27 de julio 2021
El panorama electoral nicaragüense ya tiene diseñada su dimensión fraudulenta a menos de cuatro meses del 7 de noviembre, fecha de culminación del “proceso” electoral y la posible pero indeseada continuidad de la dictadura Ortega Murillo.
No han sido pocos los comentarios políticos que ubican algunas de las causas que está facilitando ese final, en las maniobras que el Partido Ciudadanos por la Libertad que burlaron la unidad en la acción opositora, única forma que pudo haber evitado esta amenaza de la continuidad dictatorial.
Con esa burla, el partido CxL ha estado restaurando la hegemonía de la política tradicional, gestora de traiciones y dictaduras, la que, por su agotamiento y extemporaneidad, la juventud protagonista de las protestas cívicas de abril 2018 pensaba que había perdido vigencia.
Si no sucediera algún hecho inesperado –que no un “milagro”— como resultado de las contradicciones actuales, y no pudieran conquistarse las mínimas condiciones para unas elecciones libres, tanto como libres deberían estar los ciudadanos secuestrados, todo indica que ese partido podría terminar practicando el zancudismo en las elecciones de noviembre.
Con la candidatura presidencial de Óscar Sobalvarro, CxL no cambiaría su línea política, porque él ha dado apoyo al kittycismo sectario, por lo que no se le puede augurar otro fin si no cambiara la línea que hasta hoy ha mantenido.
El sector estudiantil aliado con el Partido CxL –con dos de sus miembros en la cárcel—, tiene una idea romántica respecto a las elecciones, quizás porque no ha tenido experiencia política en esa materia, como es ver en ellas una expresión liberadora. Es verdad que no hay otro camino, porque nadie busca una opción armada, a pesar de lo cual los dictadores ven “terrorismo” en toda actividad opositora, una mentira sin credibilidad, para justificar la represión.
Hasta hoy, no existen condiciones para elecciones libres, sino condiciones que las hacen imposibles: un estado policial, cero garantías ciudadanas para movilizarse, un “nuevo” Consejo Supremo Electoral compuesto con personas fieles al orteguismo, con precandidatos ausentes por estar en la cárcel o exiliados junto a buena parte de periodistas independientes. Es decir, lo harto conocido.
Sin contar con el rosario de irregularidades que si no fuera porque sobran motivos justos que fortalecen la convicción de luchar, serían totalmente desmovilizadoras, como las siguientes:
Es natural que en seis años (2016-2021) la población haya crecido, pero, para el consejo electoral orteguista, ese hecho lógico lo ve al revés, pues el padrón electoral para este año… ¡registra 748 407 votantes menos que hace seis años!
Aun aceptando que el ritmo demográfico se congeló, o que murieron más que personas que las que nacieron, el engaño lo complementan con la eliminación de 1143 Juntas Receptoras de Votos, lo cual nos hace pensar que, si sumamos las mañas de vieja data, como “el ratón loco” y el “préstamo” de militantes orteguistas para que funjan como representantes de los partidos zancudos en las mesas electorales, el fraude ya tiene la mesa servida.
El 19 de julio, en su reiterativa perorata autoritaria, y ante su auditorio portátil, Daniel Ortega ni siquiera mencionó las elecciones, señal de que las condiciones señaladas, no serán cambiadas.
II
Quienes conocen esta realidad, se preguntan: entonces, ¿para qué ir a votar? Esa pregunta tiene una respuesta negativa: para nada. Pero, aunque que pareciera ir contra la razón, esa respuesta no es necesariamente justa, porque quienes así piensan tienen sus argumentos.
Por ejemplo: con lo que se ha dicho del Partido CxL, y más que puede decirse, su base no es responsable de las veleidades de su dirigencia, lo que no parece hacer de este partido el peor factor político en esta lucha por los derechos democráticos.
Y aunque el Partido CxL sigue asumiéndose poseedor de la verdad, podría aprovecharse su casilla electoral, al fin de cuentas, es la única que aún puede identificarse como opositor, para que el caudal de votos que puede conseguir, sino triunfara la idea de no votar, le haría difícil el fraude al orteguismo. No votar, se lo facilitaría.
Por ser el único partido opositor legalizado, a través de sus bases podría convencerlo de encabezar la batalla contra todo intento de fraude, a condición de lograr el respaldo masivo de la población votante. En política, no faltan razones para luchar. Y quedarse en casa, no es una de ellas. No debería repetirse lo de las últimas dos elecciones (2011 y 2016) cuando, cometidos los fraudes, la dirigencia opositora se dedicó a acusarse mutuamente y a llorar en coro el engaño.
