13 de diciembre 2018
'-Existe un país en donde cualquier conato de vivir, está abolido. O se muere lentamente al estilo de morir como esclavo, celebrando las desgracias del agonizante como está obligado a hacerlo cualquier vasallo o siervo de la barbarie, o se muere pisoteado, ultrajado, trasroscado como una tuerca que ya no puede dar más mientras la van apretando día y noche, hasta soltar entre trozos de carne y sangre, esas virutas que se llaman hálitos de vida.
-A Venezuela llegaron los rusos. Los envió Putin como símbolo de su identificación con los tiranos de América Latina. Auguran la alianza que justificará la sangre que se seguirá derramando; los presos políticos con delitos inventados; las torturas perfeccionadas; los desaparecidos; la catalogación de los derechos humanos como palabras vacías; y la muerte lenta, lentísima y cruel de todo resquicio de libertad. La de expresión quieren congelarla junto con los periodistas. Es decir, la libertad de palabra pernocta en una morgue fría: la “conciencia” de quienes nos oprimen.
Se dice que en Nicaragua nuestro Ejército será convertido, militar y económicamente, en un pobre batallón bajo mando venezolano, quienes a su vez estarán bajo bota rusa. Antes de que a Venezuela llegaran los rusos, a Nicaragua había llegado una rusa cargando ácido sulfúrico para quemar a un sacerdote. ¿Sería un ensayo extra-continental? O sería, como dijo la PO, que “la mujer atacó al sacerdote porque el diablo le ordenó matar a alguien, de lo contrario el diablo le quitaría la vida a ella.” El caso es que la rusa ahora no aparece, y nadie le ha levantado un proceso al diablo. Entre el olor a azufre que satura nuestro ambiente, el diablo aparece como chivo expiatorio.
-Están cancelando todas las personerías jurídicas. No quedará en el país de lo inexistente, personería jurídica alguna para nadie que quiera actuar dentro de la ley. Hacen lo posible para que lo imposible parezca verdad. En la AN celebran “La Purísima” a su manera: ¡Quién causa tanta alegría!, gritan desaforados, y se responden: ¡La defunción de María! Esto significa la cancelación de la personalidad del nicaragüense. La anulación de su personería. La condena a muerte de la personería de la legalidad. El grito legislativo contra la alegría y lo purísimo de La Purísima. El exilio de la Virgen Santísima. “La Purísima” encarcelada. La entronización del diablo que supusimos chivo expiatorio.
-A propósito de lo anterior, en el más reciente número de REPERTORIO DARIANO, de la Academia Nicaragüense de la Lengua, en su contratapa se publica “A Moisés Azcarrunz”, un soneto de Rubén Darío de 1899, casi desconocido, y misteriosamente ligado a nuestra situación actual:
Maldigo la quijada del asno, el enemigo.
Odio la flecha, el sable, la honda, la catapulta.
Maldigo el duro instinto de la guerra, maldigo
la bárbara azagaya y la pólvora oculta;
y a quien ahoga en sangre la cosecha del trigo,
y a quien ciego de rabia la Cruz de paz insulta:
a Bonaparte o César, a Marat o a Rodrigo,
príncipe de soldados o rey de turbamulta.
Los maldigo por tantas tristes almas en duelo
que van todos los días por la senda del cielo,
precedidas por Cristo, a pedir paz y luz;
por Cristo que solloza, que palidece y sufre
mientras un negro incendio de salitre y azufre
oscurece a los hombres la visión de la Cruz.
-Existe un país que como este ha sido convertido en una olla de presión. Los tiranos que gobiernan avivan el fuego para que explote, mientras almas caritativas queman sus manos intentando sofocar el “negro incendio de salitre y azufre”. Recientemente, acercándonos a esta Navidad, la Empresa Privada se ha unido inequívocamente al esfuerzo de diálogo, de paz y libertad. Buscan un acuerdo que estará en la voluntad del gobierno, para que no explote la olla, y tengamos una Navidad sin presos políticos y una ruta clara hacia “elecciones libres, justas y adelantadas”.
Le han escrito una carta firmada por todos ellos, a Daniel Ortega, convocándolo a la cordura y exhortándolo a una respuesta civilizada, que todos anhelamos. No es la respuesta de la prepotencia, ni la respuesta de la irracionalidad y fuerza la que se espera, como ocurre en estos días tan cercanos a lo más alegórico que puede haber al auténtico amor y respeto al género humano. Los empresarios privados se han lucido, y evidentemente le han tendido la mano, con sinceridad y firmeza, a quien es hora deje de avivar la peligrosa llama que aumenta la presión de la olla, a punto de explotar. Es necesario que se vea a un niño en su pesebre pidiendo “paz y luz”. Es imprescindible que nada ni nadie oscurezca “a los hombres la visión de la Cruz”.