubre la esencia del capitalismo.
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Niegan los procesos históricos o los distorsionan, cuando comienzan por negar las causas de los problemas actuales de un país. Van contra la inteligencia, porque no existe país ni la humanidad sin histórica. Cuando hablan de los problemas del presente, les atribuyen causas superficiales. No fue nada casual, que en la Cumbre de las Américas de Panamá, el presidente Obama se haya pronunciado contra las alusiones históricas porque él, dijo, no vivió “en el pasado”. En verdad, lo dijo porque sabe que la historia condena a su país como saqueador de América Latina.
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Aquella, no fue una salida elegante –menos sincera— la de Obama, sino bastante tonta, porque nadie, ni él mismo, desconoce su condición de representante oficial del poder imperial, y es consciente también de que su poder gubernamental termina donde comienza el poder real del complejo militar industrial y del capital financiero, que son, realmente, los que mandan en su país. Y la historia de éstos, su pasado, no es precisamente elogiable.
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Es imposible que los tiradores furtivos puedan reparar en detalles como ese, cuando utilizan el mini “comentario” desnudo de argumentos serios contra las enseñanzas de la historia. Una forma para que pudieran recuperar su condición de personas libres, con argumentos propios, sería recuperar, sencillamente, su condición de personas no condicionadas. Tal vez así dejarían de pensar como un robot, y escribir alguna refutación con argumentos lógicos, no escupiendo solo adjetivos. Esto no es fácil. Para muchos, parece imposible.
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La frase cliché “te quedaste en el pasado”, disparada contra quien reconoce la dialéctica de los procesos históricos, no solo es su manera obtusa de negar la importancia de la historia, sino también un recurso para hacer insinuaciones perversas sobre “traiciones”, sin decir a qué y ni a quién. En realidad, la única manera de traicionar al país y a su población, es defendiendo el sistema social capitalista, de cualquier forma, directa o indirectamente. Y eso es lo que los tiradores furtivos están haciendo.
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Defender al capitalismo, además de apoyar sus injusticias sociales es, realmente, defender el pasado, quedarse en el pasado. ¿Por qué? Porque el capitalismo es un viejo sistema económico-social de casi 300 años de edad. En Estados Unidos y Europa es el pasado histórico inmediato del imperialismo, que también ya es un viejo de por lo menos 120 años, si ubicamos su partida de nacimiento en 1898, cuando le hizo la guerra a España para robarse naciones enteras (aunque comenzó robando territorios a México desde mediados del Siglo XIX).
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Junto a su “modernidad” el imperialismo desarrolló dientes atómicos (Hiroshima y Nagasaki, ¿las recuerdan?), sus manos tecnológicas cercenan autonomías nacionales, sus ojos y oídos son el espionaje cibernético de todo, a todos y en todo el mundo. Sus acciones armadas tienen magnitudes de genocidios (¿ya olvidaron Iraq, etcétera, etcétera, tan actuales que siguen siendo, después de muchos años?).
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El imperialismo, es hermano gemelo del fascismo, hijos de la misma hegemonía absoluta de una clase minoritaria sobre los medios fundamentales de producción, padre de todas las dictaduras que ha habido en América Latina (más las sin cuenta en el resto del orbe). Ese su pasado se sigue reflejando en sus injerencias políticas en todo el continente americano, y es el padrino de las conspiraciones contra Venezuela. Una vieja noticia: todo lo hacen para conservar la causa más vieja del mundo, que es el usufructo del trabajo de millones seres humanos. El capitalismo negaría su propia existencia, si dejara de practicarla o de defenderla.
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Parte de ese pasado imborrable, que no les gusta llamarle por su nombre propio (historia), se viene ofreciendo semanalmente al pie de esta columna. ¿Por qué no refutan con pruebas estos datos históricos? ¿Les da vergüenza hacerlo? Y si es verdad que les da vergüenza, ¿por qué motivo les avergüenza defender lo que dicen que es justo o correcto? En cambio, sus respuestas hacen recordar los pleitos de niños: cuando no pueden defender con razones la mala conducta de algún pariente, solo responden: “más ladrón es tu hermano”, aunque no conozca al “hermano” e, incluso, aunque este no exista.
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Al comienzo de esta columna me tomé la licencia de parodiar un pensamiento de Bertolt Brecht; voy a concluir haciendo referencia a otro pensamiento dialéctico suyo: “La burguesía, si observamos la historia, escribe una historia de transformaciones”. Es lo que hizo la burguesía con su lucha contra el feudalismo –agregamos nosotros—, pero ahora no se halla en condiciones de ser y declararse revolucionaria, porque eso para ella quedó en su pasado, es historia.
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Un ejemplo del cinismo burgués:
Una portavoz de la Unión Europea, dijo por televisión la semana pasada, que piensan capturar y destruir los barcos que trasladen a los emigrantes hacia sus países miembros. Un clásico olvido de la historia: ¿qué fuera ahora de Europa si sus barcos colonialistas hubiesen sido destruidos cuando transportaban las riquezas naturales robadas al continente africano, al continente americano y al continente asiático?
Cronología imperial (*)
1898.- 1) En febrero 15, en la bahía de La Habana, Cuba, explotó el crucero norteamericano Maine. Murieron 250 tripulantes, y en los Estados Unidos, Randolph Hears y James Gordon Bennet descargaron una furibunda campaña periodísticas, achacando la culpa a los españoles, pero años después se probó que la causa de la explosión fue interna; pero el propósito había sido logrado: expulsar a España de Cuba, frenar la revolución independentista e instalarse en la isla. 2) El 20 de abril, los Estados Unidos declararon la guerra a España, e invadieron Cuba, Puerto Rico Guam y Filipinas, colonizados por España. 3) El 12 de agosto, se firmó en Washington el protocolo de paz entre España y Estados Unidos. 4) El 10 de diciembre se firmó en París el tratado por medio del cual terminaron la guerra y España reconoció la independencia de Cuba, y le cede a Estados Unidos Puerto Rico, Guam y Filipinas. 5) Los Estados Unidos establecieron en Cuba un gobierno militar, presidido por el general Leonard Wood. 6) Estados Unidos se anexionó las islas Hawai.
1899.- 1) Las repúblicas centroamericanas suscribieron un pacto provisional de unión federal. Tuvo un nuevo fracaso, por la oposición de los Estados Unidos. 2) Los Estados Unidos insisten en comprar a Dinamarca las Islas Vírgenes.
(Continuará)
(*) Resumida de Guía del Tercer Mundo-86.
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