Esta vez, no hay motivos para repetir lo mismo ni para abstenerse, porque la población de hoy no es pasiva como la de ayer; la actual se inspira en el heroísmo de su juventud en las victorias morales de las protestas de 2018; perdió la confianza en los partidos zancudos tradicionales; respeta y aprecia a la mayoría de los líderes secuestrados por la dictadura; iría a votar en honor a ellos y a los otros viejos secuestrados; y estaría en disposición de defender su voto.
Lo demás, como quedarse en casa, sin convertir el voto en un arma de lucha, es un derrotismo precoz que no causará ningún beneficio a los secuestrados ni a sus familias.
Hasta para quedar bien con la propia conciencia, hay que votar en contra de Ortega. Esos son los argumentos contrarios a la abstención, y lo bueno es que aún hay tiempo para definirse.
III
El enemigo principal de todos, sigue siendo el orteguismo y, para comprobarlo está su último hecho dictatorial fascista: encarcelar a quien va saliendo como posible candidato, sea de la tendencia política que sea, incluso a personas opuestas ideológicamente.
El orteguismo es antiético desde antes de nacer como secta política dentro del sandinismo. Hay quienes divorcian la política de la ética, pero sin ética toda corriente política termina deshumanizada y deshumanizando lo que toca.
Resumiré una experiencia carcelaria (que ya publiqué en un libro) de cómo vi nacer en Daniel Ortega las características del dictador (1968), como su carácter:
Autoritario con sus compañeros de lucha y prisión, abusando de su condición de jefe impuso una disciplina vertical, ordenando huelgas de hambre sin consultarle a nadie.
Insensible ante el sentir de sus compañeros, es este caso que memorizo, de Humberto Catún Sandoval: él sufrió heridas de balas en el asalto a la lechería La Perfecta. En una operación quirúrgica, perdió parte de su estómago, de modo que iniciaba la huelga de hambre comenzó a sentir dolores, y sin pensar en la causa política que allí lo tenía, pidió a un guardia el favor de que le buscara un vaso de leche.
¿Y qué hizo su jefe? Sumarse al coro de sus otros “compañeros”: acusándolo de “cobarde”, de “traidor” y no faltaron amenazas de castigarlo por su “debilidad revolucionaria”. Esos ejemplos bastan para entender lo que pasa cuando falta la ética: se deshumaniza.
He narrado esta experiencia de autoritarismo e insensibilidad, recordando lo que Ortega está haciendo sufrir a sus secuestrados políticos y sus familias: no los deja ver, no les informa cuáles son sus condiciones de salud, les impide su defensa legal, y orienta una avalancha de calumnias en su contra.
Eso lo está viendo todo el mundo, pero tengo otros hechos…
Al margen de estas cuartillas
*Daniel no es el único con esas características en su grupo; el difunto Tomás Borge, cuando renuncié al diario Barricada, dijo que mis hijos caídos en las insurrecciones del 78 y 79 no eran míos, “sino de la revolución”…
*Daniel tiene en la cárcel a tres exguerrilleros sandinistas: Dora María Téllez, Hugo Torres y Víctor Hugo Tinoco…
*Dora María encabezó la liberación de León, en donde Daniel pudo aterrizar procedente de Costa Rica…
*Hugo se jugó la vida en el asalto a la casa de Chema Castillo, para liberar a Daniel y demás encarcelados por Somoza (1974)…
*Tinoco fue viceministro del exterior de la revolución, y ahora Daniel no escucha el reclamo por su libertad de parte de su hija enferma de cáncer…
*Entre los 26 últimos secuestrados, hay cinco por cuya procedencia social Daniel tiene complejos, pues pese al dinero que ahora posee, no puede olvidar su condición de clase media baja…
*Daniel se sentía en un alto nivel social, durante el tiempo que con los empresarios del Cosep se repartían los beneficios de la macroeconomía neoliberal, y ahora tiene a su líder Chanito Aguerri…
*Salía feliz fotografiado con Carlos Pellas Chamorro (el nica con mayor riqueza) y utilizó un pensamiento suyo en la exposición de motivos para la reforma constitucional que le permitió reelegirse…
*Daniel tiene secuestrada a parte de la dirigencia del partido Unamos, cuadros destacados del FSLN original, pues no les perdona haberle demostrado su agotada condición revolucionaria…
*A los jóvenes, los campesinos y los trabajadores de los 130 secuestrados políticos, Daniel los castiga con odio, porque le recuerdan lo que él quiso ser un día…
*En el florido escenario del 42 aniversario de la revolución, fallecida hace 31 años, Daniel siguió creyéndose…
*“Pueblo presidente”, “pueblo armado” y amnésico, pues se olvidó que está en campaña electoral, pero no dijo nada sobre las elecciones…
*Ese olvido puede tener dos causas: 1) que se ya siente presidente reelegido desde antes del fraude, y 2) que ya piensa como presidente vitalicio…