26 de diciembre 2023
Cuando una sociedad está inmovilizada por la pérdida de todo derecho a la libre actividad política, como lo está en la sociedad nicaragüense, bajo la férrea dictadura dinástica orteguista…
Cuando se ha liquidado a todas las organizaciones sociales, dejando en la indefensión a millones de nicaragüenses pobres…
Cuando a la Iglesia católica se le prohíben sus actividades religiosas, a los sacerdotes y creyentes se les persigue, encarcela y les violan su libertad de conciencia…
Cuando los líderes políticos opositores son perseguidos, encarcelados, despojados de su nacionalidad y de sus bienes, y son enviados al exilio para descabezar toda oposición política…
Cuando la ciudadanía se la desinforma porque solo existen medios oficialistas, y los medios de comunicación independientes han sido confiscados, matando las libertades de prensa, de expresión y de pensamiento…
Cuando la sociedad permanece inclaustrada y los opositores son vigilados y se les maltrata como si estuvieran con su casa por cárcel…
Cuando ni el opositor, ni el oficialista tienen libertad de viajar al exterior, y a quien dejan salir no le permiten regresar y quienes no desean salir los sacan por la fuerza…
Entonces, es cuando resulta asombroso encontrar un artículo de opinión, en donde se presenta la siguiente perspectiva de cambio para el próximo año:
“Los cambios políticos de Nicaragua en 2024, dependerá tanto de las condiciones internas y externas de la radicalización dictatorial, así como la forma en que la comunidad internacional redefina su política y su relación con el régimen Ortega-Murillo”.
¿Qué es esto?
Esta fórmula está expuesta en la introducción del primer párrafo del artículo titulado Nicaragua: 2024 para la transición “el día después”, de Manuel Orozco (Confidencial 18/12/23). Una visión especulativa de una realidad que nada tiene que ver con la que existe en nuestro país.
Es perogrullada afirmar que todo cambio depende de las condiciones internas y externas, pero decir que también… “dependerá (…) de la radicalización dictatorial”, pone patas arriba la realidad histórica, pues “la radicalización dictatorial” a partir del 2018 hasta este 2023 es la que tiene al país en las actuales condiciones. ¿Cómo podrían depender los cambios para salir de esta situación, dela misma “radicalización dictatorial” que le dio origen?
La segunda parte del primer párrafo se refiere a que solución dependerá de… “la forma en que la comunidad internacional redefina su política y su relación con el régimen Ortega-Murillo”. Quizás en la comunidad internacional podría motivar su redefinición respecto a la dictadura, pero no es razonable esperar que eso nos liberará de la dictadura y luego nos llevará a las nuevas tareas el feliz “día después”.
El análisis de Orozco rebosa optimismo, y si es optimista conociéndose cuáles son las condiciones políticas actuales en nuestro país, es porque el análisis es falso.
II
Omitimos referencias al contenido del resto del artículo, porque además de constituir quizás el 90% de todo el texto no hay espacio para comentarlo, y porque se refiere al contexto global en el que se ubica el problema nicaragüense, con una óptica propia del “fatalismo geográfico” respecto a la geopolítica estadounidense. Veamos mejor el párrafo final, que contiene la conclusión del análisis sobre nuestra realidad:
”La verdadera salida política en Nicaragua recae en la capacidad de los líderes cívicos, expertos y promotores de democracia para aumentar la movilización internacional, promover formas de presión y diálogo, y prepararse para la transición “del día después”. Tanto la comunidad internacional como la opinión pública nicaragüense tienen expectativas realistas sobre el comportamiento de la oposición nicaragüense, por lo que la programación, capacidad de movilización son más importantes y prueba de compromiso político que la trillada retórica de la unidad”.
Descalifica la unidad de la oposición en estos momentos de nuestra historia política, precisamente cuando aquí no se puede programar actividades ni movilizaciones, por todo lo que ocurre bajo esta dictadura, desde hace más de cinco años, porque la oposición no pudo superar su dispersión orgánica ni ponerse de acuerdo acerca de cómo enfrentar a la dictadura, que era el objetivo común más inmediato.
Si la “verdadera salida política de Nicaragua recae en la capacidad de los líderes cívicos”… ¿qué tienen que ver las recetas que emanan del cerebro de “los expertos y promotores de democracia”?
Como se sabe, los tecnócratas en democracia la interpretan como si fueran funcionarios de los EE. UU. país al cual ellos han elegido (fuera de concurso) en el Míster Universo de la democracia. Entonces, la “verdaderas salida” no está depositada en la “capacidad de los líderes cívicos” nicaragüenses.
También piensa que las recetas de los expertos en democracia servirán “para aumentar la movilización internacional, promover formas de presión y diálogo, y prepararse para la transición “del día después”.
Así de fácil nos llevó al final feliz del “día después”, sin siquiera habernos dicho cómo eran esas formas, en qué consistió la presión, sobre qué se dialogó ni con quiénes se efectuó el diálogo. Porque si todo eso deberá hacerse para conseguir la renuncia de la dictadura al poder, debería conocerlo el pueblo… ¿o no?
A propósito, en ninguna parte de la fórmula para la solución el pueblo hace presencia, y además de ausente… ¿lo considerará eunuco, hasta incapaz de estar a la par de los líderes cívicos y los técnicos en democracia?
III
En el texto de Orozco no se habla de solidaridad internacional (adhesión incondicional y voluntaria a la causa de otros), sino de “movilización internacional”. Son dos cosas distintas, pues (textualmente) movilización significa: “acción y efecto de movilizar”. Y “movilizar quiere decir: poner en actividad o movimiento de tropas, partidos políticos, capitales, etc”)
Sigamos diseccionando el texto:
“Tanto la comunidad internacional como la opinión pública nicaragüense tienen perspectivas realistas sobre el comportamiento de la oposición nicaragüense…”
Aparte de la separación mecánica de opinión pública y oposición, la comunidad internacional ni la opinión pública nicaragüense son entidades, sino conceptos, por lo tanto, no es posible que tengan perspectivas (ni comunes ni realistas) sobre el comportamiento de la oposición, y tampoco la oposición es una entidad, sino un conjunto de partidos políticos y cada uno de estos tiene su propio comportamiento, distintos y opuestos entre sí.
Por esa diversidad de criterios es que son indispensable los acuerdos, las alianzas o entendimientos entre los partidos para hacer actividades unidas, tras objetivos concretos en la lucha frente a la dictadura. En otras palabras, esa unidad en la acción (que no es la fusión orgánica ni ideológica ente los partidos políticos) fue demanda de las bases a los líderes políticos, a la cual que no respondieron por sectarismos y mezquinos intereses personales y grupales.
Este fue este, precisamente, el mayor error político de los partidos –desde el inicio de la crisis del 2018— lo que facilitó a la dictadura liquidar toda expresión orgánica de oposición, incluyendo la de quienes se opusieron a la “trillada retórica de la unidad”, a la cual ahora Orozco le antepone la dispersión partidaria como lo más importante.
Ahora mismo, en el exterior, adonde la dictadura expulsó a la mayoría de los líderes opositores— se han multiplicado los grupos y, por esta multiplicación, sigue siento ilógico e injustificable concluir en que la: “Programación, capacidad de movilización, son más importantes y prueba de compromiso político que la trillada retórica de la unidad”.
Es decir, sin la “trillada retórica de la unidad”… saldrían muchas programaciones –una por cada grupo político. ¿Y cómo puede tener más capacidad de movilización una multiplicidad de grupúsculos actuando por su propia cuenta? ¿Para qué sirve entonces, “el compromiso político” sin la unidad de la oposición, sino para perder fuerza y seguir indefensa ante la dictadura?
La receta para “el día después”, sin el ingrediente de la unidad en la acción, el sancocho adquiriría un sabor solo agradable al gusto de la dictadura.
Al margen de estas cuartillas
*En opinión de Orozco, los cambios en nuestro país, “tienen que ver con las grandes realidades, la global, las elecciones presidenciales en Estados Unidos”…
*Indiscutiblemente que sí. Pero no todo depende de esta globalidad, ni de la disputa por el poder formal entre dos seniles personajes representativos de los poderes reales del sistema político de su país…
*Elecciones las han tenido en más de dos siglos de su historia, y aceptar que a ellas deba sujetarse el destino político de nuestro país, es ser víctima de colonialismo mental…
*Ortega, por sus intereses dictatoriales, tiene esa mentalidad colonizada, porque ve sus relaciones comerciales con China y Rusia, como un escudo protector de su régimen…
*El fenómeno de la colonización mental se expresa de mil maneras, incluso en las relaciones comerciales, cuando se ven como complemento de la dependencia política…
*En su enfoque político de las relaciones comerciales con China, Ortega todo lo ve color de rosa, porque “China –dice— no pide nada a cambio”…
*Ortega, espera todo gratis de China por defenderla, como antes recibió todo de Taiwán por reconocerlo…
*Orozco escribe: “Después de la pandemia y como la salida de las fuerzas extranjeras de Afganistán, el uso de las armas y la violencia ha retornado”…
*Orozco, primero cubre a las fuerzas interventoras estadounidenses, con el manto sagrado de “fuerzas extranjeras”…
*Y después asegura que la salida de esas fuerzas de Afganistán, “el uso de las armas y la violencia ha retornado”…
*¿Es que antes esas fuerzas militares habían sembrado semillas de paz y no bombas en Vietnam, Irak y otros lugares bendecidos con sus intervenciones?
*¿Será que, por joyas ideológicas como estas de Ortega y Orozco, se dice que… “el amor es ciego”?